El presidente se reunió con los titulares de las Cámaras y de Justicia, con ministros y gobernadores. Emitieron un comunicado.
Presidente Luiz Inácio Lula da Silva comenzó este lunes con una serie de reuniones de alto nivel en su oficina, el único lugar que se salvó de la depredación protagonizada el domingo por bolsonaristas radicales que asaltaron la sede del Ejecutivo, Congreso y Justicia, en Brasilia.
Lula optó por despachar desde su oficina en el Palacio de Planalto para demostrar que los actos violentos de los radicales de extrema derecha no paralizarán las instituciones.
El ministro de Comunicación Social, Paulo Pimenta, dijo que Lula optó por despachar en Planalto «para demostrar que el Gobierno está funcionando en absoluta normalidad».
«No vamos a permitir que un grupo minoritario de terroristas, criminales, que desprecian la democracia ya Brasil, hagan lo que están haciendo y con eso logren el objetivo de paralizar el funcionamiento de las instituciones», dijo Pimenta.
El líder progresista comenzó la jornada con una reunión con los presidentes de la Corte Suprema y del Congreso, cuyas instituciones también fueron atacadas por los bolsonaristas el domingo por la tarde. Pidieron mantener la «serenidad» y «defender la democracia» en la paz.
Los presidentes de los tres poderes firmaron una nota conjunta expresando que trabajan para que «se tomen medidas institucionales, en los términos de las leyes brasileñas» respecto a los hechos terroristas de este domingo.
La nota, firmada por Arthur Lira (Presidente de la Cámara), Veneziano Vital Rêgo (Presidente interino del Senado), Rosa Weber (Presidenta del STF) y Lula, rechaza los actos de «terrorismo, vandalismo de delincuentes y estafadores», informó O’Globo.
Los cuatro se reunieron en el Palacio del Planalto para un encuentro de última hora. Participaron también el vicepresidente Geraldo Alckmin y algunos ministros de Estado, como Flávio Dino (Justicia) y el cuestionado José Múcio, encargado de la Defensa.
El presidente también se reunió con gobernadores para analizar la crisis.
Según Globo, en el Palacio del Planalto, empleados y ministros llegaron temprano para evaluar los daños. En la planta baja se podían ver vidrios rotos, sangre, sillas rotas y computadoras. Junto al espejo de agua, una camiseta rota y mojada de la Selección de Brasil.
La galería de los ex presidentes fue completamente destruido. Un reloj de Dom João VI, del siglo XVII o XVIII, estaba roto y destrozado.
Según el informe entregado por el ministro Pimenta, la oficina presidencial no fue invadida por radicales de extrema derecha, ya que estaba protegida para vidrio blindado.
La sala donde Lula realiza las reuniones ministeriales tampoco sufrió daños.
El domingo por la tarde miles de radicales que no reconocen los resultados de las elecciones del 30 de octubre organizaron la invasión de la sede de los tres poderes para intentar derrocar al presidente Lula.
En la sede de la Corte Suprema de Justicia, el Congreso y el Palacio del Planalto, los radicales causó grandes daños destruyeron muebles, equipos de cómputo y obras de arte colocados en las oficinas.
La policía dispersó a los manifestantes unas cuatro horas y media después del inicio de la ataque coordinadopor lo que hasta ahora han sido detenidos unas 1.500 personas.
Escrito de Clarín con información de EFE y medios locales
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