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El escritor es ministro de finanzas de Brasil.
No es exagerado decir que encontramos a nuestro país hecho jirones cuando asumimos el cargo hace menos de un año. El crecimiento se estaba desacelerando, las tendencias de la deuda eran, cuando menos, preocupantes y las tasas de interés reales eran las más altas del mundo. Quizás aún más importante, el tejido social de la sociedad brasileña necesitaba urgentemente recomponerse después de que la nueva administración encabezada por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva enfrentara un ataque directo y violento a las instituciones democráticas de Brasil.
Esos primeros meses tormentosos han quedado atrás. Hemos iniciado un ciclo de reformas que mejoran el crecimiento y la productividad, al tiempo que nos esforzamos por recuperar la fe del pueblo brasileño en las soluciones democráticas a nuestros numerosos desafíos económicos y sociales. Pero nuestro trabajo apenas comienza. De cara al futuro, ahora tenemos la vista puesta en un plan ambicioso e integral para la transformación ecológica.
Brasil ya se destaca como líder mundial en economía verde. El noventa y dos por ciento de nuestra electricidad proviene de fuentes renovables y, a pesar de la creciente deforestación durante el gobierno anterior, gran parte de nuestra vegetación nativa aún permanece en pie. Al igual que muchos otros países, reconocemos que cumplir nuestro compromiso del Acuerdo de París de lograr una economía neta cero será un desafío. Nuestras ambiciosas contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC) para reducir las emisiones de carbono están actualmente fijadas en el 37 por ciento para 2025 y el 50 por ciento para 2030, con miras a alcanzar finalmente el cero neto para 2050. En última instancia, vemos que la descarbonización y la diversificación de los combustibles fósiles no como un costo sino como una oportunidad para crear empleos, aumentar los ingresos y mejorar la vida de millones de brasileños.
Bajo el liderazgo del Presidente Lula, y en estrecha cooperación con mi colega Marina Silva, ministra de Medio Ambiente, ahora proponemos una nueva perspectiva para el país: una transformación integral de nuestra economía y sociedad a través de una infraestructura más verde, una agricultura sostenible, reforestación, economía circular, mayor uso de tecnología en procesos productivos y adaptación climática. Estamos comprometidos a compartir estas experiencias en curso y ayudar a otros países a llevar a cabo sus transiciones verdes.
Nuestro plan ya está en marcha. Se diferencia de la Ley de Reducción de la Inflación de Estados Unidos, que movilizó una gran cantidad de recursos presupuestarios para distribuirlos entre innumerables sectores. En cambio, la nuestra funcionará como un mosaico de políticas regulatorias y fiscales que serán aprobadas por el Congreso de manera gradual pero intensiva.
El mercado de carbono, nuestra primera medida histórica, seguirá los pasos del Sistema de Comercio de Emisiones de la UE. Este proyecto tiene un alcance universal y se aplica a todas las unidades de producción que emiten más de 25.000 toneladas de carbono al año. La mayoría de los ingresos recién generados se asignarán a investigación y desarrollo. Además, este nuevo mercado protegerá a las comunidades indígenas y tradicionales, imponiendo reglas sólidas para la redistribución de ganancias. En términos de protección forestal, estamos fortaleciendo los sistemas de control y monitoreo al mismo tiempo que promovemos concesiones forestales a socios privados, vinculando el financiamiento agrícola con mejores estándares ambientales.
Los inversores extranjeros que quieran descarbonizar su cadena productiva e invertir en innovación limpia serán bienvenidos para ayudarnos a acelerar esta nueva fase del desarrollo brasileño. Más allá de las exportaciones tradicionales, la productividad y la innovación se convertirán en la clave para reducir nuestras emisiones y al mismo tiempo crear grandes oportunidades de inversión y millones de empleos de alta calidad y bien remunerados.
Es importante destacar que nuestro plan estará respaldado por una sólida base fiscal y regulatoria. En los últimos ocho meses, hemos aprobado una regla fiscal moderna que ha asegurado a los agentes económicos nacionales e internacionales nuestro compromiso de controlar los déficits. Además, estamos cerca de completar una reforma tributaria largamente esperada pero nunca implementada en línea con las mejores prácticas internacionales. La mejora de las condiciones macroeconómicas es un reflejo temprano de nuestra agenda de reformas y está destinada a perdurar. También lo son nuestros logros medioambientales. Las acciones adoptadas por nuestra administración produjeron una reducción del 48 por ciento en la deforestación en los primeros ocho meses de este año respecto al mismo período del anterior.
Nuestro objetivo ahora es conciliar un crecimiento económico sólido y un cambio social con la protección del medio ambiente. Buscamos promover un cambio secular en nuestro modelo de desarrollo que mejore nuestra posición en la economía global. Con nuestra presidencia del G20 acercándose, Brasil está listo para mirar hacia el futuro nuevamente y recuperar nuestra posición natural e histórica como líder en la agenda de desarrollo sostenible e inclusivo.
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