¿Por qué Nicolás Maduro no fue a la asunción de Lula da Silva en Brasil?

Según versiones, el líder de Venezuela temía ser arrestado, debido a las sanciones que le impuso Estados Unidos. Dudas y especulaciones.

La ausencia de Nicolás Maduro en Brasilia este domingo, durante la juramentación del presidente brasileño Luiz Inácio Lula, fue muy notoria a pesar de la estrecha amistad y solidaridad entre los dos jefes de Estado desde hace más de 20 años y los planes de retomar las relaciones bilaterales.

Días antes se había anunciado que el equipo de transición del nuevo presidente había logrado levantar las restricciones que existían para el ingreso de líderes chavistas en Brasil, y se esperaba la llegada del presidente de Venezuela.

Pero a última hora se anunció que la delegación de ese país estaría encabezada por el titular del Parlamento, el oficialista Jorge Rodríguez.

La falta de Maduro despertó interrogantes y dudas. Según supo en Caracas, no fue por voluntad personal que el mandatario venezolano no asistió a la tercera toma de posesión presidencial de su amigo brasileño. Es que le rodea una gran inseguridad por las sanciones impuestas por el gobierno de Estados Unidos.

La decisión del anterior presidente, Jair Bolsonaro, de levantar la prohibición a Maduro de ingresar a Brasil no fue suficiente.

Maduro se tuvo que conformar el domingo con enviar un saludo a su nuevo homólogo brasileño a través de Twitter.

Maduro elogió el nuevo gobierno de Lula y optó por la reanudación de las relaciones diplomáticas y económicas tras la ruptura que tuvo con Bolsonaro por haber reconocido al opositor Juan Guaidó y su gobierno interino, eliminado el 30 de diciembre.

bloques regionales

Las circunstancias políticas regionales en las que la mayoría de los países latinoamericanos ahora son de centroizquierda favorecen al gobierno de Maduro para formar bloques de ideas afines y alianzas ideológicas, pero no sus condiciones personales como gobernante sancionado tanto en América del Norte como en Europa.

Durante casi tres años Maduro enfrenta acusaciones de presunta vinculación con cárteles de la drogacomo «los tres soles», así llamados por los militares venezolanos que protegen al presidente.

El presidente del Parlamento venezolano, Jorge Rodríguez, junto al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, tras su toma de posesión el 1 de enero. Foto: EFE

Su cabeza tiene una recompensa de 15 millones de dólares ofrecida por la justicia americana, que los cazarrecompensas tienen en el punto de mira, vaya donde vaya.

La DEA lo monitorea en su radar y lo sigue paso a paso. La familia presidencial venezolana está vinculada al narcotráfico. Los dos sobrinos de su esposa, Cilia Flores, y los hijastros de Maduro fueron condenados a 18 años de prisión por traficar 800 kilos de cocaína a EE.UU. hace cuatro años. Sin embargo, fueron liberados hace dos meses con un indulto del presidente Joe Biden a cambio de permitir el reingreso a Venezuela de la petrolera Chevron.

Relación con los Estados Unidos

Las relaciones con EE.UU. también están rotas pero Maduro está dispuesto a reconstruir los vínculos en torno a la crisis energética derivada de la invasión rusa a Ucrania.

“Venezuela está preparada, totalmente preparada, para dar rumbo a un proceso de normalización de las relaciones diplomáticas, consulares, políticas, con este gobierno de Estados Unidos y con los gobiernos que vengan”, dijo este domingo en una entrevista.

Maduro también encabeza la cadena de mando de los sancionados en las acusaciones que la Comisión Especial de Naciones Unidas ha investigado sobre la violación de derechos humanos, maltrato y tortura de presos políticos en las cárceles del país, sumado a las 17 casas de tortura clandestina.

Por si fuera poco, el Fiscal General de la Corte Penal Internacional en La Haya, Karim Khan, ha iniciado una investigación directa a las víctimas de violaciones de derechos humanos en territorio venezolano. Maduro es el único presidente investigado por la CPI en la región.

El presidente tampoco pudo asistir a la toma de posesión del colombiano Gustavo Petro, un viejo amigo suyo desde la era guerrillera. Su silla entre los dignatarios presidenciales invitados lució vacía en Bogotá como lo estuvo este domingo en Brasilia.

Internamente, con su chaleco antibalas, Maduro tiene cuidado de no aparecer en actos públicos abiertos o en la calle por temor a ser atacado y abucheado. Donde la seguridad a prueba de balas está garantizada es en Cuba, a donde viaja clandestinamente con frecuencia.

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