Una fila de vallas publicitarias atraviesa la Avenida 6 de Diciembre en la esquina de José Bosmediano. Un enjambre de policías con uniformes de camuflaje y armas largas custodian la entrada y todo el perímetro del edificio del Consejo Nacional Electoral en Quito. El ya caótico tránsito se complica aún más.
La capital de Ecuador, como todo el país, se prepara con seguridad reforzada para la elecciones generales este domingo, una cita anticipada en medio de una crisis política y marcada por el miedo y la violencia tras el asesinato de uno de los ocho candidatos presidenciales y una serie de ataques armados en los últimos días.
Con un despliegue policial y militar sin precedentes -especialmente en las regiones de Guayaquil y Esmeraldas, en la costa del Pacífico, las más golpeadas por la inseguridad y el crimen organizado-, Ecuador se prepara para elegir al presidente y a los 137 miembros de la Asamblea Nacionalel Parlamento unicameral.
El ganador -o ganador- deberá completar el mandato que no completará el conservador Guillermo Lasso, quien decidió en mayo disolver el Congreso y convocar a elecciones anticipadas, a través de un mecanismo previsto en la Constitución y conocido como muerte cruzada.
La medida, inédita en el país, fue la solución que encontró el presidente conservador cuando corría el riesgo de ser destituido en un juicio político por un presunto caso de corrupción nunca probado y alentado especialmente por el bloque leal al expresidente Rafael Correa.
pronósticos y apuestas
Las previsiones son inciertas y las encuestas no generan mucha confianza en el ciudadano de a pie. Pero las últimas consultas realizadas antes del 10 de agosto -fecha límite para difundir las encuestas en el país- demostraron una victoria casi segura para Luisa González, abanderado de la Revolución Ciudadana, el movimiento de Correa.
El expresidente, exiliado en Bélgica -país de su esposa- es condenado en Ecuador a ocho años de prisión por un caso de corrupción. Y debería ir a la cárcel si regresa al país. Aún así, su figura sigue teniendo un enorme peso político, según señalaron varios analistas a Claríny cuenta con una masa de votantes incondicionales que posiblemente también asegure una presencia significativa en el Parlamento, en un escenario de inmensa fragmentación política.
Las distintas consultoras situaron a Luisa González entre el 24 y el 30% de las preferencias. Lejos, en cualquier caso, del 40% necesario para poder ganar en la primera vuelta. Siendo así, lo más probable es que tenga que impugnar una papeleta, prevista para el 15 de octubre. La gran incógnita es quién será su rival.
El crimen de Fernando Villavicencio, el candidato que había denunciado supuestos vínculos entre las fuerzas de seguridad y grupos narcotraficantes y que había advertido que estaba amenazado de muerte, marcó un quiebre en la campaña e hizo de la seguridad el eje de todos los discursos.
Villavicencio, acribillado a balazos el miércoles 9 de agosto al término de un acto de campaña en una concurrida zona del norte de Quito, era un enemigo acérrimo de Correa, a quien acusaba de corrupto, y ya había denunciado que lo amenazaban. por un grupo narcotraficante. y que su vida estaba en peligro.
Entre los nombres en el baile para llegar ahora a una eventual segunda vuelta está el del reemplazante de Villavicencio, Christian Zurita, periodista como él y «heredero» del legado del candidato asesinado.
También podrían llegar el exvicepresidente Otto Sonnenholzner, de centroderecha -quien este sábado denunció una balacera cerca de donde desayunaba con su familia, en Guayaquil- o el candidato de la «mano dura» contra el crimen, el empresario Jan Topic.
Un poco más atrás en las preferencias estaba hasta hace unos días Yaku Pérez, identificado con el poderoso movimiento indígena y grupos de centroizquierda, que promete combatir el crimen con mecanismos de inteligencia y no con más represión.
Más alejados en intenciones de voto quedaron los empresarios Daniel Noboa y Xavier Hervas, y el abogado Bolívar Armijos.
Con una masa de indecisos cercana al 50% de los consultados, según la última encuesta de Cedatos, no está claro qué puede pasar en las urnas.
Quien gane tendrá apenas un año y medio para desplegar su plan de gobierno, hasta que finalice el actual mandato presidencial. Varios observadores señalan que es probable que quien llegue ahora al palacio de Carondelet -no se ha definido la fecha de su toma de posesión, pues dependerá de si hay o no segunda vuelta- ya esté preparando su campaña para 2025.
“Será un gobierno prácticamente de transición. Pronto comenzará una nueva campaña. Es probable que quien asuma ahora tenga la tentación de utilizar al gobierno para armar la nueva campaña de 2025”, dijo a este enviado el periodista y analista político José Hernández, con amplia experiencia en varios medios de comunicación de Ecuador. El futuro presidente, agregó, tendrá poca legitimidad, sin un fuerte respaldo social o político. “El próximo gobierno asumirá en condiciones muy frágiles”, remarcó.
El analista Alberto Acosta, editor de Análisis Semanal, coincidió: “Será un gobierno corto y no se pueden tomar decisiones de largo plazo”.
En este escenario, parece lejana la posibilidad de detener la violencia y comenzar a desmantelar las mafias del crimen organizado que extienden sus aterradores tentáculos por todo el país y obligaron a los candidatos a cerrar sus campañas ataviados con chalecos antibalas y cascos militares.
Poco más de 13,4 millones de ecuatorianos están llamados a votar, entre la desesperanza y el miedo. Quizás el domingo por la noche, con los primeros resultados, se despejen algunas dudas. Será solo el comienzo de un largo camino.
Quito, enviado especial