Que llevamos una vida de contradicciones ha quedado patente hoy en la mesa redonda sobre sostenibilidad y empresa celebrada en esta segunda jornada de la reunión anual del Círculo de Economía de Barcelona. Cuestionamos el transporte aéreo por su alto impacto medioambiental pero recurrimos incesantemente a la información digital y, desde hace un tiempo, a herramientas de IA que consumen una gran cantidad de energía, explicó la moderadora del debate, Carmina Ganyet, miembro de la Mesa del Cercle de Directores.
El director general de Cellnex, Marco Patuano, ha recogido el guante y ha recordado que, efectivamente, los centros de datos que mueven instrumentos como el ya popular ChatGPT tienen una gran huella ecológica. En concreto, sólo entrenar un modelo de IA puede emitir tanto CO₂ como cinco coches a lo largo de su vida útil (aproximadamente 284 toneladas de CO₂), según afirma el propio ChatGPT al ser preguntado al respecto.
ChatGPT contamina hasta cinco coches a lo largo de su vida útil
Sea como fuere, las empresas, ya sean tecnológicas o de transporte, están asumiendo cada vez más presión social y legislativa para reducir sus emisiones. “Tenemos que utilizar más energía verde pero también reducir el consumo energético”, subrayó Patuano. Esto se aplica tanto a la informática como a otras actividades. Y aquí la evolución tecnológica debe jugar a nuestro favor, comentó el directivo de Cellnex.
Carolina Martinoli, consejera delegada de Vueling, recordó la hoja de ruta del grupo IAG, al que pertenece la low cost con sede en El Prat, para cumplir con las normas medioambientales elaboradas por la Comisión Europea. Bruselas ha establecido que los aviones vuelen con un mínimo de 6% de combustible sostenible (SAF) para 2023. «IAG se ha comprometido a alcanzar un 10% de SAF para entonces», dijo Martinoli.
“No podemos descarbonizar la aviación solos”
Pero esta transición tiene un costo. Como ejemplo, la dirección de Vueling ha citado que el precio del SAF es hoy tres veces superior al de los combustibles fósiles. “Es posible descarbonizar la aviación pero no es fácil, ni rápido, ni barato, y no podemos hacerlo solos”, concluyeron. Aquí ha vuelto a reclamar un plan de inversión público-privada para producir SAF en España.
Por tanto, tanto ChatGPT como volar en avión contaminan. Pero por ahora la IA se ha salvado del escrutinio y las regulaciones.
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