De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en México son asesinadas once mujeres al día; once niñas, adolescentes o mujeres son arrebatadas de sus familias y seres queridos, once sueños, once vidas, once familias rotas; y la cifra va creciendo, es tan alarmante que hay quienes creemos que esa cifra no refleja todos los feminicidios que ocurren en este país.
El feminicidio en México debe estudiarse de manera interseccional, comenzando por entender que es la mayor expresión de odio contra la mujer, la diferencia con el homicidio es el uso de la violencia, el fraude y las relaciones que se generan; es decir, el femicidio tiene un componente diferente y realmente es odio y todo eso se ve en los motivos y formas en que se comete el crimen.
“Yo no tuve la culpa, ni donde estaba ni como vestía” es una de las consignas más conocidas de la lucha feminista, porque durante años nos hicieron creer que posiblemente nosotras podíamos promover o provocar nuestra propia violencia; el movimiento ha crecido de tal manera que ahora las marchas son tan legítimas que son las más grandes del país; En estas marchas el pedido es básico y simple: no nos maten.
¿En qué cotidianidad y normalización vivimos que tenemos que pedirlo? La respuesta es compleja pero lo único seguro es que seguiremos preguntando hasta que no nos falte ninguna; En estas fechas, como todas las relacionadas con el tiempo familiar y de reflexión, siempre es importante recordar a quienes ya no están, a quienes nos arrebató el machismo y la nula estrategia de seguridad con perspectiva de género.
En estas fechas las familias mexicanas recordamos con especial cariño a nuestros seres queridos que ya no se encuentran en el plano terrenal, abrazo a las familias y amigos que harán por primera vez una ofrenda a la niña, adolescente o mujer que forma parte de estas estadísticas y sobre todo, los que no forman parte de ella por el quehacer de que el delito no crezca, su caso también necesita justicia y ser nombrado.
Hace unas semanas platicaba con algunas madres de víctimas de feminicidios y hablábamos de la importancia de la “memoria digna”, que no es más que ser recordada con respeto pero también con justicia tanto en su caso como socialmente; Ojalá en estos días las autoridades competentes también reflexionen sobre este tipo de casos, lo único que podemos devolver a estas familias es una búsqueda digna de justicia y paz.
La tradición señala que el cempasúchil es la flor por la cual las almas encuentran y guían el camino de regreso a casa, ojalá existiera un tipo de cempasúchil para que la vida de todas las mujeres hubiera sido guiada y cuidada en su regreso a casa, porque lo que soy lo seguro es que no todas las caléndulas del país podrían ser suficientes para guiar a las mujeres que año tras año nos arrebatan.
POR DIANA MURRIETA
PRESIDENTE Y FUNDADOR DE NOSOTROS POR ELLOS, AC
DIANA.MURRIETA@NOSOTRASPARAELLAS.ORG
@DIANAMURRIETAM
MBL
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