Túneles populares: otro sinrazón del castrismo

CUBANET destaca que el proyecto comenzó como todos los demás de Castro: el «Comandante en Jefe» aseguró que el imperialismo desencadenaría una guerra inminente para destruir «el último bastión del socialismo mundial». Los trabajos se llevaron a cabo con la colaboración de las Fuerzas Armadas, encabezadas por su hermano Raúl.

Lo que queda hoy de esos túneles son extrañas madrigueras subterráneas, con agua podrida y desechos de todo tipo, que ha provocado accidentes hasta el día de hoy.

La hija de un amigo tiene marcas en la piel de una tarde en que cayó en uno de esos túneles. Tampoco olvido que una mujer que vivía frente al patio de juegos del Parque Jalisco, en el Vedado, no pudo intercambiar porque sus paredes, techos y pisos se agrietaron durante la construcción de los túneles.

Hoy todavía nos preguntamos por qué se hizo ese proyecto. ¿Como instrumento de manipulación política, porque Fidel y Raúl previeron la caída de la URSS, o como instrumento social para distraer a los cubanos de la falta de alimentos?

CUBANEt destaca que luego de paralizar el programa habitacional y la actividad constructora en general, para ese proyecto se utilizaron más de 230 mil metros cúbicos de concreto, más la producción total de dos años y medio de varilla de La Antillana de Acero. Además, se invirtieron no menos de 850 toneladas de las reservas de combustible del ejército castrista.

Según un periodista europeo, «como si Cuba fuera un queso gruyere, la isla se llenó de túneles, que bien podrían ser una vía de escape para los líderes, en lugar de un refugio para la población».

Lo cierto es que, en el peor momento de la maltrecha economía cubana, el régimen derrochó recursos para una construcción de varios kilómetros de largo, que luego resultó inútil.

Cuando ya se habían excavado unos 600 kilómetros por debajo de La Habana, Fidel detuvo repentinamente las obras y sin explicación alguna para reclamar al niño Elián González de «las garras del imperialismo».

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