En algún momento de reflexión, cualquier ciudadano puede preguntarse objetivamente, ¿qué es el surrealismo? Y sí, ¿se han cumplido las promesas de campaña en materia de seguridad pública? Esto, porque miles de personas creyeron con devoción, que el 22 de octubre de 2019 terminaría la inseguridad, el cáncer que carcome las entrañas del país, que asola a la gente de bien y destruye a chairos y fifis por igual.
Además, millones de personas tenían la certeza de que los homicidios se reducirían en un 50 por ciento a la mitad del sexenio, en comparación con el período del gobierno de Enrique Peña Nieto, como prometió el presidente López Obrador.
El ciudadano en una breve nota diría que el surrealismo es una corriente artístico-literaria, que reconoce a su fundador y principal ideólogo en André Breton, autor del manifiesto del movimiento, publicado en París en 1924. Abundaría, que la palabra proviene del francés surréalisme, cuyo origen se atribuye a Guillaume Apollinaire, quien lo utilizó en 1917 en el subtítulo de una de sus obras y significa lo que está por encima del realismo.
Frase concebida para superar el Racionalismo Burgués, que imponía límites a la imaginación. Esa imaginación que desborda en la idiosincrasia mexicana y que a veces cae en lo excéntrico, lo psicótico o lo irreal.
Respecto a la segunda pregunta, expresaría con datos en mano, que muy poco han cambiado las cosas, de hecho, en mayo pasado se batió el récord como el mes más violento en lo que va de 2023, cuando se cometieron 2.350 homicidios dolosos, un promedio de 76. asesinatos por día.
Es claro que aún queda mucho por avanzar en este tema, por lo que las promesas del presidente siguen siendo solo promesas. Por eso, insta a este país a transformarse para el bien de sus habitantes.
No la que se ofrece en los periodos electorales de inercia, la que compramos para mimetizarnos con la mayoría por interés, por hastío o generada en la polarización que fomentan los propios políticos. Pero la que cambia la realidad para el bien de todos, la que nos une, la que nos hace empáticos para caminar hacia un objetivo común, que es la nación.
México Mágico es la belleza y riqueza de nuestro país, sus gentes y culturas diversas, sus anfitriones y talento. Sin embargo, esta bella faceta tiene su otra cara, la cara emocionada de una parte del pueblo, que cree que sus males acabarán con un sueño, con magia, con un tlatoani.
Pero cuando despiertan, los males continúan y la gente considera que no es el sueño en sí, no es el tlatoani, no es su magia la que ha fallado, buscan excusas en causas externas. Se dice: lo que no permite el progreso, es un pasado nefasto, el cerdo construido en períodos anteriores, es la ira de los antipatriotas y oligarcas que crean complots y masacres, para que el costo político tenga un destinatario, el presidente.
Ahora bien, ese ciudadano inquieto también puede preguntarse ¿qué es la posverdad? Y él respondía acudiendo al diccionario de Oxford, señalando que la gran palabra del año 2016 era posverdad, que en español traducimos como posverdad. Concepto que indica que, entre la verdad y la mentira, existe un territorio difuso que escapa a estas dos definiciones.
La posverdad implica vaguedad en la frontera entre la verdad y la mentira, creando una tercera categoría diferente a las dos anteriores. Aquel en el que un hecho, ficticio o no, se acepta de antemano por la simple razón de encajar en nuestros esquemas mentales, por nuestra conveniencia política o por la falacia de autoridad impuesta por algunos medios y figuras con poder o reputación pública. Es una construcción u opinión que se pretende imponer por encima de los hechos, por encima de la verdad.
Después de las elecciones en el Estado de México y Coahuila, estamos viendo las historias y relatos de cada uno de los partidos, lo que quieren que crea la mayoría de los mexicanos, no para mostrar la verdad a la opinión pública, sino para justificar su comportamiento y con esto , mantener sus canonjías. Volviendo a abundar la posverdad y el surrealismo como mecanismos al servicio de los hombres y mujeres en el poder.
Puro surrealismo y posverdad con los que intentan convencernos a diario, de que lo que nos conviene es la polarización, el enfrentamiento y la división. Porque, aunque el pueblo pierda y entre en crisis, sigue gastando los recursos de todos, no para nuestro bien, sino para sus intereses sectarios.
El surrealismo “que está por encima del realismo” es parte íntima de nuestra cultura y de sus manifestaciones ideológicas. Como afirma Slavoj Zizek, en su obra El objeto sublime de la ideología: La ideología no funciona a nivel del saber, sino del hacer, en las acciones de la vida práctica. Y la práctica que encarna es asimilada inconscientemente, manifestándose en acciones sociales, en la materialidad de nuestro entorno.
POR HUMBERTO MORGAN COLÓN
LSN
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