Gustavo Petro, presidente de Colombia: una nueva era para la democracia | Colombia en |

Este 7 de agosto de 2022 inicia una era en Colombia que puede marcar el inicio de un proceso de verdadera democratización y un timonazo que no va ni a la izquierda ni a la derecha, sino al frente en lo social, la educación, la salud, el campo. , innovación tecnológica y medio ambiente.

De Petro se espera un giro con la mirada por el parabrisas, no por el retrovisor. Una política que protege el clima, los ríos, bosques, páramos y mares de Colombia que ya se están derrumbando, como está pasando en diferentes partes del mundo. Con el avance del Acuerdo de Escazú en el Congreso, Petro cumple una promesa hecha por Duque, incluso antes de asumir el cargo.

Los retos de Gustavo Petro, su equipo de gobierno y de Colombia en su conjunto superan las dificultades de poder cumplir las promesas sociales con la “olla raspada” que dejó el Gobierno de Iván Duque. Ni hablar del Proceso de Paz que está desfinanciado, asaltado y con millones de pesos desaparecidos.

José Ospina Valencia.

Los dos megadesafíos de Petro son convertir a Colombia en una verdadera democracia y preparar al país para frenar y paliar los duros golpes con los que la naturaleza está reaccionando a su depredación. Una tarea transnacional que Petro ha propuesto a los países del continente “para sentar las bases de la transición energética y la construcción de una economía descarbonizada”.

Petro recibe una democracia al máximo riesgo. ¿En qué país civilizado los soldados son envenenados por políticos que salen a cazar jóvenes por miles, a asesinarlos por un plato de arroz chino y unos días libres? ¿En qué país la policía saca de sus casas a migrantes desarmados e inocentes para expulsarlos por la Orinoquía y vender la acción como «lucha contra los vándalos»?

¿En qué país los políticos del Gobierno y del Parlamento incitan a la Policía y al Ejército a “sacar tanquetas” o “entrar a matar” cuando hay una protesta?

Hay que acabar con la manía de declarar comunista o enemigo a los que reclaman sus derechos. Si el camino es la democratización real de Colombia, la reacción del Estado a las peticiones de los campesinos e indígenas no puede ser con helicópteros artillados como ha sucedido desde Marquetalia. ¡Nunca más!

La reforma del Ejército y la Policía es urgente y es la clave para proteger a estas dos valiosas instituciones ya todos aquellos que verdaderamente las respetan.

¿En qué país los parlamentarios les gritan a los jóvenes “estudien holgazanes”, sabiendo que en Colombia la educación superior sigue siendo un privilegio? Nunca antes un gobierno en Colombia ha querido garantizar el derecho a una educación de calidad, como lo prometió Alejandro Gaviria, el nuevo Ministro de Educación, quien pretende llevar los resultados de la Comisión de la Verdad a todas las aulas del país. . Las lecciones de ayer previenen las guerras de mañana.

La «paz total» es una de las apuestas de Petro que genera esperanza, pero también recelos. Nadie puede negar que deponer las armas paga. En democracia se lucha con argumentos, no con armas. Esto lo saben bien Alemania, Chile y España, que han reiterado su apoyo.

Pero en Colombia, mientras los que alguna vez tomaron las armas deponen las armas y hoy contribuyen a la democracia, la extrema derecha acostumbrada al poder se radicaliza. La alternancia en el poder es otra lección a aprender.

La paz que propone Petro con el ELN y otros grupos criminales sin fines políticos, sirve a Colombia y al continente por el impacto del narcotráfico y la estela de corrupción y muerte que provoca en cualquier sociedad que lo tolere.

Nada será fácil y me temo que solo algunas de las buenas intenciones se realizarán. Petro recibe un país con un déficit fiscal del 5,6 por ciento y una deuda pública equivalente al 56,5 por ciento de todo lo que produce el país. Colombia se encuentra en un estado financiero «crítico».

Pero Petro, a pesar de sus visos asistencialistas, está convencido de las ideas de su colega economista, la italiana Mariana Mazzucato, para quien el éxito de una política social no es posible con una economía parasitaria de la que vive la mayoría, y que, por tanto, pierde su capacidad productiva, pero, como ha dicho el nuevo presidente: «En Colombia lo que vamos a hacer es producir más, repartir la riqueza».

Una vida digna en Colombia es posible. Ahora puede ser para muchos más. (dz)

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