Partamos de la elección presidencial de 1976 donde el único en aparecer en la boleta electoral para la elección fue José López Portillo, quien también obtendría el 100 por ciento de los votos computados.
Esto demostró que el sistema electoral en México no funcionaba y no podíamos pretender hablar de democracia. Este fue entonces el precedente de la reforma electoral de 1977, donde, entre otras cosas, se acordó abrir espacios de radio y televisión a todos los partidos, y con ello llegaron los primeros diputados plurinominales de la oposición, además, la Se conformó la Comisión Federal de Elecciones, encargada de llevar a cabo los procesos electorales.
Irónicamente, una década después, en 1988, la presidencia de dicha Comisión Federal Electoral la ostentaba el mismo Secretario de Gobernación, por lo que no hubo un verdadero árbitro ni una voz imparcial, lo que llevó a la creación del Instituto Federal Electoral. electoral (IFE). Sin embargo, en sus inicios siguió siendo intervenida por el brazo operativo del Presidente de la República.
Fue en 1996, cuando Andrés Manuel López Obrador (PRD) y Felipe Calderón Hinojosa (PAN) asumieron la presidencia de sus respectivos partidos, y lo primero que pidieron como líderes opositores fue darle autonomía al IFE para tener certeza. en procesos electorales. Obedeciendo a la demanda ciudadana, el IFE se convierte en una entidad autónoma y los primeros asesores electorales son elegidos en un consenso entre el partido de gobierno y las dos fuerzas políticas con mayor representación en la oposición, que eran el Partido de la Revolución Democrática y Acción Nacional. . .
Como resultado, en 1997, el partido en el poder perdió por primera vez su mayoría en el Congreso de la Unión y la Ciudad de México pasó a ser gobernada por una fuerza distinta al gobierno federal en el poder. La autonomía del cuerpo había dado sus primeros frutos.
A veintisiete años de este inicio democrático, aunque no estemos de acuerdo con las propuestas, las campañas, los candidatos, así como con los que ganen, por fobias y filiaciones personales, lo que sí tenemos que reconocer es que hoy nuestro funciona el sistema.
¿Qué puede ser mejor? Naturalmente, como todo sistema, se puede perfeccionar, pero siempre buscando tener confianza en los resultados; tal como los tenemos hoy.
El Plan B del presidente Andrés Manuel López Obrador contradice sus propias causas como opositor, y es que una Reforma Electoral que no busque el diálogo ni el consenso llevará a una pérdida de confianza en los procesos electorales, y al final podría disolver el sentimiento. de tranquilidad y paz a la que estamos acostumbrados después de una jornada electoral.
Diputado Local del PAN en San Luis Potosí
@RubenGuajardoB
LSN
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