Nuestro presidente, como tantas veces, tenía razón. qué capacidad analítica; qué lucidez para interpretar la realidad; que ojo de neurocirujano para detectar celulas churidas. Así es como pasa a la historia. Sí, tenía razón: este país se estaba ahogando en la corrupción. Mire, por ejemplo, el caso del Estado de México que se emitió esta semana en guardián: más de 5.000 millones que se esfumaron bajo el manto priísta, a punta de empresas fantasmas. Por suerte viene Delfina.
Sí, muy sabio el Líder Moral. Por eso, es una vergüenza que su sexenio termine en tan poco tiempo. Lo que pasa es que un sexenio es un suspiro, y más allá del análisis tan necesario de la realidad nacional, ese análisis que tantos años le llevó, no le dio tiempo a nada. Con otro tiempo que le hubiera dado la Constitución a nuestro Referente Ético, con un poco de prórroga, seguramente hubiera barrido la podredumbre, la podredumbre. Por ejemplo, con algo, al menos una cosita, de lo que pasó en el sexenio de Príncipe Peña, el Semental Atlacomulco, el Rey del Golf. No sé, para presionar para que se arme una causa grave contra Lozoya.
Es más: podría haber iniciado la barrida abajo que nos prometió con los jugadores de casa. Ya saben: no volver a contratar al engañado Ovalle después de lo de Segalmex, para que aprenda a no juntarse con fuchi poo priístas; confirmar que no hay irregularidades en la contratación del hijo de mi abogado Bartlett, fans incluidos; revisar cuidadosamente el contrato de arrendamiento de mi Bodocón en Houston; pedir a los familiares que de ahora en adelante lleven cámara corporal para que no quede duda de que el efectivo va a la prosperidad del país; revisar qué onda con Cuau (otro Rey del Golf) y esas fotos con la mafia, para no opacar su reputación de líder social; decirle al secretario general que pague los vuelos de Premiere con su tarjeta personal para no dar armas a la reacción; matizar -no digo evitar: no exageremos- los elogios a Napito; decirle a Ana Gabi que nos traiga una medalla si pierde, para que no tenga que hablar de auditorías y cosas por el estilo; de pérdida cambiar el nombre del Instituto para Devolver lo Robado al Pueblo, para que los conservadores no hagan bromas con lo que jodieron el departamento de devoluciones, y verificar que no se vuelvan a comprar chorizos en Palacio a 17 mil el kilo .
Pero no tuvo tiempo. Digo esto porque, a estas alturas, hacer cambios a la Constitución parece imposible, por lo que nos quedaremos con las ganas de ver el sexenio en el que, ahora, gracias al Motor del Cambio, la Locomotora de la Decencia, la país será limpio y transparente como el alma de un bebé.
En todo caso, porque la esperanza nunca muere, repite con el Dr. Patán: “Sufragio efectivo, sí reelección”.
Julio Patan
COLABORADOR
@JULIOPATAN09
LSN
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