Si trabajas en cobre, te cubres de oro. Chile alberga las mayores reservas mundiales de este mineral, considerado el metal de la electrificación. En lo que va de año, sus precios se han disparado casi un 25%, ante las previsiones de déficit de oferta y de auge de la demanda por las exigencias de la transición energética. Y el hombre más rico de Chile, como no podía ser de otra manera, tiene un negocio en la minería. Iris Fontbona (Antofagasta, 82 años) no sólo es la mujer más rica del país chileno, sino de toda América Latina y la décima del mundo. Revista Forbes Le atribuye unos activos de 25.700 millones de euros, según una estimación hecha pública esta semana.
Lo llamativo de Iris Fontbona es que se caracteriza por su extrema discreción. Hasta 2005 era prácticamente una desconocida. Desde entonces lleva las riendas del imperio del cobre de su difunto marido, Andrónico Luksic. Con el Grupo Luksic posee el 70% de un gigante minero, Antofagasta Minerals.
Iris Fontbona, de origen catalán, es la mujer más rica de Latinoamérica gracias a la minería
Pero el holding también tiene participaciones en una galaxia de empresas gracias al 83% del Grupo Quiñeco, que opera desde el transporte marítimo, pasando por la cerveza hasta las finanzas. A esto hay que sumar que el Grupo Luksic controla el 84% de una cadena de resorts de lujo, Plava Laguna. En resumen, extiende tentáculos en diversos sectores económicos.
Su padre, Luis Fontbona Buxallen, era agente de aduanas. Su abuelo Joaquín era de origen catalán, de Arbúcias, mientras que su abuela, María, de Santa Coloma de Farners: ambos emigraron de Cataluña a Chile en la segunda mitad del siglo XIX. Hija única, Iris creció en Antofagasta, que en aquella época era un pueblo minero a orillas del desierto de Atacama, el más seco del mundo.
Iris se casó con Andrónico Luksic (de ascendencia croata) cuando sólo tenía 17 años. Él era 16 años mayor, viudo, con dos hijos y era la segunda vez que iba al altar. Era un empresario en ascenso: había empezado a trabajar como traductor en una empresa francesa que se dedicaba a la explotación del cobre y acabó convirtiéndose en su accionista mayoritario. Al respecto, la leyenda dice que se hizo rico vendiendo unas tierras a unos japoneses. Se acordó la cifra de 500.000. Él creía que eran pesos, pero los japoneses le pagaban en dólares y así hizo su fortuna.
En cualquier caso, cuando su marido murió en 2005, Iris Fontbona se convirtió en la matriarca del clan (con él tuvo tres hijos: Paola, Gabriela y Jean-Paul): alejada de los focos y llevando una vida muy hermética, en veinte años. ha multiplicado los ingresos del holding familiar adquiriendo otros negocios (como el canal de televisión Canal) y haciéndose con el control de la petrolera Shell en Chile.
Su exposición pública se limita a la filantropía, cuando cada año anuncia una donación a la campaña solidaria de la Teletón. Iris Fontbona forma parte del consejo directivo de las distintas fundaciones que su marido creó en los años 70 y 80 y vive entre Santiago de Chile, Londres, Croacia y Liechtenstein (donde tienen su sede los vehículos inversores de la familia, teniendo un trato fiscal favorable). El manejo del día a día del conglomerado familiar está en manos de sus hijos, especialmente Andrónico Luksic Craig, hijo del primer matrimonio de su marido.
En marzo pasado, su familia se vio envuelta en una curiosa anécdota con el actual presidente de Chile, Gabriel Boric. El presidente, muy criticado por las grandes dinastías empresariales de su país por su política económica, estuvo en la inauguración de una desaladora del grupo Luksic. Durante su discurso, llamó al empresariado chileno a “abandonar la arrogancia paternalista” para cerrar su intervención con una críptica exclamación: “¡Más Narbona y menos Craig!”. Una expresión que nadie entendió. Al parecer, Boric se confundió con los apellidos. Quería decir «Más Fontbona y menos Craig». El presidente quiso apoyar al hijo de Iris, Jean-Paul Luksic Fontbona, partidario del diálogo social, frente a su hermano Andrónico Luksic Craig, que había sido duro con el Ejecutivo. Fiel a su estilo reservado, la reina del cobre permaneció en silencio.