«No queremos más ángeles con las alas rotas»

Desde la pintura, Juanito Laguna, con la brillante sensibilidad de Antonio Berni, sigue desafiándonos. Su pobreza y tristeza, sus ropas gastadas y sus ojos desamparados nos apuñalan con el puñal y nos preguntan: ¿por qué? En los semáforos, los niños que limpian ventanas o piden monedas tienden a arriesgar sus cuerpos esqueléticos y, a menudo, descalzos; compitiendo en tus necesidades, con quienes en las taquillas de Once, Retiro o Constitución piden “la vuelta a comer”. Ignoran lo que es una escuela, el regazo de un abuelo o una taza de café con leche hecha por la madre por la mañana. Antes de que el green anuncie la salida, la mayoría de los coches cierran las ventanillas polarizadas. Mientras tanto, un hermano mayor de los pequeños o un perito callejero certificado si es un adulto, recoge las pocas monedas que dejamos nuestras manos para caer en un frasco, donde se acomoda en el mismo la miserable existencia del explotador y el explotado. tiempo.

Chiquilín de Bachín sigue mirando con cara sucia a su madre, quien yira yira yira y sin querer le dispara tres rosas por el hambre que no entendemos y entre las flores que ofrece, puede ser que en un café se encuentre con las dulces miradas. del niño A que, según Fito, tiene 11 años y su amigo 6. Quizás se sonríen y, al amparo de la luna, se sienten más fuertes que el Olimpo, pero sabemos que están a la vista, que son frágiles y vulnerables.

Los medios reflejan a quien llaman «M», que es una forma de proteger su identidad, ya que no supimos proteger su inocencia, su infancia, su educación y sus ilusiones de crecer con un sueño de futuro. «M» es una mujer sin hogar como su madre, pero tampoco lo es el hombre que la obligó a seguir sus pasos. Hace treinta años, esa madre y ese hombre eran como «M.» ¿Qué hizo el estado por él o ella? ¿Y para tus padres y varios hermanos? ¿Había protección infantil? ¿Qué historias de maltrato, abandono, desamparo, violencia, hambre y enfermedad nos puede contar «M», su apropiador, su madre y miles de otros niños que nuestros artistas siguieron iluminando durante 30, 40 o 50 años? Cuando los corazones ciegos de quienes tienen la capacidad y el poder de tomar decisiones abandonen su pobre juego en China, atacarán Kamchatka y verán esta realidad, para al menos comenzar a cambiarla y que en treinta años la «M» ¿Ser una excepción y no forma parte del paisaje cotidiano?

Ya no queremos ángeles con las alas rotas, la sociedad y los gobiernos presentes y futuros tienen que darles las herramientas para que puedan volar, alto, muy alto … más y más alto.

Miguel Angel Reguera
miguelreguera@yahoo.com.ar

OTRAS LETRAS

«Más casas, menos casas … como mi Santiago»

¿Qué puede hacer la movilidad social, verdad? Desde las dunas donde Boudou registró su domicilio hasta Puerto Madero, sin escalas. Miré las fotos de la casa construida por el ex presidente Arturo Frondizi en Ostende (una chacra como la de Pepe Mujica en Uruguay), o la casa de otro ex Arturo Illia (ahora museo), o el departamento de Raúl Alfonsín. Y solo hay lugar para la reflexión, gente honesta, que pensó en el país, no en su bolsillo (o monedero). Podríamos pasar horas debatiendo y concluyendo si estábamos de acuerdo (o no) con sus planes de gobierno, pero nunca dudamos de que eran buenas personas, que lucharon por una noble aspiración: un país más justo y, lo más importante, «con honestidad, intelectual y el otro «. No se sabe que hicieron «paradas técnicas o de emergencia» en paraísos fiscales. Su vida austera no se puede comparar con la opulencia que rodea a muchos políticos emergentes en la actualidad.

