Luego de la primera jornada de protestas, la noche del jueves desde Palacio de Gobierno, la presidenta Dina Boluarte lanzó un discurso que inició con una ferviente felicitación a la Policía Nacional, por haber actuado con firmeza contra los manifestantes que recorrieron el centro de Lima y porque no se registraron muertos.
Boluarte no mencionó que, en el sur del país, en Arequipa, la policía mató a un ciudadano de tres balazos, con los que el número de fallecidos se elevó a 44, contados desde el inicio de su mandato. Todos vivían en provincias, no en Lima.
Este desprecio discriminatorio al diferenciar a los muertos limeños de los del interior del país, o maltratar a los que vienen del interior del territorio nacional, es una característica histórica de los gobernantes peruanos, rasgo que se acentuó cuando en la década del s. los años 40 del siglo pasado, comenzaron las oleadas migratorias hacia la Ciudad de los Reyes.
En 1952, el senador Manuel Faura Bedoya, quien representaba al dictador Manuel Odría, presentó un proyecto de ley para impedir el ingreso de provinciales a Lima.
En 2009, el presidente alan garcia trató a los indígenas Awajún como ciudadanos de segunda o “perros del hortelano” por oponerse a la explotación de los recursos naturales en sus territorios. García ordenó reprimirlos, lo que costó 33 muertos, entre policías e indígenas.
Y él era el ex presidente Pedro Pablo Kuczynski quien dijo, en alusión a los votantes de los Andes en el sur del país, que tienden a inclinarse por candidatos de izquierda: “La altura impide que llegue el oxígeno al cerebro”.
Boluarte no es muy diferente, aunque proviene de la región sur andina de Apurímac.
La presidenta trató de una «minoría violenta» que pretende «quebrantar el estado de derecho, generar caos y desorden, y dentro de ese caos y desorden, tomar el poder de la nación», a lo que exigen su renuncia.
es asombroso que Boluarte trata a los manifestantes antigubernamentales como una minoría que exigen su renuncia por encabezar un gobierno que se impone a balazos, aliado con los partidos políticos que no aceptaron la derrota de sus candidatos en las elecciones presidenciales de 2021 y que luego denunciaron falso fraude electoral, al estilo de los seguidores de Jair Bolsonaro.
¿Minoría? Según una encuesta reciente del Instituto de Estudios Peruanos, la desaprobación del presidente Boluarte es muy alta, en todo el país: 72% en el norte, 87% en el centro, 80% en el sur y 61% en Lima.
La misma encuesta también revela que El 60% consideró justificadas las manifestaciones antigubernamental y el 35% habló en contra.
La oposición a la presidenta Boluarte ha crecido por errores que ella misma cometió, como afirmar, sin presentar pruebas, que las protestas son lideradas por el grupo terrorista Sendero Luminoso y que son financiadas por organizaciones narcotraficantes y criminales dedicadas a la explotación ilegal de oro. . .
La Dirección de Inteligencia de la Policía Nacional ha identificado a 16 organizaciones diferentes, no comunicadas entre sí, como protagonistas de las manifestaciones.
No hay un solo partido político, no hay un solo liderazgo identificado, a lo que se debe atribuir la ola de protestas en todo el país. Pero Boluarte prefiere escuchar a sus aliados que afirman sin presentar pruebas que los terroristas de Sendero Luminoso son los autores de la violencia.
Bajo esta justificación, el gobierno detuvo a 7 personas en Ayacucho -en los Andes del sur del país-, acusadas de vinculación con Sendero Luminoso y de haber organizado las protestas del 15 de diciembre de 2022, que terminaron con la muerte de 10 personas.
La orden de captura incluía como prueba incriminatoria que los sospechosos tenían libros de Marx, Lenin, Stalin y Mao, característicos de la represión en los años de plomo, de 1980 a 2000.
Sin embargo, las autoridades no han estado dispuestas a aprehender a los jefes militares que ordenaron a los soldados del ejército disparar y matar a 10 ciudadanos, varios de ellos sin conexión con las manifestaciones y algunos cuando intentaban ayudar a los heridos.
Tampoco ordenaron la detención de los jefes policiales a cargo de la represión en la ciudad serrana de Juliaca, Puno, que terminó con el asesinato de 18 personas.
Si hay algo que más irrita a los manifestantes que han acudido a Lima para exigir la dimisión de Boluarte, el cierre del Congreso, la convocatoria inmediata de elecciones generales y una nueva Constitución es que el presidente los despreciaal igual que otros gobernantes de Lima.
Y están aún más indignados porque ella es de origen andino, precisamente de Chalhuanca, de la región de Apurímac.
Otro factor que también anima a los opositores es lo que llaman la traición de Boluarte. Elegida vicepresidenta del golpista Pedro Castillo, el 7 de diciembre de 2021, dijo que si el presidente caía, renunciaría.
Más allá de la causa legal que justificó la destitución del presidente, lo cierto es que Boluarte se sumó a los partidos limeños Fuerza Popular -que postuló por tercera vez a Keiko Fujimori y fracasó-, Renovación Popular y Avanza País, principalmente y lo consagraron como el primer presidente de Perú, respaldado por las fuerzas armadas. y la policia
Es decir, Boluarte terminó representando lo contrario de lo que eligieron los peruanos en 2021. Al final, vuelven los de siempre.