Repasar la trayectoria de Carlos Mateo Balmelli es hacer un recorrido por casi todas las instancias del Estado de Paraguay. Fue vicecanciller (1999), presidente del Congreso (2003-2004), senador (2003-2008) y director general de Itaipú del lado paraguayo (2008-2010), durante el gobierno de Fernando Lugo.
Horas antes de las elecciones presidenciales en Paraguay, recibió Clarín en su oficina de Asunción para revisar cuáles son los Principales retos que le esperan al próximo presidente.
Aunque el grueso de su vida profesional la ha desarrollado en la política, en estos días, Mateo Balmelli está más dedicado a otras actividades. Él es consultor de negocios, presentador de programas de televisión y escritor. “La actividad política consume mucho tiempo y yo quería dedicarme a otras cosas”, dice mientras camina por su elegante oficina con el telón de fondo de la lustrosa vegetación paraguaya que se asoma por su balcón.
En las próximas semanas, Mateo Balmelli estará en Buenos Aires. Dará una charla sobre el futuro del Paraguay y el jueves 11 de mayo estará en la Feria del Libro para presentar su más reciente obra de ficción, el andar del lobouna novela sobre un ex líder de las SS que estuvo en la planificación de la operación Barbarroja y terminó sus días en Paraguay.
“La historia se cuenta como una biografía de este jerarca, que no se arrepiente de lo que hizo. Quería contar la historia de cómo alguien puede ser capaz de odiar y amar al mismo tiempo”, explica Mateo.
El entusiasmo que le despierta su novela se ve algo trastornado cuando tiene que hablar de lo que está por suceder en Paraguay. Pronostica una contienda muy reñida con un final incierto, algo que no se había visto en mucho tiempo.
Agrega además que existe un alto desencanto de la población con la política, y eso se traduce en cierto sentimiento de apatía, que se percibe en las calles de Asunción.
“Nadie tiene grandes expectativas respecto al nuevo gobierno que puede llegar. La cultura política paraguaya está teñida de resignación. Todos queremos que las cosas mejoren, pero nadie imagina que aquí va a venir un cambio radical”, afirma categórico.
–Las elecciones son inciertas a estas alturas, pero a partir del lunes quien gane tendrá que asumir el desafío de tratar de solucionar los problemas de Paraguay. ¿Cuál será el asunto más urgente que tendrá que atender?
–Si tuviéramos que apuntar a un primer desafío, hablaría del tema de la gobernabilidad. En nuestro sistema, el presidente puede ser elegido con el 40%, ya eso hay que sumarle un Parlamento fragmentado. El presidente puede llegar sin el apoyo de la mayoría, y su preocupación se convierte en que no será destituido mediante un juicio político. Cómo evitar ser Perú, que cambia de presidente cada año. Se necesita un presidente de liderazgo visionario, capaz de establecer temas duraderos. Si no es capaz de hacer eso, tendrá que reorganizar los intereses para evitar que lo cambien y volvamos a la normalidad. ¿Sabes cuál es el problema de la democracia paraguaya y regional? Que los políticos han perdido poder. Y sin poder no se puede construir lo que la sociedad necesita. La gente está descontenta con la política, y para construir poder se necesita estructura, pero también apoyo popular.
– ¿Cuáles son las tareas gubernamentales más urgentes?
–A menos que aumente los impuestos, el próximo gobierno va a tener problemas presupuestarios. Y considerando la corrupción y el despilfarro que se hace del gasto público, no hay mucha justificación para incrementarlo. Actualmente el déficit se está cubriendo con deuda pública, y tenemos que decidir si vamos a seguir el ejemplo de Argentina de tapar nuestros baches así, o si vamos a tomar otro camino. La deuda pública ronda el 40% del PIB, que es manejable, pero el próximo gobierno va a tener muchas demandas sociales. Reorganizar el Estado es de fundamental importancia, pero no para debilitarlo, sino para fortalecerlo. Estamos muy atrasados con Argentina, por ejemplo, en la implementación de políticas públicas como salud y educación. Y luego está el problema de la inseguridad, relacionado con el narcotráfico y la corrupción.
“A menos que aumenten los impuestos, el próximo gobierno va a tener problemas de presupuesto”.
–La declaración de “significativamente corrupto” que imprimió EE.UU. a Horacio Cartes fue leída por el oficialismo como una injerencia en la soberanía paraguaya. ¿Qué lectura haces de ese episodio?
–Para la mayoría de los paraguayos, que EE.UU. diga que alguien no puede entrar a su país tiene más peso que una sentencia judicial. Eso habla de una distorsión, y significa que tenemos que trabajar para fortalecer el Poder Judicial. La Corte Suprema de Justicia de Paraguay no es independiente. Ese es un verdadero problema que tenemos. La decisión de Estados Unidos es una presión muy fuerte para que mejoremos nuestras instituciones judiciales, pero hay que reconocer que también va en detrimento de la soberanía paraguaya. Hay que ver cómo eso influye en la conciencia de la ciudadanía. La gente cree que esto no influye, pero la verdad es que los países que han desarrollado sus instituciones siempre han sido países soberanos. Dotar de independencia al poder judicial va a ser un desafío central para el nuevo presidente.
–En 2023, Paraguay y Brasil van a tener que afrontar la renegociación de Itaipú. ¿Qué parámetros habrá que tener en cuenta?
–Esto va a ser muy importante para Paraguay. No solo se debe renegociar el Anexo C, que es el costo de la tarifa, sino también se deben negociar 50 años de integración energética con Brasil. Debe hacerse con inteligencia y sin prejuicios, con el objetivo de lograr la integración regional.
-¿Y crees que será posible?
-Si gana el Partido Colorado, su tendencia será a mantener el statu quo, pero si gana la oposición, tendrán un cúmulo de demandas que no sé cómo harán posibles. Las consignas antibrasileñas son fáciles de llevar adelante en el discurso político, pero en una mesa de negociación no es lo mismo. Si queremos sentarnos a negociar con Brasil, tenemos que demostrarle que estamos dispuestos a consumir toda nuestra energía lo antes posible y para eso tenemos que fortalecer la ANDE (Administración Nacional de Electricidad). Mejorar nuestro sistema de transmisión y distribución, porque actualmente estamos vendiendo a $16 el kilovatio, que es un precio barato. Los mayores compradores de esta energía son los brasileños, que están comprando energía barata porque no podemos consumirla.
-¿Porque?
-La economía paraguaya, que se basa en la actividad agrícola y ganadera, no tiene apetito energético. La mayor fuente de consumo es el frente interno. Y aunque el tratado de Itaipú no prohíbe vender energía a terceros países, Brasil no va a querer que eso suceda si tienen la demanda y necesitan esa energía. Lo primero que hay que hacer es llegar a un acuerdo que beneficie a paraguayos y brasileños, y luego abrir eso a otros. Es una negociación que requerirá una diplomacia inteligente.
Asunción, enviado especial