El gobierno, en un año electoral, intentará intercambiar figurillas con anuncios, como el aumento de la base de ganancias que llegará a un sector minoritario, pero el grueso de la población llevada por políticos que los defraudaron cuenta sueños perdidos como antes ovejas a dormir.

«Más casas, menos casas … como mi Santiago» (Hermanos Ábalos dixit).

Juan José de Guzman
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jjdeguz@gmail.com

Agradecido por «una caricia al alma» de sus hijos

Nuestra hija menor, de 50 años, nos visitó. Fue una sorpresa con obsequio incluido. Con ella, como con mi hijo, estamos en contacto todos los días. Como vive más cerca, a unas 40 cuadras de distancia, hace todo el papeleo por nosotros y nos acompaña a todas partes.

Pero esta vez fue un día especial. Ya habíamos hablado de todo y se iba cuando le dije: «Doy gracias a Dios por los hijos que tenemos». Este es un sentimiento que llena mi corazón todos los días. Se da la vuelta y nos dice: «Somos lo que nos enseñaste a ser, así que la vida y nuestras experiencias individuales fueron puliendo nuestra personalidad, pero gracias a ti, somos quienes somos».

Fue una caricia para el alma …

Otilia Fernandez
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otiliafernández@yahoo.com

Banca desde casa: espere un poco de sentido común

En medio de una pandemia, los banqueros, argumentando por razones de seguridad comprensibles, realizan cambios en sus páginas, lo que generalmente genera numerosos inconvenientes, aunque se hacen a favor de los usuarios. La pérdida de tiempo para entender, comprender y averiguar qué usa cada usuario en la página es molesta. Lo peor es el bloqueo común del código de acceso y la dificultad casi segura de restaurarlo, ya que la comunicación telefónica o los servicios interactivos son difíciles de especificar. Lo mismo ocurre con la AFIP con motivo de vencimientos importantes.

La imposibilidad de realizar operaciones diferenciadas en homebanking genera pérdidas económicas y complicaciones emocionales que no deberían ocurrir. Los gestores bancarios deben saber que la mayoría de los usuarios de sus servicios son inmigrantes digitales (nacidos hace más de 40 años) y nativos no digitales (nacidos desde finales del siglo XX) a los que las tecnologías de la información han vinculado su vida desde el primer día. de vida. Creo que un poco de sentido común ayudaría mucho en una sociedad que ya tiene muchos problemas que resolver a diario.

Gabriel C. Varela
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gcvarela@hotmail.com

¿Es un peatón para peatones o ciclistas?

¿Es la bicicleta un vehículo o no? No voy a entrar en decir que deberían tener patente, registro y seguro obligatorio a terceros. Solo te contaré mi experiencia. Fui al centro al cine y cuando salí decidí caminar por la calle Corrientes, en su zona peatonal. Descubrí dos cosas. El malecón se ha transformado en pista de alta velocidad y piruetas para todo tipo de ciclistas que circulan evitando a los peatones. También me permitió descubrir que parte de la zona peatonal está destinada a ellos. Pero no hay carril bici bien señalizado, lo que significa que no es respetado, ni por senderistas ni ciclistas.

La guinda del pastel la puso un hombre que, aparentemente conduciendo la caravana, ocupó toda la zona peatonal con una sorprendente cantidad de ciclistas a lo ancho de la vía. El mayor problema es para aquellos que tienen movilidad limitada cuando son ancianos, están en silla de ruedas o son ciegos. A la velocidad con la que se mueven los ciclistas, ninguno de ellos ha podido esquivarlos.

¿Son vehículos o no? ¿Deben viajar donde van los vehículos o donde van los peatones? Es una pregunta que puede dar lugar a otras un poco más complicadas y que requieren una valoración más detallada. Ahora, mientras tanto, ¿qué hacemos?

Alberto O.Colonna
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aocolonna@gmail.com

Noticia de Argentina

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