Samantha Padilla Jirón está agotado. Son casi las 9 p. m., hora de Washington, y ha pasado por uno de los días más importantes de su vida: Acaba de recuperar su libertad, tras un año y tres meses en la cárcel. Hace más de 24 horas que no duerme. Acaba de salir del hospital, donde fue atendida porque tiene problemas digestivos por el estrés y la dieta en prisión.
Recién cumplida 23 años, Samantha fue el preso político más joven de la dictadura de Daniel Ortega en Nicaragua. Es uno de los 222 opositores que fueron liberados repentinamente el jueves en Managua y trasladados a Washington, donde recibirán asilo político por dos años. el atiende a Clarín al teléfono, mientras intenta superar la tormenta de emociones del día.
Estudiante de periodismo y ciencias políticas, activista, feminista, artista y miembro de la opositora Unidad Nacional Azul y Blanco, estuvo exiliada en Costa Rica tras las manifestaciones contra el régimen orteguista que estallaron en 2018, pero regresó a su país en 2020. Fue arrestada al año siguiente.
-¿Cómo fue arrestado y por qué?
-Fui estudiante activista de derechos humanos de una organización de derechos de jóvenes y mujeres. Estuvo muy involucrada en los movimientos feministas. Me detuvieron el 29 de noviembre de 2021 en plena vía pública y con mucha violencia, cuando salía de un hotel haciendo un trabajo con unos compañeros periodistas, que es lo que estudio.
-¿Adónde te llevaron?
-Me llevaron a El Chipote, a las instalaciones de auxilio judicial. Después me trasladaron a un distrito y luego fui a la cárcel de mujeres Esperanza a cumplir mi condena y ahí es donde pasé más tiempo.
¿De qué supuestamente te acusaron? ¿Tuviste un proceso judicial?
-Me acusaron de conspirar para socavar la soberanía nacional de Nicaragua, aplaudiendo sanciones y difundiendo noticias falsas para desestabilizar la economía. Me dieron un juicio totalmente amañado e ilegal en todos los sentidos. Los testigos que me acusaron eran los mismos policías de allí. Fui condenado a 8 años de prisión, multas y la pérdida de mi derecho como ciudadano a perpetuidad.
-¿Cómo fue el tiempo que estuviste en prisión?
– Lo pasé muy mal. Fui muy maltratada, no físicamente, pero sí sufrí mucho maltrato psicológico. Me mantuvieron aislado y no nos dieron la atención médica necesaria. Todo era una pantalla. No teníamos derecho a ir al patio ni a ver el sol, cosa que sí tenían los demás presos.
-¿Cómo se enteró de que iban a ser liberados?
-Realmente no lo sabía. Recién nos sacaron de la cama el miércoles a las 10 de la noche, nos dijeron que nos levantáramos y que iban a hacer un traslado. Nos dijeron que solo tomáramos las cosas más íntimas, como nuestra ropa interior y zapatos. Agarramos las maletas y nos subieron a un autobús. Desde allí nos llevaron al aeropuerto. Fue todo muy rápido y brusco, pero no nos informaron de nada. Nos hicieron firmar documentos que decían que viajábamos voluntariamente, a pesar de que todavía estábamos esposados. Asimismo, no sabíamos que estábamos firmando, pero tuvimos que firmar porque no teníamos otra opción.
-¿No tenías idea de adónde ibas en ese momento?
-No, yo iba con las mujeres del sistema penitenciario, pero eran como 6 buses. Salimos de diferentes lugares y todos los que estuvimos en diferentes prisiones nos encontramos cuando subimos al avión.
-¿No sabían que podían irse a Estados Unidos? ¿Qué pensaron?
-Me lo imaginé porque Estados Unidos ha sido el país que ha estado luchando constantemente por la democracia y la libertad de los presos políticos. Desde hace tiempo, Estados Unidos quiere tener conversaciones con Nicaragua sobre el respeto a los derechos humanos y la situación de los presos políticos. Creo que era la única manera de manera democrática y humanitaria, esta era la opción. Lo que sorprende es la cantidad de presos liberados, creo que Estados Unidos hizo un gran trabajo.
-¿Cómo fue ese momento, cuando te diste cuenta en el avión que ibas a ser libre?
-Realmente entré en shock, parecía un sueño. Después de tanto y que ha pasado de un día para otro, fue muy impresionante. Lo que me pasó es que la alegría se convirtió en algo más grande que el dolor. Es alegría volver a vernos a todos juntos, poder abrazarnos, reencontrarnos con mis amigos de tanto tiempo y que hacía tanto tiempo que no los veía y no sabía nada de ellos.
-Cuando llegaron a Estados Unidos, ¿qué les ofrecieron, ahora dónde están?
-Tenemos visa humanitaria, donde tenemos derecho a trabajar. Solo tenemos que legalizar nuestro estatus migratorio y ellos nos asesorarán. Ahora mismo estamos en hoteles, pero nos van a trasladar a casa de nuestros padrinos, que son familiares o amigos.
-¿Cómo te sientes ahora? ¿Cómo ves tu futuro?
-La verdad es que tengo mucha incertidumbre porque sé que Estados Unidos para los latinos no es un país fácil. Es un país donde hay que trabajar mucho. Pero habiendo recuperado mi libertad, me siento optimista para seguir adelante y devolverles un poco todo lo que han hecho por nosotros.
¿Crees que Ortega logró algo a cambio de este lanzamiento? ¿Por qué crees que lo hizo?
-Honestamente no sé si fue por presión económica, pero estoy bastante desinformado. En este momento estoy realmente tratando de asimilar todo lo que me está pasando.
-Algunos dicen que la operación no fue una liberación, sino un exilio.
-Sí, de hecho es un exilio porque cuando nos dicen que perdemos todos nuestros derechos como ciudadanos entonces dejamos de ser nicaragüenses. Realmente es muy peligroso para nosotros.
-¿Qué sueña para Nicaragua?
-Democracia, libertad y respeto a los derechos humanos, pero sobre todo poder vivir sin miedo.
-¿Cree que esto es un paso hacia una posible democratización del país o es solo un gesto del gobierno de Ortega porque se ahoga en sanciones?
-Creo firmemente que es el primer paso hacia la libertad.
-Todavía hay decenas de presos políticos en Nicaragua. ¿Qué esperas de ellos?
-He escuchado los comentarios, pero no estoy informado. Pero te puedo decir que duele porque sabemos lo que es estar ahí y no queremos eso para nadie.
¿Piensa volver alguna vez a Nicaragua?
-Claro, cuando Nicaragua sea libre.
Washington. Corresponsal