¿Qué pasó con las protestas por el cambio climático?

Hace poco menos de tres años se celebró la «Semana Global del Futuro», un hito para el movimiento ecologista y un llamado de atención contra la cambio climático.

Entre 4 y 6 millones de personas salieron a las calles en miles de ciudades y pueblos de todo el mundo entre el 20 y el 27 de septiembre de 2019 para protestar pacíficamente por la inacción contra el crisis climática.

“Por la naturaleza del problema, no es fácil hacer campañas de este tipo”, explica a RFI José Luis García, responsable del área de clima de Greenpeace España y activista con 30 años de experiencia.

“La respuesta social de 2019 fue un punto de inflexión. Fue el mayor movimiento de movilización social por el clima que ha habido”, recuerda García.

Greta Thunberg y la activista alemana Luisa Neubauer, frente al Parlamento sueco, para exigir acción contra el cambio climático, en agosto de 2021. Foto: REUTERS

Greta Thunberg y la activista alemana Luisa Neubauer, frente al Parlamento sueco, para exigir acción contra el cambio climático, en agosto de 2021. Foto: REUTERS

Ese mismo septiembre, la organización estudiantil viernes para el futuro o “Viernes por el Futuro”, que había convocado manifestaciones en más de 150 ciudades, recibió el premio Campeones de la Tierra, el máximo galardón medioambiental de Naciones Unidas.

Semanas después, Greta Thunberg, la inspiración detrás del movimiento, se consagró como un ícono ambiental internacional al cruzar el Atlántico en velero para participar en una cumbre climática de la ONU en Nueva York. Revista Tiempo nombrada Greta persona del año 2019.

Para muchos, esos éxitos fueron un espaldarazo definitivo al lento proceso de transición energética.

Reemplazar la quema de hidrocarburos por energías renovables es un tema central para reducir las emisiones y lograr que la temperatura del planeta no supere los 1,5 grados centígrados con respecto a los niveles preindustriales, uno de los objetivos del Acuerdo de París.

El golpe de la pandemia

En aquellos días, incluso el mundo financiero parecía estar listo para impulsar cambios profundos. BlackRock, la administradora de fondos de inversión más grande del mundo con una cartera de activos cercana a los 10 billones de dólares, anunció un «nuevo estándar» en su estrategia de inversión. A partir de ahora, incorporaría “riesgo climático” y sostenibilidad.

«¿Que paso despues?» dice García, de Greenpeace España. “Que este movimiento social masivo fue truncado por la pandemia”.

El siguiente cuadro, elaborado con los registros de las protestas de Fridays for Future en todo el mundo, muestra cómo el confinamiento y las restricciones sociales afectaron a las movilizaciones.

Una marcha en Viena, contra el calentamiento global del planeta, en septiembre de 2020. Foto: REUTERS

También muestra que, aunque en el mundo se levantaron buena parte de las medidas para contener la pandemia, las manifestaciones no volvieron. Y razones no le faltan, porque en 2021 las emisiones globales alcanzaron su máximo histórico y podría seguir creciendo en 2022.

Inflación y crisis energética

“La gente percibe el cambio climático como el problema del mañana. Tenemos que hacerles ver que no es así”, explicó recientemente al diario New York Times un activista, cuando se le preguntó por qué las protestas no recuperaron el vigor previo a la pandemia.

Las consecuencias económicas de la guerra en Ucrania podría presentar un nuevo obstáculo.

La inflación récord acapara la atención de los gobiernos y la crisis climática, una vez más, parece haber quedado relegada a un segundo plano. Europa, por ejemplo, ha anunciado una aumentando su consumo de carbón.

marzo en septiembre

Viernes por el Futuro convocados una nueva movilización mundial a favor del planeta el 23 de septiembre. Será el momento de medir la fuerza del movimiento ecologista y evaluar si es capaz de influir en dos elecciones importantes este otoño: las elecciones generales en Italia (25 de septiembre) y las elecciones intermedias en Estados Unidos (8 de noviembre).

La caída en el número de protestas no significa que los ambientalistas se hayan quedado de brazos cruzados.

Algunos grupos han decidido pasar a la acción y promover acciones concretas para, por ejemplo, estrangular el flujo financiero que sustenta el sector de los combustibles fósiles.

Grupos como 350.org o Extinction Rebellion han conseguido que más de 1.500 empresas e instituciones con un valor de mercado agregado de 40.000 millones de dólares se comprometan a dejar de invertir en carbón o incluso en petróleo y gas.

«No hay Planeta B», dice una pancarta durante una marcha en Berlín, Alemania, en abril de 2020. Foto: AP

protestas en america latina

En Latinoamérica, las protestas tomaron fuerza a través de movilizaciones sociales ecologistas e indígenas que fueron fundamentales para frenar proyectos de gran impacto ambiental.

Los activistas también han jugado un papel clave para frenar la acción de gobiernos anticlimáticos como el de Jair Bolsonaro en Brasil a través de otra estrategia: el litigio climático.

“Muchas de estas protestas no llegan a la prensa internacional”, Joan Martínez Alter, investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universitat Autònoma de Barcelona (ICTA-UAB), que ha estudiado los movimientos sociales durante más de cuatro décadas, explica a RFI. en la región.

El ICTA-UAB, con sede cerca de Barcelona pero con colaboradores de todo el mundo, organiza el EJ Atlas, el mayor mapa interactivo sobre conflictos sociales y medioambientales del planeta, con más de 3.700 registros.

Sus datos muestran que las protestas en América Latina, lejos de reducirse, no dejan de crecer. Martínez Alter cita, por ejemplo, las movilizaciones para parar nuevas centrales de carbón o nuevas minas. También recuerda que América Latina es la región del planeta donde más activistas ambientales mueren cada año.

Martínez Alter cree que la región puede jugar un papel central en la lucha contra la crisis climática, sobre todo por lo que parece ser “el regreso de la izquierda latinoamericana, que podría poner la ecología en el centro de la política”.

Cita los ejemplos de Colombia y Chile, países que considera exponentes de “una nueva izquierda” que tiene al medio ambiente en el centro de sus políticas.

Fuente: RFI

CB

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