Este fue el tema de una charla de los arquitectos Raúl Lorenzo Rodríguez y Carlos Alberto Fleitas en el Museo de Coral Gables el 11 de mayo. Como explicó Elvis Fuentes, director del museo, “al escribir la historia de la cultura cubana, debemos volver y revisar los avances de la arquitectura en Cuba”.
Y agregó algo que emocionó al numeroso público asistente: “Estamos aquí para recordar La Habana que todos extrañamos”.
Los asistentes a la charla pudieron apreciar una valiosísima selección de obras arquitectónicas. Diapositiva tras diapositiva, pasaban ante ojos atónitos y nostálgicos las imágenes de una Cuba cuyo rostro se ha empobrecido a lo largo de los años.
En efecto, podría decirse que la arquitectura de Cuba conoce 56 años de efervescencia con la República y 63 años de exponencial degradación desde 1959. El régimen castrista trató de desmitificar el valor de las obras republicanas: derribó estatuas, dejó sólo los zapatos sobre un pedestal donde se encontraba la estatua de Tomás Estrada Palma (primer presidente de la República); pero, en una ironía que sólo se permitían los “revolucionarios” en el poder, ocuparon las casas elegantes de lo que llamaban la burguesía y dejaron al pueblo los anodinos edificios de microbrigadas.
Al hablar de los puntos esenciales para describir la estilística de esas cinco décadas, los hablantes se basaron en los precedentes coloniales españoles (1834-1898), pasando por la primera intervención americana (1898-1902), hasta llegar a la República, con el neoclásico aspiraciones (1902-1940) y modernismo regional (1940-1958).
La Habana, «un París en miniatura»
Raúl Lorenzo Rodríguez tiene tres pasiones: la arquitectura, Cuba y el béisbol. Las dos primeras se funden en décadas de trabajo, estudiando y divulgando el ingenio arquitectónico de la isla que lo vio nacer, y de la que se despidió con apenas 10 años, en 1959. Para el director fundador de la firma Rodríguez y Quiroga, continuar las pistas de la arquitectura cubana es contar una historia imborrable a través de la cual se pueden entender procesos sociales, culturales y políticos.
El reconocido arquitecto inició la charla citando a Dulce María Loynaz, la poetisa cubana nacida con la República, en un texto que leyó: “El que no la vio… [aquí tuvo que detenerse y contener el llanto por unos segundos]Nunca podrán imaginar cómo era La Habana: una pequeña Viena, un París en miniatura, un extracto de Buenos Aires. La Habana era todo eso, color, esplendor y refinamiento”.
“Si quieres retratar el significado de la República, mira sus edificios, mira los edificios de La Habana”, afirmó Raúl Lorenzo, quien ha diseñado proyectos para la Administración de Servicios Generales de EE. UU., el Estado de Florida, el condado de Miami-Dade, la Ciudad de Miami, y otras entidades.
“Me baso mucho en el folklore”, dijo a Diario Las Américas, “y había una frase de [Leopoldo Fernández] ‘Tres patines’ en [el programa de televisión] La Tremenda Corte, que era como una observación: ‘¿Tú estuviste ahí?’ Bueno, yo estaba allí. ¿Por qué tenían que hacer la guerra a los edificios? Eran objetos inanimados. Es bien conocido el ataque a la República que ha hecho la revolución durante 63 años”, subrayó.
Según agregó, “ellos [el régimen castrista] querían romper con todo lo que se hacía. Tengo un amigo que me decía: ‘¿por qué quieres consentir a los 4 equipos que llevaban 100 años jugando?’ Esos fueron Cienfuegos, Marianao, La Habana y Almendares. Querían cortar sus pérdidas y que el pueblo no tuviera nada que ver con la República. Lo que es más triste en ese contexto es que esos edificios destrozados no le han hecho ningún bien a nadie”.
Hay un episodio que Raúl Lorenzo nunca olvidará: «Antes de salir de Cuba, en 1959, mis padres me llevaron a un desfile de moda en el Hotel Riviera, recién inaugurado. Mi mamá me toma de la mano, abre una puerta y me dice, mira esto, porque esto se acabó. Era el casino. Y justo cuando esperábamos al chofer, pasó un Mercedes 300 SL Gaviota, con Efigenio Ameijeiras, jefe de policía, un desvergonzado”.
“Es importante que la República sea analizada por sus edificios”, dijo Raúl Lorenzo, quien fue director del Frost Museum of Science en Miami, presidente del Miami-Dade County Art in Public Places Trust y presidente de la Asociación Histórica de la Sur de Florida, entre otros cargos.
una marca imborrable
Se necesitarían muchas páginas para incluir todas las obras arquitectónicas de la República.
