“Es muy preocupante que el narcotráfico esté cada vez más envalentonado tanto en México como en Ecuador, y en otros países. No debemos olvidar la muerte del fiscal Pecci, de Paraguay, y las amenazas que reciben todo el tiempo los actores públicos. El peso de esta industria tiene tanto poder que, si no somos capaces de modificar realmente las políticas y su efectividad, vamos a ver mucho más de esto”, Javier Sagredo, director del Programa de Cooperación entre América Latina y la Unión Europea. en Política, dice Lucha Contra las Drogas (COPOLAD).
COPOLAD, financiada por la Unión Europea, trae a la VIII Conferencia Latinoamericana sobre Drogas, -que se realiza del 24 al 26 de agosto en Buenos Aires- un análisis del impacto de las actuales políticas de drogas sobre los derechos humanos en la región.
“Estamos en esto porque creemos que podemos generar un cambio. Si no lo logramos, vamos a tener Estados cada vez más débiles. Alertamos con el COVID-19: la crisis sanitaria -que es social, económica y política- ha dejado el suelo pagado a las economías del narcotráfico”, advierte Sagredo.
Aumento constante de la violencia
Más allá de los recientes enfrentamientos en México y Ecuador, en general, el aumento de la violencia es una constante. En Ecuador, según la prensa local, en 2021 hubo el doble de homicidios que el año anterior, y las estadísticas de 2022 no dan para el optimismo.
En México, según datos citados en el informe «Sobre los campos de batalla de Tierra Caliente», del grupo de expertos Crisis Group, de las 369.150 víctimas de homicidio que se han registrado entre 2007 y 2021, el 52% no superaba los 34 años.
Al otro lado del océano, “después del COVID-19, los mercados han vuelto a ser vibrantes, hay mucha más demanda de todo”, dice Sagredo. Según el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT), socio oficial de COPOLAD en esta, su tercera fase (2021-2025), en el último año 3,5 millones de adultos consumieron cocaína.
Las aguas residuales en 32 de las 58 ciudades europeas analizadas revelaron un aumento en las cantidades traza de cocaína. Por otro lado, las incautaciones de cocaína registraron un máximo histórico: 213 toneladas en 2020 (50 toneladas en 2010). A menudo se habla de la responsabilidad compartida. Sin embargo, Sagredo rechaza este concepto: “No. La irresponsabilidad es compartida, sabemos que la interceptación de drogas o el encarcelamiento de los jefes no han funcionado”, comenta.
Evitar flujos «es imposible»
“Debemos tener herramientas contra el brutal poder económico que tiene el narcotráfico”, enfatiza, vislumbrando la transformación de los aparatos públicos para formar redes de interceptación económica. También cambios en las estrategias de investigación criminal para llevar ante la justicia a quienes lavan dinero.
“Hasta ahora lo único que se ha intentado es evitar los caudales, pero eso es una tarea imposible, como poner vallas al mar”, subraya.
En COPOLAD, que colabora con 17 países de América Latina, también se habla de trabajar para cambiar la narrativa. “Cuando a alguien se le aplica la etiqueta de ‘narco’, necesariamente es uno de los malos, aunque sea uno de los eslabones más bajos. Pero cuando eso mismo se transforma en dinero en bancos, en instituciones financieras y en grandes oficinas comerciales Todo está bien. Seguimos teniendo agujeros de lavado de dinero en Europa, en el Caribe, en América Latina. Y nadie dice nada. Pero nos preocupa la ‘narco’ violencia, que no es más que el resultado de la situación boyante. de esa industria”, critica Sagredo.
¿Respuesta militar al narcotráfico?
¿Cómo evalúa COPOLAD la respuesta militar que se ha dado a la reciente crisis? “Se está echando gasolina al fuego. Con la presencia militar, mucha gente de los niveles inferiores se va a ver afectada por marcos delictivos muy duros”, responde el especialista.
“La respuesta de la militarización es de conmoción, para darle a la población la sensación de que los gobiernos están haciendo algo contra la violencia de los ‘narcos’. Pero esto está ligado a muchas otras formas de violencia, a la inseguridad ciudadana, a la impunidad. como querer operar a un paciente en urgencias con un palo y un bisturí oxidado”, concluye Sagredo.
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