La música es de esas que nos hacían huir del insufrible rock progresivo: el martilleo de los coros melancólicos, la percusión que no para y el sintetizador muy “étnico”, muy “el sur también existe”. De las escaleras tan bonitas, con esas viejas barandillas que, gracias a Dios, no han quitado su marca. morenista, que je ne sais quoi de fianguis fayuquero tan 4T, dos modelos altos y morenos bajan con prendas de evidente origen artesanal que, sin embargo, también demuestran que los talentosísimos artesanos de nuestro país no son ajenos a lo que sucede con la moda en el mundo.
Pronto. Le siguen los chales, huipiles o huaraches que acompañan unos pantalones de tela muy ceñidos, de diseño muy español, e incluso unos shorts de mezclilla en un modelo rubio y sólido. La experiencia -consejo: evita todo lo que se llame “experiencia”- se llevó a cabo en 2021, en Los Pinos, bajo el sello “pasarela”. Pues ha llegado su segunda edición, en el mismo escenario y con el mismo organismo organizador: el Ministerio de Cultura.
¿Qué pasó ese año, entre el primero y el segunda edición de Original? Ella pasó tanto tiempo Secretaria de Cultura, Alejandra FraustoQué Beatriz Gutiérrez Muller, se apoderaron del término “apropiación cultural” y comenzaron a acusar de plagio a varias marcas de ropa por filmar, dijeron, los diseños de nuestros artesanos.
Ya hablé antes de la “apropiación cultural”, algo que no existe. La artesanía no tiene autor: no hay plagio. No proviene de 500 años de resistencia, ni de culturas puras e intactas, sino, como toda producción cultural, de una contaminación permanente que involucra aquí, digamos, a España, al diseño occidental e incluso a la cultura de masas. Es puro eclecticismo, entonces, como toda cultura; Es refractario al antropologismo.
El fastidio, en realidad, viene del prejuicio: que sean los diseñadores occidentales y los capitalistas ricos y malos, los que recurran a los diseños tradicionales, mientras que, por ejemplo, su uso folclórico con fines de propaganda política parece sano y celebrado: el presidente con un collar de flores. o una camisa bordada sí, Ralph Lauren no, por mucho que la cultura tienda a ser capitalista, ya que sólo el dinero nos hace libres.
no es nuevo Al menos desde el período posrevolucionario, nuestros políticos se han vuelto paternalistamente superficialmente hacia los artesanos, mientras, como ahora, gastan el presupuesto en otras cosas. Lo que es nuevo es este nivel de broma que se cuenta a sí misma.
La contradicción flagrante: ¿realmente vamos a sostener tal antropologismo basado en el símbolo del capitalismo duro que son las pasarelas, entre sintetizadores y zapatos de tacón a juego con el huipil, como un fin de semana en Tepoz? Coherencia, por favor: o sálvanos el discurso, o sálvanos el sintetizador.
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@juliopatan09
MAÍZ
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