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Se suponía que ningún militante podría ingresar a la Plaza San Martín con insignias distintas a las argentinas, pero las tropas libertarias no tuvieron dificultades para colarse. banderas amarillas que los caracterizan. La Policía Federal apostada en Córdoba y los refuerzos enviados desde Buenos Aires, que custodiaban los accesos al Cabildo, tuvieron más éxito en impedir el ingreso de pancartas con inscripciones. Hubo excepciones, por supuesto, como la de un militante que exhibió -durante todo el acto- un cartel elocuente. “14.476.462 ya hemos elegido. Sí, DNU”, señaló en referencia a la cantidad de votos que obtuvo el Presidente en la segunda vuelta.
La plaza frente al Cabildo estaba lejos de estar llena. Los dirigentes libertarios encargados de organizar el evento explicaron que la participación no fue tan numerosa porque el operativo de seguridad ralentizó la entrada de los militantes.
Además del Federal, Gendarmería controlaba el ingreso y la Fuerza Aérea trajo desde Mar del Plata un radar y un inhibidor de drones. Los militantes más orgánicos del partido gobernante, los que portaban las banderas, se quedaron en el primer círculo para tapar cualquier otra voz disonante. Detrás de ellos, al finalizar el evento, un hombre comenzó a gritarle al Presidente para quejarse de la falta de comida en los comedores y tuvo que ser evacuado por personal de Casa Rosada para evitar más incidentes. Milei, quien a veces se distrae y responde a los elogios, no se dio cuenta.
Sin embargo, había mucha más tensión en algunas de las calles circundantes donde manifestantes, sindicatos estatales y organizaciones de izquierda Tuvieron enfrentamientos con la policía provincial y fuerzas federales. Hubo heridos por balas de goma. Rodolfo Aguiar, secretario nacional de ATE, denunció violencia institucional y pidió que el sindicalismo no se sume a la Consejo de mayo. El Estado cumplió su promesa y cortó -antes de que llegara Milei- la carretera que conduce a la ciudad. La Gendarmería lanzó gases lacrimógenos que el viento arrastró hacia los uniformados que los habían lanzado.
Milei viajó en helicóptero desde el aeropuerto hasta la gobernación. Fue recibida por Martín Llaryora. Él el gobernador fue abucheado por los seguidores del Presidente cuando lo anunciaron por los altoparlantes.
Karina Milei y su secretaria Mara Gorini -encargada de todos los eventos en los que aparece el Presidente- ordenaron levantar la mayoría de las sillas del montaje utilizado un día antes por el intendente Daniel Passerini -quien también fue pitado- en el festejo municipal. . La otra diferencia fue la aparición de un atril que el Presidente utilizó para leer su discurso custodiado por 5 granaderos.
En los extremos del escenario había pantallas que mostraban un mensaje institucional de la Presidencia sobre el día nacional y que hacía guiños a supuestas analogías entre la Revolución de Mayo y la administración de Milei. De los frisos de leones de la Casa Rosada a la leyenda del fin del privilegio. El Presidente volvió a dejar claro que eran más que simples coincidencias al explicar que la ideología de su administración sigue la de los revolucionarios de mayo, los generación de 1837 y la de 1880.
El Presidente llegó al Ayuntamiento y agitó a la multitud desde el balcón del Ayuntamiento. La militancia lo recibió con el grito de “Libertad” y cantó contra las castas. Además, como en el Luna Park, pidieron que Cristina Kirchner va presa.
“Hola a todos«, el Presidente rompió el hielo mientras imponía su voz, como suele hacer cada vez que canta Panic Show, la canción de La Renga que cantó el miércoles. Ante el clamor, prometió que volvería a cantar, pero no ese día. Los militantes
Mientras las miradas se posaban en el Jefe de Gabinete, varios ministros y funcionarios se tomaron selfies con la militancia en la previa, como José Luis Espert y Luis Petri. el portavoz Manuel Adorni, fue la más ovacionada después de los hermanos Milei. La militancia oficialista despidió al presidente con el mismo apodo con el que lo denigran sus detractores. “Olé, Olé, Olé, Loco, Loco«, ellos cantaron.
Antes de regresar, Javier y Karina Milei Regresaron al “Panal”, la casa de gobierno provincial donde estaba estacionado el helicóptero presidencial. Al Presidente le dolía la mano de tanto sacudirla e incluso se la lastimó. Pidió alcohol para desinfectarse. La conductora Llaryora charló con él durante más de 25 minutos y compartieron té.
Hubo agradecimientos mutuos y 15 minutos para hablar de la gestión. El mandatario provincial pide a gritos, como otros de sus pares, que la Nación traslade las obras inconclusas a las provincias. En privado se queja de la falta de experiencia en gestión. El cordobés es uno de los que apoyan la nueva ley de Bases que Milei volvió a reivindicar el 25 de mayo. En febrero había sido el primero en la mira del Presidente. Llaryora cree que la ley necesitará más cambios. Tuvo suerte, la mayoría de los gobernadores lamentan en privado no poder llegar hasta el presidente.