Un anuncio del Vaticano el jueves por la noche de que había cancelado la transmisión en vivo planificada del comienzo de la reunión entre el presidente Biden y el Papa Francisco, limitándola solo a la llegada de la caravana de Biden, rápidamente se convirtió en material para el análisis partidista.
«La Administración Biden esperaba tener una amplia cobertura mediática del presidente y el Papa durante su reunión de mañana», dijo la Liga Católica profundamente conservadora. escribió en Twitter. «Pero ahora el Vaticano ha lanzado una llave inglesa a esta táctica oportunista».
Matteo Bruni, el portavoz del Vaticano, describió el acceso limitado como un «procedimiento normal» durante la pandemia, y el Vaticano dijo que proporcionaría a las organizaciones de noticias videoclips editados después de la reunión. Pero a partir del viernes por la mañana, aún se estaba discutiendo más acceso, y la Casa Blanca dijo que estaba presionando para eso.
El contenido real de las audiencias con el Papa, especialmente con los jefes de estado, siempre está restringido, pero en el pasado, los reporteros y, a veces, las cámaras de noticias independientes podían estar presentes en el Palacio Apostólico para presenciar los saludos y el intercambio de obsequios.
A pesar de lo limitado que era ese acceso, daba una sensación del tono de una reunión y, a veces, los periodistas captaban fragmentos de conversaciones de interés periodístico.
El viernes, el cuerpo de prensa mundial también estaba luchando por el acceso. Por lo general, a los reporteros y fotógrafos se les permite unos minutos para ver a los jefes de estado visitantes intercambiar saludos y obsequios con el Papa. Estas visitas se remontan a la era de Woodrow Wilson, quien en 1919 se convirtió en el primer presidente de Estados Unidos en visitar la Ciudad del Vaticano.
La historia del Vaticano de ofuscación, opacidad y mensajes al estilo Pravda está bien establecida. En 2005, el día después de que el Papa Juan Pablo II se sometiera a una traqueotomía para aliviar los problemas respiratorios, el entonces portavoz del Vaticano dijo a los periodistas que había disfrutado de un desayuno de 10 galletas. Murió poco después.
Pero la inclinación por la privacidad ha creado un desafío de comunicación para la institución, especialmente en una era de las redes sociales en la que se espera información inmediata y actualizaciones incesantes.
El Papa Francisco, por ejemplo, cree que los detalles granulares de su salud no son necesariamente asunto de nadie más.