Pedro Sánchez, cuando estaba en la oposición, exigió al entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que presentara una moción de confianza. En su opinión, cuando un gobierno no es capaz de ejecutar los presupuestos, no tiene legitimidad política y sólo el apoyo explícito del Parlamento puede permitirle avanzar.
La paradoja es que lo que le pasó a Rajoy hace seis años es lo que le está pasando a él. Agravado por las acusaciones de corrupción en el llamado caso Koldo y por la investigación judicial de su esposa por posible tráfico de influencias. No hay que olvidar que Sánchez llegó al poder mediante una moción de censura basada en una sentencia sobre la corrupción del PP. Con estos antecedentes, todo hace pensar que querrá someterse a un voto de confianza y que podría anunciarlo una semana antes de las elecciones catalanas. Un juego en toda regla, sin posibilidad de perderlo. Lleva 31 en la mano.
Todo hace pensar que querrá someterse a un voto de confianza
¿Quién va a votar en contra del presidente ante un golpe de Estado judicial por parte del facosfera ¿Inducido por Feijóo y Abascal? La aritmética parlamentaria resulta útil. La alianza entre nacionalistas y socialistas funciona perfectamente. De hecho, los resultados electorales en el País Vasco han sido un salvavidas cuando más lo necesitaba. Los socialistas ganarán peso en el nuevo Gobierno vasco y al mismo tiempo conseguirán que los votos del PNV se mantengan hasta el final de la legislatura. También los de Bildu, a quienes se les darán parcelas de poder mientras mantengan su independentismo. Luz . El precio será el aumento de las transferencias económicas, aunque esto signifique una cierta vampirización de las cuentas del Estado.
Las encuestas también son favorables a los socialistas en Cataluña, y en materia económica las cosas no podrían irles mejor. De ahí la euforia que se vivió días atrás en Moncloa hasta que un juez abrió una investigación sobre Begoña Gómez. Esto explica que Sánchez haya cogido el toro por los cuernos y haya vuelto a desempolvar la amenaza de la extrema derecha.
El problema es que esta estrategia perpetúa la disputa política. Esto, como ha recordado el FMI, pone en peligro el crecimiento y hará imposible cualquier reforma estructural. Sin acuerdos no será posible hacer una reforma fiscal que nos permita reducir la deuda como exige la Unión Europea y al mismo tiempo nos permita cumplir con los compromisos de financiación con las comunidades autónomas, defensa, pensiones, paro y un largo etcétera.
El presidente del Gobierno ya había descartado este escenario. En su opinión, en ningún caso el clima político iba a mejorar, la oposición no iba a debilitarse. Sánchez sabe que la estrategia de Feijóo es ganarle por KO antes de que acabe el mandato y las agresiones a su mujer son prueba de ello.