¿Por qué la UE debe proteger a las personas con problemas de salud mental?


Es probable que la demanda de apoyo para la salud mental aumente bruscamente a raíz de la crisis del coronavirus. La UE debe actuar para proteger y apoyar a su gente, escribe Claudia Marinetti.

Claudia Marinetti es la directora de salud mental en Europa

Europa atraviesa una de las crisis más graves de la historia reciente. COVID-19 aumenta la vulnerabilidad de nuestra salud, la economía y la sociedad. La pandemia también ilustra cuán desproporcionado es su impacto en las poblaciones en situaciones vulnerables, incluidas las personas con problemas de salud mental. Los niveles crecientes de estrés y ansiedad son la punta del iceberg. Es probable que el aislamiento social del coronavirus aumente la demanda de apoyo para la salud mental. No debemos subestimar las implicaciones para la salud mental de la crisis del coronavirus. El costo de salud mental de la crisis de COVID-19 se desarrollará en los años, si no décadas, por venir.

Solo cada sexto adulto en la Unión Europea se vio afectado por problemas de salud mental antes del brote de COVID-19, es decir, más de 84 millones de personas. El impacto económico de la mala salud mental le costó a la UE el 4% del PIB en pérdida de productividad y costos sociales. Con COVID-19 hundiendo la economía mundial en una recesión, las disparidades sociales y económicas solo exacerbarán el impacto de la pandemia en la salud mental. Mujeres víctimas de violencia doméstica, personas mayores, jóvenes y trabajadores con salarios bajos: el brote global de COVID-19 pone a cada generación en mayor riesgo.

Para las personas que luchan para hacer frente mentalmente a COVID-19, los desafíos se complican. En Bélgica, por ejemplo, 40 organizaciones de salud mental están alarmadas por la interrupción de los servicios de salud mental. Casi todas las terapias cara a cara. han sido cancelados debido a la escasez de personal o por razones de higiene. 60% de los usuarios de servicios de salud mental en los Países Bajos reportado suspensión parcial o total de su tratamiento. El 80% de los encuestados no pudo acceder a la atención diaria. Algunos servicios solo están disponibles a ciertas horas. En principio, tienen como objetivo proporcionar continuidad, pero no abordan las necesidades de las personas que atraviesan una crisis. Al no tener acceso a estos servicios vitales, miles de personas experimentan altos niveles de angustia mental sin la atención que necesitan con tanta urgencia.

Las personas con problemas graves de salud mental tienen poco poder para protegerse si tienen que permanecer en instituciones. La pandemia actual los deja vulnerables al abuso y la discriminación. Corren un riesgo particular de contraer el virus debido a fallas en los sistemas de atención de salud mental, como resultado de condiciones de hacinamiento e insalubridad. En Francia, las instituciones de asistencia social han sido bloqueadas en respuesta a la pandemia de coronavirus. La falta de supervisión por parte de sus familias debido al aislamiento expone a las personas que viven en instituciones a malos tratos. Similar, en Grecia, las unidades psiquiátricas han encerrado a las personas en sus habitaciones, privándolas del acceso telefónico y a internet. Estas medidas inhumanas ponen a las personas con problemas de salud mental en un mayor riesgo de angustia psicológica y peligro físico, al tiempo que les despojan de sus derechos y dignidad.

A pesar de las trágicas circunstancias, hay algunas lecciones que la UE ya puede extraer para el futuro. En primer lugar, la salud mental debe formar parte de una acción más fuerte y coordinada. Una respuesta europea, no esfuerzos nacionales fragmentados, es esencial para contrarrestar los efectos negativos del COVID-19 en la salud mental.

En segundo lugar, la Unión Europea debe tomar medidas rápidas y repensar las prioridades de su agenda de salud. Esto incluye la adopción de estrategias integrales a largo plazo para mitigar las consecuencias sanitarias y socioeconómicas de la crisis actual en las personas con problemas de salud mental. Invertir en salud mental puede tener un impacto positivo en el mercado laboral y la economía en general. La UE también debe abordar la discriminación estructural, las prácticas de exclusión y la legislación discriminatoria. Si queremos asegurarnos de que la crisis del coronavirus no se convierta en una crisis de salud mental a largo plazo, debemos proporcionar una respuesta basada en los derechos humanos a esta pandemia: priorizar a las personas sobre las ganancias, abarcar a toda la comunidad e incluir las necesidades de las personas con psicosocial discapacidades

Una vez que superamos este período crítico, la UE debe centrarse en construir economías y sociedades más equitativas, inclusivas y sostenibles para ser más resistentes contra las pandemias y los muchos otros desafíos globales que enfrentamos. Somos tan fuertes como los más vulnerables en nuestra sociedad. Con una acción concertada intersectorial de la UE sobre salud mental, podemos convertir la crisis COVID-19 en un catalizador para un cambio positivo.