Roger Montañola: “¿Los milagros? Para Tiger”

Planeo volver al golf algún día, pero no sé cuándo será ese día.

bosque de tigre

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Esta es una entrevista de dos fases.

Mi primer encuentro con Roger Montañola (37) se produjo a mediados de junio. Nos reunimos en el Club de Golf Vallromanes, recinto que frecuenta Montañola. El hombre está ocupado: unos días antes ha sido designado cabeza de lista por el PDeCAT para las elecciones generales que se celebrarán un mes después, el 23 de julio.

Tu celular hierve.

Montañola finge ignorar los mensajes, pero el deber obliga. Por el rabillo del ojo, observa lo que sucede en la pantalla. A veces tiene que ceder. Recibes mensajes de aliento y esperanza, “cuenta conmigo”, “a ver si podemos sacar esto adelante”, “llámame si lo necesitas”.

Roger Montañola no lo sabe del todo, pero se va a encontrar nadando contra corriente. Su planteamiento político, absolutamente moderado, le sitúa justo en la intersección entre dos polos opuestos. La batalla se libra en otro escenario, a otro nivel.

Muchos piensan como él.

Pocos le darán un apoyo efectivo, el voto.

“Me encanta el golf, al igual que me encanta tocar el piano, pero no sería feliz si me hubiera centrado en uno u otro”.


Roger MontañolaGolfista, político y empresario

Hace un tiempo Roger Montañola estaba con hándicap 0. Jugaba al golf dos o tres veces por semana, incluso más. Estaba en el límite del profesionalismo. No dio el paso: cuando rondaba los treinta años, retrocedió unos metros.

–Había tenido algunos malos resultados. Me di cuenta de que no era tan bueno como debería ser. Me vi en la encrucijada. O me dedicaba exclusivamente al golf, como habían hecho unos amigos que se fueron a Estados Unidos a profesionalizarse, o dejaba de competir.

–¿Qué pasó con tus amigos?

–Lograron profesionalizarse; ninguno tuvo una carrera destacada en el golf.

Roger Montañola, en el Club de Golf Vallromanes

Roger Montañola, en el Club de Golf Vallromanes

Pau Venteo / TIRO

–¿Y qué te faltaba?

–Veinte centímetros de altura. Y más dedicación. Me encanta el golf, al igual que me encanta tocar el piano, pero no sería feliz si me hubiera centrado en uno u otro.

–Dicen que el golf es para ricos.

–En nuestro país vive estigmatizado. Hay otros deportes más caros. En Estados Unidos hay 30 millones de miembros. Creo que el golf es algo muy normal que hace la gente muy normal. Ahora no hay campos públicos en Cataluña, pero los había. En el resto de España hay bastantes, y en Inglaterra hay uno en cada pueblo. Agua…? El golf se alimenta de aguas residuales que seguramente se perderían.

A veces, algunos miembros del club nos interrumpen. Vienen con las mazas y el carrito, saludan a Montañola, que les tiende la mano o un abrazo, “a jugar un día de estos”, “venga, a jugar”.

Cerramos la charla hablando de política. Quedan 37 días para las elecciones:

–He jugado tres de los 18 hoyos y he hecho birdie en el 1, 2 y 3. Quedan quince hoyos y ya me he dado a conocer. Había un amplio margen de la sociedad que había quedado huérfano. Tengo muy claro cómo tengo que jugar.

En las semanas siguientes, Montañola se sumergió en la campaña. Su voz y su rostro abundan en la televisión, la radio y los periódicos.


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–Si fuera un torneo de golf, sería el torneo al que me acerco más preparado porque llevo mucho tiempo defendiendo las mismas ideas.

Sin embargo, no logra el récord de diputado.

–Es una derrota absoluta –admite tras las votaciones del 23 de julio.

Abandona la política y se vuelve a centrar en la empresa privada, en la consultora Busquets&Montañola que comparte con su hermana, Gemma.

Roger Montañola, en junio en Vallromanes

Pau Venteo / TIRO

(…)

El segundo encuentro tendrá lugar esta semana, el jueves, en la Crep Nova de Urgell, a un paso de su casa.

Montañola está más relajado, su móvil apenas nos interrumpe, apenas mira el reloj, ya no quiere saber de política, “no quiero cargos políticos, esto fue un flash”, me dice.

–¿Se siente decepcionado?

–Puse sobre la mesa una idea que creo que muchos comparten, pero no la votan. ¿Será que no le gustó el candidato? ¿O que tuve muy poco tiempo para prepararme? ¿O falta de financiación? No lo sé. Acepto la realidad. Esto es como cuando eres de Sant Andreu en el fútbol: el día del partido también se juega el Barça-Madrid. ¿Qué estás haciendo? Sigues siendo de Sant Andreu, pero vas al Camp Nou. Esta es parte de la razón por la que no salimos. Además, no soy Tiger Woods. Ni en el golf ni en la política. Por eso es mejor no engañarse ni buscar milagros. Los milagros son para Obama, Djokovic o Nadal. Si me apresuro, por Pedro Sánchez.


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