Juan Carlos Ferrero (43) ha pedido el turno de palabra.
Lo hizo este domingo, en la víspera del estreno de Carlos Alcaraz (20) en París, el París post-Nadal.
(Este lunes, el talento murciano debuta ante el italiano Flavio Colbolli, el 159 del mundo).
El técnico de Alcaraz atendió a los reporteros en el centro de prensa de Roland Garros, en la barriga del Philippe Chatrier. Un par de pisos más arriba, Stéfanos Tsitsipás, quinto favorito, insistía en que necesitaría cuatro sets para deshacerse de Jiri Vesely, 7-5, 6-3, 4-6 y 7-6 (7).
Este último tema parecía banal: el triunfo del coloso griego apenas se ha abierto camino en la imaginación del tenis.
Bueno, este fue un domingo de efemérides: se cumplieron cuarenta años del último triunfo de un tenista francés en París. Roland Garros homenajeó a Yannick Noah.
Noah tiene hoy 63 años, se ha casado tres veces y ha tenido cuatro hijos. Uno de ellos, Joakim, ha jugado en la NBA. Gilles Moreton y Amélie Mauresmo, rostros de la burocracia tenística contemporánea, acompañaron a Noah, que asistía a la inauguración de un fresco en su honor. Jay Ramier, un artista de Guadalupe, lo ha retratado en la pared del edificio de los jugadores, hoy rebautizado como Edificio Yannick Noah 1983.
Mientras Tsitsipás, Noah y Roland Garros estaban solos, Ferrero estaba solo. Este domingo vivió su propio aniversario, el recuerdo de su título en París.
Sentado frente a los periodistas, Ferrero volvió a esos tiempos, cuando lo llamaban El mosquito y él mismo estaba en la cima del tenis. Han pasado veinte años desde su título en Roland Garros (2003), el que le había abierto el camino al liderato mundial (lo alcanzaría tres meses después, en septiembre, tras quedar finalista en el US Open).
-A veces me he sentado al lado de Alcaraz y hemos repasado mi final -confesó Ferrero-. Y es cierto que a los tenistas de hoy en día les cuesta ver un partido completo. Pero revisarlo juntos me ha permitido transmitir conceptos como el lenguaje corporal o las formas.
Ferrero se refería a su victoria sobre el holandés Martin Verkerk, un maravilla de un golpe de manual que nunca antes había mirado algo así y que después no volvería a hacerlo (su mejor ranking iba a ser el 14: Verkerk nunca pasaría de la tercera ronda de un major, solo ganó dos ATP menores títulos, en Milán y en Amersfoot).
-Como Verkerk le había ganado a Moyá (en cuartos de final), eso me había puesto muy nervioso. Sin embargo, una vez en la cancha me dije que él tenía menos experiencia que yo en este tipo de partidos y eso me ayudó a ganar – confesó Ferrero, que ganó en tres sets, 6-1, 6-3 y 6-2, tras una de las finales menos disputadas en la historia del torneo.
-¿Y cómo ves ahora a tu pupilo? se preguntó más tarde.
-El hecho de que ya hayas ganado un Grand Slam (el US Open de 2022) puede ayudarte a convencerte de que puedes volver a hacerlo y controlar la presión.
¿Pero tendrá más presión?
-Todavía quedan cosas, como quedó demostrado en Roma (en su última actuación en el Foro Itálico, hace doce días, el murciano se quedó atascado ante el desconocido Fabián Marozsan, que le ganó en octavos). Si tienes un día normal y tu rival bueno, te vas a casa. Para ser el mejor hay que demostrarlo.
(Este lunes también debuta el serbio Novak Djokovic, tercer favorito, ante Aleksandar Kovacevic; tanto Alcaraz como Djokovic están del mismo lado del cuadro, por lo que ambos podrían enfrentarse en semifinales).