Xóchitl Gálvez y el monopolio de los tamales

El presidente ha sido muy criticado por burlarse de Xóchitl Gálvez, con lo que dijo que en sus días de pobreza se había dedicado a vender tamales. Lo habrán visto: por la mañana, Andrés el Soñador pone sus manos en el manillar de un triciclo imaginario e ironiza: “Tamales, tamales, ricos tamaaales…” Esa sí que es una actitud clasista, se puede leer aquí y allá. Lo cual es inaceptable. No estoy de acuerdo. El Dr. Patán, asiduo lector de varios columnistas especializados en interpretar la psicología presidencial y explicárnosla generosamente, entiende lo que le pasa a nuestro líder. Lo que le pasa es que ve como de una manera terriblemente injusta le quieren quitar un gran logro de la Cuarta Transformación, probablemente EL logro de la Cuarta Transformación: el monopolio de los tamales.

Bueno, sobre los tamales y algo más. Aunque últimamente nuestro Guía ha dejado de grabarse en el acto de deleitarse con los manjares de la gastronomía popular, es un hecho que si por algo puede recordarse este sexenio es por la cantidad y variedad de fritangas que han desfilado ante nuestros ojos. ¿Qué hay que pedirle a los empresarios un boleto para la rifa del avión? Son convocados y, en lugar de corresponder a su solidaridad con champaña, como habría sucedido en tiempos de Fifi, se les da literalmente atole y, precisamente, tamales. (Si la memoria del Dr. Patán sirve, de Chipilín, un legado excepcional del sur mexicano, tan colorido y tan fiel a la 4T). ¿Que el Líder Moral del Movimiento está en Morelos? Cecina de Cuatro Vientos. ¿Qué le gusta al Dr. Monreal para el desayuno, porque hubo un momento en que el médico fue invitado a desayunar? El chilaquil. ¿Que estamos en una pandemia y tenemos que demostrar que el virus es inofensivo? Cero mascarillas, una mesa con cocinera y un amplio surtido de comida nacida de esas manos trabajadoras, para recomendar que sigamos yendo en familia a las fondas, a los restaurantes populares. Y así, dependiendo de la ocasión, que la parrillada; que los gorditos; que el puchero tabasco (¿hay otro?); que el vaso de jugo de caña, cortesía del ingenio de Gilberto y su caballo (10 varitas); que el recordar que los productores de frijol no solo se dedican a eso, sino que también hacen tlacoyos, un ejemplo de la «economía que estamos fomentando», la «popular», y que la rica y chispeante miel de piña. Sí: la garnacha no sólo ha sido la gasolina de ese corredor keniata, ese prodigio del campo y la batalla, y de la comunicación presidencial. Es la marca de la casa. El sello. El legado.

Eso sí, el Líder arde justificadamente que se lo quieran llevar. Cómo no entenderlo; cómo no simpatizar con su mordaz indignación. Entonces el Dr. Patán se suma al llamado: Xóchitl, devuélvele, ya, los tamales a nuestro presidente.

POR JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09

CAMARADA

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