En 2019, una coalición de partidos políticos venezolanos respaldados por Estados Unidos tenía grandes ambiciones de derrocar al presidente Nicolás Maduro y cortar su financiamiento mediante la incautación de unos 20.000 millones de dólares en activos extranjeros de su régimen y administrándolos por su cuenta.
Desde entonces, el control de Maduro sobre el poder se ha endurecido. Los esfuerzos para restaurar la democracia se han estancado. Y la alianza política encabezada por Juan Guaidó, a quien Washington apoya como presidente legítimo de Venezuela, se está desgastando en medio de disputas sobre cuánto poder debería ejercer y la supuesta mala gestión de las empresas estatales que controla la oposición.
Fuente: WSJ