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Cristina Kirchner, y en especial su hijo Máximo, Maldicen la falta de un candidato con certificado de origen que pueda ganar una elección presidencial con sus propios votos. El líder de La Cámpora sufre cada vez que los dados de una elección le obligan a retroceder casillas. O confiar en extraños para conservar algo de poder. Ahora intenta jugar a ser Dios, tratando de revivir a quienes parecen políticamente muertos, como su Querido socio y amigo, Martín Insaurralde
El exalcalde de Lomas de Zamora cayó en desgracia tras su pretencioso asunto en el mediterraneo. Pero el borrón y cuenta nueva y la falta de vergüenza siempre parecen funcionar como una cualidad para los políticos desventurados que tropiezan con la corrupción. En Argentina pasa casi todo o, se cree, está destinado a pasar. Las cebras abundan y una mancha por comportamiento inadecuado y tratos turbios puede afectar a cualquiera.
Eso piensa Máximo para justificar su indulgencia hacia Insaurralde. La desesperación del heredero natural del kirchnerismo es su evidente falta de liderazgo para alinear a los dirigentes peronistas del GBA. Es decir, la cofradía necesita resurgir con su todavía confidente lomés, más allá de que su figura represente, quizás, la patata más sucia del antiguo Mercado Central.
No hay manera de lidiar con la gravedad. Siempre gana. Desde hace al menos diez años, el kirchnerismo desprende olor a descomposición. Cristina lo sabe cuando niega el empoderamiento que debería haberles dado a los viejos infieles. liderar las listas en las últimas tres elecciones presidenciales.
El expresidente nunca creyó en el siempre convertido Daniel Scioli, pero tuvo que elegirlo para enfrentar a Mauricio Macri en 2015. «Menos mal que no ganó ese idiota», se la escucha confesar al ahora Mileist. Luego perdonó Alberto Fernández volver al poder en 2019 y así resultó. También se le escuchó usar palabrotas similares.
La fresa se la sirvió el año pasado, cuando se entregó a Sergio Massa tras prometer públicamente a Wado de Pedro que sería su elegido. Algunos mal intencionados aún recuerdan que en la bitácora del ex superpoderoso Ministro de Economía que afirmó no ser nunca candidato «porque no era compatible», figuraba el compromiso de barrer a los Kirchner. Y meterlos en la cárcel. Evidentemente, pasa de todo.
Necesidades del poder residual: el líder del deshojado Frente Renovador que muchos ven volviendo al peronismoes quien ahora operaría con el ministro de Justicia Mariano Cúneo Libarona y Ricardo Lorenzetti, para ponerle la toga de máximo cortesano a Ariel Lijo. A cambio estaría el juramento de colaborar para postergar la confirmación de una probable sentencia definitiva en la condena de Cristina.
En unos días, el Tribunal de Casación no sólo ratificaría los más de seis años de prisión a los que fue condenada por Ruta del Dinero K, pero podría incluso profundizar el dolor.
Trascartón, es el Furiosa pelea entre Máximo Kirchner y Axel Kicillof, quizás la única figura competitiva que le queda al kirchnerismo, pese a su pesar. Nadie en La Cámpora considera a Kicillof como alguien propio. Aprendieron a odiarlo. No lo consideran apto para conducirlos.
«El enojo de Máximo con Axel sólo se podría analizar apelando a la psicología. Cristina ve en Máximo lo peor de Néstor. Así lo trato siempre. Pero él es su hijo. Kicillof se equivoca cuando se burla de él en público. Ella va para terminar protegiendo a Maxi», reflexiona antes Clarín un altísimo dirigente peronista que le habla más a La Cámpora que al gobernador.
Máximo no pierde oportunidad de perjudicar al gobernador. Nunca fueron hermanos en vida, a pesar de la debilidad que siempre tuvo su madre con el Gobernador. No lo considera un amigo y nunca fueron confidentes. Hubo, hay y todo indica que los diversos desplantes y desprecios seguirán. El último golpe, según despotrica el Gobierno porteño, puede ser la carta del grupo de actrices en la que solo viajan quienes tienen la SUBE kirchnerista.
Después de cinco días de ruidoso silencio, el grupo de actrices cristianas publicó un carta condenatoria contra Fernando Espinoza, procesado por abuso sexual. El post se centra tanto en el poderoso líder peronista de La Matanza como en contra Kicillof. “Exhortamos a Axel Kicillof a romper el silencio que sustenta este tipo de delitos”, dispara.
«Nos hicieron una cama para ensuciarnos«. Cerca del Gobernador no dudan en señalar que Máximo fue el mentor de aquella tardía carta desmentida, aunque nadie puede explicar bien los motivos que llevaron al presidente a tomarse una foto con Espinoza al día siguiente de que el alcalde fuera procesado..
Lo cierto es que el Gobernador sólo se sintió obligado a hablar de la denuncia contra el titular de La Matanza tras la advertencia de las actrices K. Por cierto, a Kicillof también pareció costarle dar una explicación coherente. Parecía incómodo y no sabía qué decir. «Y se coincidió en la pregunta que le hicieron a Axel sobre Espinoza. Evidentemente la oratoria nunca fue su fuerte», lamentan en La Plata.
El dirigente bonaerense parece haber asumido que Cristina finalmente no lo va a elegir como candidato presidencial. Ésa es la verdadera razón por la que intenta empoderarse con el apoyo de varios intendentes que tienen viejos rencores pendientes con el hijo del exvicepresidente. Entre ellos, Jorge Ferraresi y Mario Secco.
Se entiende, Hay demasiados heridos entre los dirigentes del Gran Buenos Aires. Muestran sus colmillos porque han sido corroídos por La Cámpora. «Nos orinó pero nos pide que le agradezcamos que no haya tirado la cadena», señalan. Aseguran que lo único que Máximo siempre tuvo en mente es fortalecer su grupo para dominar el PJ, evitando todas las alianzas posibles. Y así, emular el poder que alcanzó su padre Néstor, sometiendo sin piedad a los intendentes que amenazaban con cualquier rebelión, como Fernando Gray o Juanchi Zabaleta.
«Nos enfrentamos a la desesperación por la supervivencia de la sexteto de poder campista, encabezado por Máximo, Wado de Pedro y Anabel Fernández Sagasti a nivel nacional, y sus obispos bonaerenses como Mayra Mendoza, Juan Martín Mena y Nicolás Kreplak. Son los únicos a los que sirve Cristina», indica un jefe municipal muy respetado por la familia kirchnerista.