Mente Mujer: Elisa Carrillo, la bailarina mexicana que ha triunfado por el mundo

La bailarina de ballet mexicana Isabel CarrilloEs tajante: Tener talento “nunca será suficiente”. Puedes nacer y tener todas las capacidades físicas, pero debes ser dedicado, tener disciplina, tener esa exigencia diaria contigo mismo; de lo contrario, difícilmente llegarás a ninguna meta.

En la danza clásica, piensa, hay que entregarse a fondo y con una pasión enorme. Con una tenacidad y persistencia que te permitan alcanzar las metas que deseas.

En octubre de 2022, Elisa Carrillo Cabrera cumplirá 41 años (Foto: Cortesía)

Isabel CarrilloEs la más grande bailarina de danza clásica que ha tenido México. En 2019 fue galardonada con el «Prix Benois de la Danse», el premio más importante de danza y coreografía de los cinco continentes.

También ganó el premio “Alma de la Danza”, otorgado por el Ministerio de Cultura de Rusia; y el “Danza Abierta”, del Festival Internacional de San Petesburgo. Hoy es la primera bailarina del Saatsballet Berlin (Ballet Estatal de Berlín), una de las 10 compañías más importantes del mundo..

(Foto: Carlos Quezada)

En una entrevista para Herald Media Group, revela que pocas veces (al año) tiene un fin de semana libre. Ensaya entre ocho y diez horas diarias, de lunes a sábado. “Esto requiere mucha dedicación”, explica, “y cuando tengo que preparar algo para un viaje, o una gala en particular, también ensayo en mis descansos”.

En octubre de 2022 cumplirá 41 años. En cualquier puesta en escena en la que se la vea, la elegancia y precisión de sus movimientos, junto con su pelo negro y su tez morena, la hacen deslumbrante.

Para su edad -hay que decirlo- tiene una silueta envidiable. Esbelto, alto, con un tono musculoso que contiene tanto la fuerza de la madera como la ligereza de una mariposa.

(Foto: Yan Revazov)

A la edad de 14 años obtuvo el primer lugar en el Concurso Nacional de Danza para Niños y Jóvenes, y con ello obtuvo una beca en la English National Ballet School en Londres, Inglaterra.

Sonríe al recordar que al ganar esta beca lo único que quería era alcanzar su sueño. “Me fui súper emocionado. Pero ya estando ahí solo, sintiendo la diferencia de las tradiciones de la cultura, de la lengua, sí hubo momentos muy difíciles”.

Un día “Hablé con mis padres. Les dije que quería regresar a México (…) que me sentía muy sola”. Sus padres le dijeron que regresara si quería. Sin embargo, comenta, ambos estaban claros. «Me dijeron: solo recuerda que este sueño, donde estás ahora, se va a terminar».

También recuerda que su piel oscura le dio cierta inseguridad durante sus primeros años en Europa. Esto, luego de un comentario fijado en su memoria de cuando era niña. Era un maestro mexicano, revela. «Yo era muy pequeño». Llevaba un tutú blanco para un ensayo. «Y, por supuesto, mi piel se destacó mucho con ese vestuario», dice ella.

El maestro dijo que los bailarines tenían la piel muy blanca, explica. Esto la hizo sentir en desventaja. «En cierto modo me sentí menos», durante algún tiempo, reflexiona.

(Foto: Carlos Quezada)

Hoy, Elisa vive en Alemania. Es madre de una niña llamada Maya. Está casada con Mikhail Kaniskin. Ambos son: primeros y primeros bailarines del Ballet Estatal de Berlín.

Para convertirse en la bailarina de clase mundial que es hoy, tomó años de entrenamiento y aceptación del dolor físico.

“El dolor, digamos que es parte de nuestra vida”. Explica que el ballet se basa en ejercitar el cuerpo todos los días. En ensayar coreografías, en estirar. Y por repetir tantas veces puede haber momentos que esto te cause dolor.

Las mujeres al ensayar con zapatillas de punta, “tienes dolor en las uñas, claro que te salen ampollas, pero es parte del proceso”.

Cuando tenía 18 años, Reid Anderson, entonces director del Ballet de Stuttgart, fue a la Escuela Nacional de Ballet Inglesa en Londres para invitarla a una audición. Ella, fiel a su perseverancia, estuvo a prueba durante un año, hasta que en el año 2000 firmó su primer contrato.

Pasaron cuatro años para que Elisa se convirtiera en solista secundaria; y un año más para alcanzar el grado de: solista principal.

(Foto: Bettina Stoes)

Minutos antes de subir al escenario, inicia un ritual con toque mexicano. Al llegar al teatro, “respiro, cierro los ojos, lo imagino. siempre me persigno, tengo a mi Virgen ya mis santos que me cuidan; Es un ritual que siempre hago”.

Dice que el desafío más difícil de su vida fue cuando Vladimir Malajhov, director artístico del Ballet Estatal de Berlín, la invitó a ella ya su ahora esposo a unirse a esta compañía. Este fue un punto de inflexión para ella porque tendría que dejar Stuttgar, en el apogeo de su carrera como primera bailarina. Además de que ella y su pareja tenían planeado casarse ese mismo verano.

Ambos viajaron a Berlín para encontrar un lugar donde vivir, pero también se tomaron el tiempo para ver una actuación del State Ballet. Elisa quedó sorprendida por el nivel de los bailarines sobre el escenario. Estaba tan asombrada que el miedo la paralizó. Ya no quería quedarse «porque tenía mucho miedo», admite.

“Era miedo de no poder tener un futuro. De no poder llegar al punto en el que ya estaba en Stuttgart” después de ocho años de trabajo. Fue un momento de extrema confusión, pues él tampoco quería dejar a su pareja.

«No quería que se fuera». Y no era sólo perder una gran oportunidad. “Para mí también fue perder al amor de mi vida, mi fuerza, la familia que había construido con él”.

Y así llegó una profunda reflexión. Dice de qué sirvió quedarse en Stuttgart y mantener su éxito. “Baila grandes cosas, si al final ella iba a estar sola. Ella no iba a tener a nadie con quien compartirlo”. Y entonces ella tomó la gran decisión. «Decidí ir con él y dar el paso».

En 2007 ingresó al Ballet Estatal de Berlín, con una categoría menor: Solista Secundaria. Tenía que ganarse su lugar de nuevo. Pasaron dos años para ser solista principal; y en 2019 fue galardonada con el Prix Benois de la Danse, el galardón más importante que reconoce a bailarines, coreógrafos y compositores de todo el mundo.

COCHE

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