La conformación del derechista Partido Republicano es la principal fuerza del Consejo Constitucional de Chile, órgano encargado de redactar una nueva propuesta de Carta Magna para el país sudamericano, que será sometida a plebiscito en diciembre de 2023.
El actual texto constitucional fue aprobado en 1980 bajo el régimen militar de Augusto Pinochet. Desde entonces ha pasado por más de 60 remodelaciones, cuenta a Javier Couso, de la Universidad Diego Portales de Santiago de Chile. El profesor titular del Departamento de Derecho Público explica que, aún después de la entrada en vigor de la Carta Magna, el país continuó en estado de emergencia y los derechos fundamentales no se aplicaron bajo la dictadura militar hasta la transición democrática, en 1989.
Las principales reformas
En ese año se produjo la primera gran reforma, dice: “Hubo negociaciones con la oposición para que la dictadura eliminara algunos de los aspectos más grotescamente inaceptables de la Constitución”.
Mediante la otra gran reforma, en 2005, se eliminaron dos de los aspectos más cuestionados del texto original. Hasta entonces, alrededor del 20 o 25 por ciento del Senado no se elegía democráticamente, «alterando la voluntad popular», dice Javier Couso. Además, los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas aún no estaban bajo control civil.
Miguel Ángel Fernández, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, también menciona las reformas de los últimos tres años que han permitido la implementación de dos procesos constituyentes. El primero, cuya propuesta de nueva Constitución fue rechazada por la ciudadanía, y el segundo, en desarrollo actual.
En 2022, una mayoría rechazó el texto de la nueva Constitución chilena elaborado por una convención de izquierda.
¿La Constitución de Pinochet?
Entonces, ¿qué tan válido es seguir refiriéndose a la Carta Magna chilena como la «Constitución de Pinochet»?
“Yo no comparto esa denominación”, dice a el experto constitucionalista Miguel Ángel Fernández. A su juicio, especialmente la reforma de 2005, así como la interpretación y aplicación de la Carta Magna por parte de órganos de control, como el Poder Judicial y el Tribunal Constitucional, han ido «mutando o matizando, de forma más o menos profunda, según la materia, lo definido en el texto original».
Por su parte, Javier Couso sostiene que “tiene cierta lógica hablar de la Constitución de Pinochet porque, en todas las reformas, no hay una coma o una letra que no haya sido una concesión de los partidos políticos herederos de la dictadura. » Según el profesor de la Universidad de Utrecht, es como si Cuba se transformara en una democracia y se mantuviera una constitución marxista y las reformas dependieran de las concesiones de los herederos políticos del partido comunista.
progreso y peligros
Sin embargo, ambos entrevistados también mencionan varios aspectos progresistas del texto de Pinochet, que podrían ser rescatados para la redacción de la nueva Carta Magna. Mientras Couso destaca sobre todo la introducción de una segunda vuelta en las elecciones presidenciales, Fernández destaca «el reconocimiento de la dignidad humana, el hecho de que el Estado esté al servicio de la persona o los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana como límite al poder». «.
Finalmente, el académico de la Universidad Diego Portales destaca el gran desafío que enfrenta actualmente el proceso constituyente a raíz de las recientes elecciones: “Debido a los vaivenes de la política, ahora es un grupo de derecha el que controla la elaboración de la Constitución, y, si hace una Constitución sin incluir a los grupos de izquierda, es probable que vuelva a repetirse el rechazo. Ese peligro existe”.
(es)
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