México: ¿qué tan peligroso es el volcán Popocatépetl? | México en |

El volcán Popocatépetl actualmente hace honor a su nombre en náhuatl: “el cerro que humea”. En los últimos días ha emitido repetidamente cenizas, vapor y gas. Ubicado en el centro de México, entre la Ciudad de México y Puebla, el Popocatépetl es considerado uno de los volcanes más peligrosos del mundo, ya que se estima que en un radio de 100 kilómetros a su alrededor viven 25 millones de personas. La protección civil de México declaró el domingo (21.05.2023) alerta de «fase tres amarilla».

El sistema mexicano de alerta temprana de actividad volcánica funciona básicamente como un semáforo, con los colores verde, amarillo y rojo, explicó Hugo Delgado, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM, en entrevista con , antes de que se elevara el nivel de alerta. actual.

El nivel amarillo consta de tres fases. En la segunda, la actual, comienzan, por ejemplo, las actividades de mantenimiento de los albergues temporales, así como la revisión de las salidas de emergencia y vías de evacuación. En la tercera fase amarilla se alista personal de protección civil con el apoyo del Ejército, y se comienza a preparar a la población para una posible evacuación. Además, se entregan alimentos, frazadas y camas a los diferentes albergues. En el nivel rojo, comenzarían las evacuaciones.

¿Hay peligro inmediato?

Después de un largo período de inactividad, Popocatépetl ha vuelto a estar activo desde 1994, y desde entonces ha mostrado fases de mayor actividad, explica Thomas Walter, geólogo y vulcanólogo de GeoForschungszentrum Potsdam. Pero a su juicio, el mayor peligro para la población no proviene del Popocatépetl, sino del campo volcánico monogenético sobre el que se asienta la capital, Ciudad de México. Un campo monogenético normalmente contiene entre diez y cien volcanes. “Eso no quiere decir que mañana habrá una erupción volcánica. No lo sabemos. El problema de este campo monogenético es que no se sabe dónde y cuándo hará erupción”, dice el vulcanólogo.

Thomas Walter ha viajado a México en varias ocasiones y ha participado en proyectos de investigación sobre varios volcanes mexicanos, incluido el segundo más grande de México, Popocatépetl, de 5.452 metros de altura.

Mayor actividad desde la década de 1990

El 21 de diciembre de 1994, Popocatépetl produjo sus primeras emisiones de ceniza en 70 años, luego de un año de creciente actividad sísmica y emisiones de dióxido de azufre. Varios pueblos (alrededor de 50.000 habitantes) en el flanco noreste del volcán fueron evacuados de inmediato, pero la mayoría de los habitantes pudieron regresar después de una semana. Las erupciones episódicas de ceniza continuaron a bajas altitudes hasta 1995. En marzo de 1996, comenzó una nueva ronda de actividad, con un aumento de las emisiones de ceniza y el crecimiento de un domo de lava en el cráter de la cumbre. El 30 de abril de 1996, una erupción mató a cinco escaladores que habían ignorado las advertencias de no subir a la montaña.

bajo observación satelital

El aumento actual de la actividad en Popocatépetl no es del todo sorprendente, según el investigador alemán Thomas Walter: «Es uno de los volcanes más permanentemente activos que conocemos y, por lo tanto, es monitoreado de cerca». Esta observación detallada incluye no solo las cámaras y sismógrafos habituales, sino también dos satélites alemanes de observación de la Tierra: TerraSAR-X y TanDEM-X.

«Pudimos ver el cráter desde arriba con estos satélites y nos dimos cuenta de que el suelo había estado subiendo y bajando regularmente durante unos dos o tres años», dice Walter. Visto de perfil, el volcán siempre se vería igual, pero visto desde arriba se podía ver claramente los muchos cráteres anidados y su movimiento.

Lo que se puede observar especialmente bien en México en esta época, dice el vulcanólogo, son las llamadas “bombas volcánicas”. Se trata de partículas de más de 64 mm de diámetro que son expulsadas por el volcán. Especialmente de noche, estos proyectiles incandescentes constituyen un espectáculo natural impresionante. Sin embargo, debido a su peso relativamente alto, estas partículas caen al suelo en las inmediaciones del Popocatépetl y, por lo tanto, causan daños relativamente pequeños.

“Estos procesos ya muestran que el Popocatépetl es significativamente más explosivo en este momento, y que tenemos que estar muy atentos. No debemos restarle importancia a la actividad, pero tampoco debemos sembrar el pánico”, dice el vulcanólogo de Potsdam.

(cp)

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