Brasil se enfrenta a un defecto institucional difícil o imposible de reparar. Esta condición explica algunas de las debilidades del tercer gobierno de Luis Inácio Lula da Silva que se han hecho más evidentes al inicio del actual sexto mes en el poder del líder del PT.
Aunque es un régimen presidencial, el poder del Congreso, especialmente de los Diputados, se ha inflado a niveles inusuales con pretensiones de una especie de cogobierno. Estos privilegios los obtuvo el Parlamento con Jair Bolsonaro quien, para evitar el riesgo de juicio político, fue otorgando espacios en su propia estructura ejecutiva al otro poder.
«Él el proceso de destitución ha sido la pistola en el cinturón”, dice el periodista y académico Vinicius Torres Freire en Folha de São Paulo para explicar el tono de estas derivas extorsionadoras.
Debido a que Lula logró una victoria electoral muy reñida, le faltan suficientes legisladores para modificar ese cuadro y desplazar del control legislativo a los llamados «centro» (literal: gran centro), un alianza conservadora y calculadoraque siempre ha estado ahí pero no con las enormes capacidades actuales.
Ese vértice representa las famosas tres B del Congreso, biblia, bala y buey, respectivamente, evangelistas pentecostales, defensores de la liberación de armas y agronegocios. Debido a esas debilidades, Lula no pudo eliminar un vicio central de esta discordia: el llamado capítulo secreto del presupuesto que los legisladores controlan y asignan de manera reservada y sin aceptar inspecciones.
Una rareza, también un regalo de Bolsonaro, un líder opaco, recordemos, que subió al poder a caballo gran crisis economica y corrupcion liderado por la PT Dilma Rousseff.
El virtual «premier» de esta singular construcción es Arthur Lira, titular de la Cámara de Diputados y padre de ese dispositivo presupuestario que Lula había prometido cancelar en la campaña.
Él Centroque incluye al Partido Liberal del expresidente, que ganó las dos primeras minorías legislativas en octubre pasado, explica la mitad de la Cámara de 513 escaños contra los 130 escaños que tiene asegurado el gobierno. Ese número es insuficiente para avanzar sin negociar con la presidencia del recinto, como advierte con soltura el propio Lira.
Un ejemplo de esta circunstancia ha sido la votación del Parlamento que acaba de cortar poderes de los ministerios de Medio Ambiente, a cargo de la legendaria Marina Silva, y de Pueblos Indígenas, a cargo de Sonia Guajajara, la cartera relacionada con la cesión de tierras públicas y la frontera agrícola.
el ojo o la mano
Fue a cambio de permitirle al gobierno mantener su gabinete de 37 ministerios, número que expresa La lotería de Lula con aliados incluso del derecho a garantizar, a su vez, el apoyo parlamentario.
De no haber existido esa autorización, fruto de una durísima batalla que podría marcar el perfil del gobierno de ahora en adelante, Lula habría tenido que renunciar a nada menos que 14 carteras. «Pierde una mano para no perder un ojo», como apunta el ya mencionado Torres Freire con más realismo que ironía.
En ese fusilamiento renunció entre otros instrumentos el ministerio Silva, clave en la bandera ecológica que enarbola el líder del PT en la diferenciación de su antecesor el registro ambiental ruralrenglón que preocupó al negocio agrícola.
En cuanto a los Pueblos Indígenas, ya no se ocupará de la ratificación de tierras que habría pertenecido a los llamados pueblos originarios. Eso le pasa a la Justicia.
Incluso antes de esas decisiones, el Congreso había limitado la demarcación de los espacios indígenas que Lula había relanzado. Ahora los territorios reservados para estas comunidades serán únicamente aquellos que estaban ocupados al momento de la promulgación de la Constitución vigente, en 1988.
Hay más para observar detrás de estos movimientos. La estatal Petrobras pretende perforar en el llamado bloque 59, ubicado a 159 km de la región de Iapoque, en la extremo norte de la costa brasileña. en el Amazonas
Marina Silva se ha opuesto a esta iniciativa reprochando al propio gobierno. Los ambientalistas argumentan que el proyecto abriría una «nueva frontera» para la exploración y explotación de petróleo que podría poner en peligro la propia campaña de Lula para preservar la Amazonía.
