La historia universal es, en gran medida, bélica y, por tanto, proporciona innumerables ejemplos de cómo se forman los ejércitos. Una de estas formas es el reclutamiento primitivo o forzoso de personas mayores de edad para ir al frente, o la institucionalización del servicio militar obligatorio.
Por ejemplo, Doris Kearns Goodwin, en la magnífica obra Team of Rivals que noveliza el genio político del presidente Abraham Lincoln durante la Guerra Civil, narra dramáticamente los momentos previos a la firma de la Proclamación de Emancipación que se hizo en plena celebración del Año Nuevo. Nuevo de 1863. Con mano temblorosa y a punto de firmar la proclamación, narra Goodwin, Lincoln se detuvo y dijo: “Nunca, en mi vida, me sentí más seguro de que estaba haciendo lo correcto, que al firmar este papel.. Si alguna vez mi nombre pasa a la historia será por este acto y mi alma está en él”.
El viejo honesto -como también se le llamaba por su semblante y cualidades- pasó a la historia al emancipar a más de 3,5 millones de esclavos. Sin embargo, esto generó lo que el propio Lincoln llamó “fuego por la retaguardia”, literal y real “disparo en el trasero”. Y con esto se refería a los hechos inmediatamente posteriores a la abolición de la esclavitud: las vicisitudes provocadas por su propia facción y por sus correligionarios. Uno de esos “incendios” fue el reclutamiento forzoso de hombres entre 25 y 35 años y todos los hombres entre 35 y 45 años que no estaban casados.
Esto le valió a Lincoln un movimiento de oposición política por razones pacifistas o por estar en contra del abolicionismo. Este movimiento llamado Copperhead y encabezado por un congresista de Ohio, Clement Vallandigham, unió los espíritus contra el emancipador. Inclusión hecha de quienes favorecían la guerra para someter la rebelión del sur y proteger la Unión, pero no para ir a luchar en nombre de los esclavos negros. A pesar de los «días oscuros de enero a marzo de 1863», Lincoln logró superar los obstáculos y lograr la victoria en la guerra, a pesar de exigir patriotismo por decreto.
Y esta situación de reclutamiento forzoso -a través del servicio militar obligatorio- no cambió hasta después de la Guerra de Vietnam, a través del alistamiento voluntario en EE.UU. Situación que no se da en la Rusia del siglo XXI, desde que en septiembre pasado el presidente Putin ordenó la activación de 300 mil reservistas para enviarlos al frente.
El tiro por la culata de Putin no se hizo esperar: la deserción y fuga de hombres rusos en condiciones de luchar no se veía desde Stalin como ahora que abarrotaban aeropuertos, trenes y autobuses que salían de la Madre Rusia. ¡Qué diferente el alboroto varonil sobre la invasión de Ucrania ahora que el alistamiento es forzoso!
En 1878 en nuestro país, el ilustre Ignacio L. Vallarta emitió uno de sus Votos menos conocidos como juez de la Corte Suprema en aras del patriotismo por convicción: al conceder a Jesús Rosales amparo contra la exacción y consignación al servicio militar habiendo sido contrario a su voluntad. Vallarta no escuchó el corrido que años después justificaría la leva revolucionaria: “vino el remolino y nos levantó” y que sería retratado en Los de bajo, de Azuela, y en La Bola, de Rabasa.
POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA
MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN
MBL
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