Los representantes comerciales de Estados Unidos y México tuvieron un encuentro rocoso, por decir lo menos. La parte mexicana no informó nada discutido, aunque reconoció que la reunión se llevó a cabo en Washington. La parte estadounidense, fiel a su estilo, publicó un resumen de lo que, desde su punto de vista, sucedió en ese encuentro.
Por el Secretario de Comercio de México, Raquel Buenrostro la reunión simplemente «tuvo lugar». Para el Embajador Tai, como representante de los Estados Unidos, las partes acordaron continuar los esfuerzos para fortalecer los lazos económicos dentro del marco regulatorio de la T-MEC.
Tai enfatizó que Estados Unidos espera una pronta respuesta de México a sus preocupaciones sobre las políticas energéticas de la actual administración que no se corresponden con el espíritu de trato nacional del acuerdo comercial suscrito entre los tres países.
También agregó un nuevo ingrediente a la discusión: pidió a México adherirse a lo señalado en el T-MEC en relación a la contratación de trabajadores en situación de urgencia (conocidos como trabajo forzoso o esclavo), sugiriendo que se trata de un trabajo práctica que el gobierno mexicano permite. El artículo 23.12 del T-MEC hace referencia expresa a la prohibición del “trabajo forzoso” y contiene el compromiso de los tres países firmantes de luchar contra estas prácticas. La Organización Internacional del Trabajo, de la cual México es miembro y firmante de su Carta fundacional, prohíbe el trabajo forzoso en todas sus formas.
Tai también expresó que México está obligado, de conformidad con lo suscrito en el T-MEC, a aplicar la legislación ambiental respecto de las prácticas marítimas de empresas mexicanas que no acaten las vedas estacionales para la pesca de especies en peligro de extinción.
Agregó que no sería aceptable, según el acuerdo vigente, que México interrumpiera la libre importación de maíz a nuestro país.
Todo esto lo dijo el Embajador Tai, con base en el principio consagrado en el seno del T-MEC que se refiere a la igualdad de trato nacional de las inversiones y mercancías dentro de los límites de las tres naciones. Este es el principio rector del acuerdo.
Cualquier trato discriminatorio de las inversiones y mercancías por cualquiera de las tres partes se considera violatorio del concepto esencial del T-MEC. Informes periodísticos describen una respuesta negativa de México a todo lo planteado por el embajador Tai. El secretario Buenrostro está básicamente decidido a hacer lo contrario de lo que Tatiana Clouthier pretendía y no logró.
Quería llegar a un acuerdo con los estadounidenses y los canadienses en materia energética. Clouthier fracasó porque el «trío soberanista» (Nahle, Romero, Bartlett) nunca aceptó la condición de trato nacional para el sector energético. El presidente no lo acepta. Básicamente sabotearon lo que Clouthier estaba negociando. Por supuesto, es obvio que Clouthier estaba precisamente delirando, incapaz de reconocer la verdadera naturaleza programática del gobierno que representaba.
El cambio de Clouthier a Buenrostro del lado mexicano ha significado que este trío soberanista se apodere de las líneas estratégicas de la negociación. Y el conflicto por el sector energético promete agudizarse, pues el plazo para resolver el conflicto, o acudir a paneles de litigio, es antes de la reunión entre los gobernantes de los tres países.
La fecha ha sido movida varias veces. Parece que ahora será el 7 y 8 de enero en la Ciudad de México. Sin embargo, es evidente que no existen las condiciones para un acuerdo entre los tres países en el sector energético. Y el presidente López Obrador lo sabe. Por ello, está aplicando la estrategia de “vuelo hacia adelante”. En este caso, tiene la intención de crear deliberadamente posiciones conflictivas adicionales para ocultar el conflicto original con los socios del T-MEC. Y por eso quiere imponer su narrativa en el encuentro.
El Presidente propone proponer que el T-MEC tendrá que expandirse a toda América Latina y el Caribe. Quiere posicionarse como representante de todos los pueblos oprimidos del continente. Sabe muy bien que es imposible siquiera contemplar la propuesta si él mismo no está cumpliendo a cabalidad con el acuerdo. Él, entonces, les va a ofrecer algo imposible de aceptar para crear una disputa “moralmente justificada” con Estados Unidos y Canadá frente a una supuesta visión heroicamente integracionista mexicana.
En la propuesta de López Obrador hay una intención de cuestionar y confrontar a los socios. Y sirve para desviar la narrativa de la reunión hacia una discusión sobre un acuerdo comercial que no se corresponde con la realidad de América Latina o el Caribe. Muy similar al boicot que impulsó antes de la Cumbre de la Democracia en Los Ángeles, California, cuando quiso sabotear el diálogo entre Biden y las naciones de América Latina y el Caribe.
Otro conflicto que promueve es por el maíz transgénico. Quiere convertirlo en un conflicto ideológico y político entre las perversas empresas transnacionales (gringos) y los pueblos originarios cuya pureza está fuera de toda duda. Por primera vez explica que le preocupa la salud de los mexicanos (osea, por los niños con cáncer y la solución al Covid con amuletos).
Desafiante, ahora sí, dice López Obrador que quiere llegar a los paneles del T-MEC para argumentar que México dejará de importar maíz de Estados Unidos a partir de 2024. El Presidente insinúa que ir a los paneles es algo parecido a ir a la guerra juntos con Rusia contra Ucrania. Como un desafío a los malos.
López Obrador no va a la reunión con Biden y Trudeau para resolver los asuntos que tiene pendientes. Más bien, está custodiando armas para llegar y sorprender con aproximaciones que, piensa, lo colocarán en algún pedestal como héroe de la resistencia popular contra las agresiones del Imperio. Lo cual, por cierto, habla de lo desesperado que está por tener un legado que vaya más allá de su fracaso como presidente definido por reveses y falta de logros. Él le hará afirmaciones esencialmente no procesables, y lo sabe de antemano. De eso se trata: de robar la narrativa y no responder ninguna pregunta.
Un acercamiento sorprendente de Tai a Buenrostro fue sobre el tema del trabajo forzoso en México, que Estados Unidos presume que México ejerce y no detiene, en violación del contenido del T-MEC. Un supuesto lleva a pensar que el gobierno de Estados Unidos considera que los contratos firmados entre México y Cuba para importar supuestos médicos en condiciones de virtual esclavitud, indicarían que las relaciones bilaterales han caído a un punto históricamente bajo, y que lo que reina es la desconfianza. mutual.
Todo esto hace pensar que el encuentro programado entre los tres gobernantes no es viable en este momento.
¿Será por eso que el canciller Ebrard planea un viaje sorpresa a Washington el 15 de diciembre? ¿Para tratar de salvar la reunión de enero y reconstruir la negociación del T-MEC? De ser así, el augurio para él es negro, porque quienes tienen mano son los integrantes del trío soberano y un Presidente cuyo único interés es el martirio.
POR RICARDO PASCOE
ricardopascoe@hotmail.com
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MAÍZ
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