Suely Araújo, especialista en políticas públicas del Observatorio del Clima, citada en el sitio especializado Brasil, Ágora amazónicaadvierte sobre otro rasgo inquietante de estos emprendimientos: “un derrame de petróleo en las profundidades del Amazonas Causaría una tragedia».
Lula no se ha definido en contra del proyecto. En esas tierras habría yacimientos con hasta 30 mil millones de barriles, un milagro que ayudaría torcer los números magros de la economía del gigante sudamericano.
El presidente sostuvo en la reunión del G7 en Hiroshima que si se extrae petróleo en la desembocadura del Amazonas, será a 530 km mar adentro, lo que dificulta, estimó, que sea una riesgo para el medio ambiente y la selva Silva repudia ese criterio.
Sucede que Lula necesita urgentemente recursos que amplíen sus capacidades. Un presidente exitoso es intocable como el propio dirigente del PT constató en sus anteriores mandatos. Por eso lleva el pragmatismo a estos extremos. Pero es una colina empinada.
Su ministro de Hacienda, Fernando Haddad, lo sabe, y está diseñando un ajuste fiscal que resolverá en el mediano plazo la ralentización de la economía. Brasil puede crecer un magro 1% este año (1,2% dice el Banco Mundial), según datos oficiales, por encima al menos del 0,6% estimado en marzo pasado.
Estos números son elocuentes frente al 5% de 2021 y el 2,9% del año siguiente. Al mismo tiempo, la inflación no cede y, aunque es baja en relación al barrio, duplica la meta del 3,25%, por lo que el Banco Central resistir las tasas de corte (13,75%), con lo que el crédito sigue siendo caro y enfría la economía.
El «demócrata» Maduro
En estas circunstancias distorsionadoras es posible encontrar alguna pista, aunque no la justificación, sobre la comportamientos sorprendentes que Lula ha tenido estos meses, especialmente en el ámbito internacional.
Como si quisiera compensar el peso de la balanza, ha sobrealimentado su antigua figura de líder progresista y de izquierda en pos de un peaje político que lo protege del costo del ajuste de la economía entre otras medidas controvertidas como la cuestión vidriosa de la Amazonía.
También porque la dura batalla con el Parlamento revela que el presidente tendrá que ceder aún más espacio. Lira sugirió a GloboNoticias que así como el gobierno entregó carteras a varios partidos, también debe dar cabida a otras fuerzas. Se refería sin nombrarlo al conjunto de la Centro, incluido el ya mencionado Partido Liberal Bolsonaro. En la guerra, se sabe, no hay piedad.
La patada estrepitosa de llamar demócrata a Nicolás Maduro y negar las violaciones a los derechos humanos del chavismo, puede entrar en esa óptica de «tapar el sol con un dedo». La intención se entiende, pero la estrategia falla.
Lula arriesga internamente, en principio, el apoyo de la clase media moderada que le dio o le dio la victoria en octubre. Afuera, se queda sin capacidades de poder blando.
Sus posiciones confusas y bastante asimétricas hacia Rusia, que le fueron construidas no tanto por la cancillería de Mauro Vieira sino por su asesor en asuntos internacionales, Celso Amorim, pulverizar el sueño brasileño de mediar en el conflicto de Ucrania como trampolín para apoyar, al menos retóricamente, la demanda de un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Él abrazo sin condiciones ni reproches al líder bolivarianoque pretende ser de izquierda para que sus crímenes sean ignorados, picardía sin los efectos del pasado, erosiona el liderazgo regional brasileño. Hasta el punto de que, en la reciente cumbre de presidentes sudamericanos en Brasilia, Lula tuvo que suspender y tal vez enterrar su intención de revivir Unasur, el sello con el que aspiraba disputar con la OEA.
Las ambigüedades con Argentina ayudan a ejemplificar este proceso en relación a una ayuda imposible de dar más allá de las palabras. Hay un detalle importante en ese registro. La promesa de que la entrada de nuestro país en ese bloque junto a Irán, Indonesia, las Comoras o Arabia Saudí, entre otros, será evaluado en la cumbre presidencial de agosto, parece realización dudosa.
El periódico Valor económico informó hace unos días de este junio tan complejo que, aunque China busca aumentar los socios de este emprendimiento, hay dos países que se resisten, India… y Brasil.
© Copyright Clarín 2023