Buena parte de las edificaciones que quedan en la memoria de los cubanos fueron obra del periodo republicano en la isla. Con la ampliación de El Vedado, a principios del siglo XX, esta zona empezó a tomar forma, al igual que Miramar. Cabe señalar que en 1900 se había fundado la Escuela de Ingenieros, Electricistas y Arquitectos de la Universidad de La Habana.
Entre los edificios que simbolizan el ingenio arquitectónico de la primera mitad del siglo XX se encuentran el Malecón de La Habana (1901-1952), el edificio de la Bolsa de Comercio de La Habana (1903-1904), el Muy Ilustre Centro Gallego de La Habana, luego el Gran Teatro (1906-1914), la Bolsa de Comercio de La Habana (1907-1909), el edificio de la Aduana de La Habana (1910), la Estación Central del Ferrocarril (1912), el Museo Nacional de Bellas Artes (1913), el Palacio Presidencial (1913-1920) , el edificio Horter 115 (1916-1920), la Cárcel Modelo de la Isla de la Juventud (1925-1926), el Capitolio Nacional (1926-1929), la Casa de Catalina Lasa (1926), el Monumento a Maine (1926) , el Parque de la Fraternidad (1928), el edificio Bacardí (1930), el Hotel Nacional de Cuba (1930), el Monumento a José Miguel Gómez (1936), la Casa Bonet (1939), el Cabaret Tropicana (1939), el Edificio Radiocentro (1947), la Casa José Noval Cueto (1949), el Edificio Focsa (1956), el Coliseo de la Ciudad Deportiva (1957), el Hotel Habana Hilton (1958), el Edificio del Seguro Médico (1958), el Cristo de La Habana (1958), y la Plaza Cívica (1958).
Cabe destacar la Carretera Central, considerada una de las maravillas de la ingeniería civil cubana, y que comenzó a ejecutarse precisamente el 20 de mayo de 1927, hasta su finalización el 24 de febrero de 1931. Otra joya de la ingeniería civil es el Túnel de La Habana (1957-1958), conectado a la Avenida Monumental, de ocho carriles, terminado en 1958.
A esto se suman los edificios multifamiliares en El Vedado, especialmente construidos en la década de 1950, que hasta el día de hoy son reconocidos como edificios de «construcción capitalista», y valorados por su elegancia y durabilidad frente a construcciones posteriores, particularmente las de microbrigadas, construcciones prefabricadas de inspiración soviética.
Carlos Miguel de Céspedes, Secretario de Obras Públicas entre 1925 y 1929, fue muy claro en su discurso pronunciado el 11 de mayo de 1953 durante el Foro del Colegio Nacional de Arquitectos de Cuba, en la Plaza de la República y el Monumento a Martí:
“todo cerrado”
“Los cubanos por generaciones hemos perdido la historia de muchas edificaciones”, dijo el arquitecto y urbanista Carlos Alberto Fleitas, director de Diseño y Urbanismo de varios proyectos y ganador de la beca de arquitectura de la Fundación CINTAS.
Por eso, valorar la zona de El Vedado “es encontrarse con el pasado, reconocer y aprender para el futuro”, estimó. “Pero lo más importante es poder aprender de ese tejido urbano que había en una ciudad y que se perdió”, dijo sobre el cambio que comenzó a sufrir esta zona de La Habana a partir de 1959.
“¿Qué podemos aprender de La Habana? Edificios que se cambiaron en un proceso que fue a propósito, para borrar la historia”, zanjó Fleitas, quien publicó el libro Canto a MATANZAS, dedicado al tejido urbano histórico y la arquitectura de su ciudad natal.
El régimen, afirmó, “reestructuró la mente del ciudadano cubano, del habanero; si caminabas un trecho hasta un lugar, ya no era lo mismo, caminabas hacia otro lugar, y el uso de las calles que eran peatonales para comercios ya no eran comercios, sino cuarterías. Era el proyecto perfecto para desvincular a la sociedad. Lo que era una escuela se convirtió en una oficina, lo que era una oficina se convirtió en otra cosa. Como el poema de Reinaldo Arenas, ‘todo cerrado’, peleterías cerradas, tiendas cerradas, así destruyó completamente el tejido urbano”.
fragmento del poema el desfile terminapor Reinaldo Arenas
Camina por las calles que revientan,
Pues las cañerías ya no dan
a través de edificios que deben ser evitados,
Bueno, vienen sobre nosotros.
por rostros hoscos que nos escudriñan y sentencian,
a través de establecimientos cerrados,
mercados cerrados,
cines cerrados,
parques cerrados,
cafeterías cerradas.
A veces mostrando carteles ya polvorientos (justificaciones),
CERRADO POR REFORMAS,
CERRADO POR REPARACIÓN.
¿Qué tipo de reparación?
¿Cuándo termina dicha reparación, dicha reforma?
cuando al menos
¿Empezar a?
Cerrado… cerrado… cerrado…
todo cerrado…