Ocurre cada cuatro años, sin falta. Incluso comienza antes de que termine la competencia. A medida que avanza el torneo y los partidos son menos, no podemos dejar de pensar que la culminación está cerca. Sobre todo en esos días que transcurren entre las semifinales y la final.
Y que esta final del Mundial fue épica y quedará grabada en nuestra memoria por muchas razones.
Así que ahora quiero centrarme en lo que pasó antes, en esas cosas que pueden desvanecerse con el tiempo.
32 equipos nacionales compitieron en la copa del mundo. Esta Copa del Mundo confirma una tendencia general de progreso técnico y táctico. Poco a poco se van acortando los huecos. Por mucho que nos sorprenda, quizás el que Japón, Corea del Sur o Marruecos han avanzado a lugares históricos para ellos y que Alemania, Uruguay, España o Portugal han sufrido reveses igualmente sorprendentes, no necesariamente fruto de la casualidad, sino de cambios en la dinámica profesional del fútbol.
Sí, todo esto tiene que ver un poco con los grandes postes de fútbol. Muchas de las selecciones nacionales exitosas tienen a sus jugadores en selecciones europeas, donde el alto nivel competitivo y la vanguardia técnica y tecnológica empujan a todos hacia delante. Tal vez eso meta en problemas a Italia o Alemania, cuyas ligas locales a menudo están dominadas por un solo equipo durante largos períodos de tiempo, lo que las hace menos competitivas.
Hay mucho que pensar en estos análisis y seguramente los próximos cuatro años estarán llenos de estos debates, pero hoy quiero celebrar muchas cosas que vi y sentí:
Comienzo con Japón y la forma en que juegan. Muy clásico, con orden y disciplina en defensa, rápido y ágil en ataque, todos sus jugadores defendían o atacaban según las necesidades, eran un equipo y lo hacían sentir ocupando espacios en el campo y combinando. Si tengo que describir esta forma de jugar en una sola palabra, «hermoso» es lo que me viene a la mente.
Brasil puede haber decepcionado con los resultados, pero su magia perdurable nunca falta. Sólo ese juego alegre, chispeante, de disfrute y experimentación pudo dar como resultado un gol como el de Richarlison ante Serbia, premiado como el mejor del torneo. Los brasileños en la cancha no le temen a nada, se atreven con todo y esa actitud, que incluso puede parecer irrespetuosa o antideportiva, en algunos casos, sobre todo en sus celebraciones, define su juego y le da brillo. Quizá por eso Croacia, heredera de esa Yugoslavia bautizada como «el Brasil europeo», supo frenarlos, y quizá por eso perdió en los penaltis. Es mucho más difícil coger el ritmo de la samba cuando lanzas un penalti que cuando están construyendo la jugada en el campo.
Croacia también era un equipo que no dependía de sus individualidades sino de su juego, de un estilo propio que saben conservar, y aunque eso no les alcanzó después de ese gol tempranero que marcó Argentina, tuvieron un torneo que muy merecidamente Los dejó en la tercera sede de competencia. Un caso diferente de Holanda, que si bien tienen un estilo que ha generado escuela, me parece que esta vez no se quedaron muy pegados a él, jugaron raro, por decirlo de alguna manera y quizás eso costó ellos eliminación.
Francia e Inglaterra se enfrentaron en uno de los mejores partidos del torneo. Cada uno llegó haciendo prácticamente lo mínimo, dejando que la superioridad de sus estrellas y su tradición futbolística hicieran su parte. Pero estar uno frente al otro sacó lo mejor de sí mismos. Quizá por eso todo se decidió en una sola jugada, ese tiro de Kane que fue una tragedia y que nos recuerda que hasta los mejores pueden tropezar que les pesa para siempre.
Hablaré muy poco de Argentina. Para todos fue una sorpresa que perdiera ante Arabia Saudita en el primer partido de la Copa del Mundo y su camino hacia la final no estuvo exento de dificultades. Incluso nuestro Tri lo puso difícil en la primera mitad de ese partido, en la fase de grupos en la que corrimos y lo dimos todo en el campo intentando alargar nuestro sueño. Al final, en ese partido y en los demás, Messi lo decidió todo, pero lo que creo que pasó con Argentina es que sí, lo tenían a él, pero también tenían un equipo y creo que esos tiempos, todos los tiempos que estaban en Al filo de la navaja, los prepararon para esa final que tanto sufrieron. Argentina tenía una ilusión que Francia no y quizás por eso ahora es justa campeona del mundo.
Me fui de Marruecos al final porque me parece una de las historias más bonitas del mundo. Marruecos soñó y llegó a semifinales. Sí, muchos de sus jugadores juegan en Europa y de hecho ni siquiera nacieron allí. Jugó de varias formas, con una defensa feroz, pero también arriesgó y fue en busca de goles, sobre todo en el último partido. ¿La diferencia entre el talento y la tradición futbolística entre Francia y Marruecos es 2-0? Seguro que es más grande y aun así me parece que con el tiempo y haciendo las cosas bien no será insuperable y eso nos llena de esperanza a todos los hinchas del mundo, que nunca hemos llegado a una final y que soñamos con que algún día será nuestro. Elige los que levantan la copa. Deseo.
Mientras tanto, la abstinencia del Mundial nos seguirá un tiempo más, hasta que empiecen de nuevo las ligas o la UEFA Champions League. Pero en los malos momentos de resaca tengo estas imágenes a las que aferrarme y supongo que tú tendrás las tuyas.
POR GUSTAVO MEOUCHI
COLABORADOR
@GUS23258924
MAÍZ
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