Frontera 28, San Ángel. Eso fue todo lo que nos dijo al final de su clase de literatura en la Superior normal. Era concisa en su interpersonalidad, pero generosa en sus charlas didácticas que captaban la atención y la imaginación de sus alumnos. En esa ocasión, visitamos la casa de ella y Hermilo un jueves por la tarde, quien ya estaba delicado para esos meses. Él, autor de Canek y otras obras tradicionales de la cultura maya.
La extraordinaria sensibilidad de Margarita se expresa en sus textos con un suave erotismo que se acentuaba en la lectura.
Nos narró en una ocasión cómo, viajando en uno de los transportes que se dirigían a la Normal Superior, observó a un apuesto joven y mientras lo veía de pie, moviéndose al ritmo del bullicio, le construyó un poema, desde un imaginario donde podrían haberse conocido y tener un encuentro personal. Sin embargo, pasaron los minutos, las estaciones de subida y bajada del pasaje y finalmente el sujeto se fue y quedó sólo con la ilusión de lo que pudo haber sido.
En otra oportunidad, Margarita nos contó de sus horas de deambular sin rumbo por las calles de la capital, cuando se molestó al enterarse que había ocurrido el hecho en Tlatelolco, a pocas cuadras de la Normal. Cuando le venía un pensamiento, iba a una acera oa un banco público y con lágrimas lo plasmaba en un papel.
En sus textos alude al sueño, ese escenario donde se reconstruye el encuentro amoroso de la pareja. Pero también utiliza la figura del desierto femenino que se sacia en presencia de la persona amada. La distancia, en la alusión poética, actúa como el momento de la realidad para quien desea permanecer en la convivencia, en el encuentro que es furtivo y momentáneo y que las reglas prohíben. Pero les sugiero leer a la analista Itza Andrade, quien bien retrata la obra de nuestra ansiada Margarita*.
En los años setenta, eran los tiempos en que los maestros, como ella o Hermilo, su pareja, escribían para dar sentido a sus vidas. Preparar poemas, ensayos y obras literarias que puedan ser material de estudio para sus alumnos normales. La calidad de su obra mereció ser publicada por los medios de comunicación de la época y por eso han llegado hasta nuestros días. *Itza Andrade: revista digital «Al pie».
ANTONIO MEZA ESTRADA*
COLABORADOR
MAÍZ
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