La última vez que el Barcelona ganó la ida de los octavos de final de la Liga de Campeones fue en febrero de 2016. Hacía dos meses que se proclamaba campeón del Mundial de clubes. Y en el Emirates, Luis Enrique alineó a Neymar, Luis Suárez y Messi, que marcaron los dos goles al Arsenal (0-2). Ese Barça, que no es éste, llevaba 33 partidos sin perder y llegó a 39. Sirva de botón de lo que cuesta ganar de inicio en esta vuelta.
Los octavos de final es una eliminatoria con mucha intriga, quizás porque se disputa dos meses después del sorteo y con el mercado de invierno en medio. No es extraño porque esta vez sólo dos de los ocho primeros del grupo consiguieron ganar fuera de casa. El City, vigente campeón, lo consiguió ante un Copenhague sin ritmo, y un Real Madrid, sufriendo y con Lunin como héroe en Leipzig. Ni uno más.
Una ronda única
Sólo dos de los ocho primeros del grupo pudieron ganar la ida: City y Madrid, con Lunin como héroe
Después de dos temporadas alejado de la máxima competición continental, se puede decir que el equipo de Xavi Hernández pagó en parte la novatada en Nápoles. Por un lado, el plan de juego era, en líneas generales, el que querían los blaugrana. Pero por otro lado, el resultado seguramente no les premió porque al final de ambas partes el Barça no pudo mantener su rendimiento ni su dominio. Pese a la última ocasión con la que Gündogan tocó el palo y puso el 1-2, el Barcelona acabó defendiendo en su área más de lo aconsejable.
En el gran escaparate de la Champions volvió a aparecer la intensidad y la presión alta de un Barça que encajó muy poco en defensa. En este apartado cabe destacar que Koundé y Araújo, irregulares por momentos durante la temporada, estuvieron a un gran nivel, concentrados al emparejarse con las dos estrellas de los napolitanos, Kvaratskhelia y Osimhen, respectivamente.
Xavi sólo hizo tres cambios
Pese a llevar el peso del partido, el combustible blaugrana no alcanza para dominar los 90 minutos
La lástima por la mejora del Barcelona es que tampoco pudo mantener la portería a cero. En 2024 le está costando ponerse el cerrojo, y en sólo dos de los 13 partidos ha dejado a su rival sin celebrar. Fue en el único disparo bien dirigido, ya en el minuto 75, cuando llegó el gol del Nápoles. El delantero nigeriano ganó en el cuerpo a cuerpo a Iñigo Martínez y cayó derrotado por Ter Stegen.
Otro detalle de que el partido estuvo bajo control es que el Barcelona corrió 113 kilómetros en el estadio Maradona, la cifra más baja de los siete partidos de esta edición. Si domina la posesión, es capaz de instalarse en el campo contrario y no concede contraataques, hay menos corredor.
Madurez
La Champions es un torneo de momentos, de aprovechar los tramos favorables y de saber superar los baches para no dar alas al rival
Aún así, pese a tener el balón y llevar el peso del partido, el combustible no es infinito y al equipo de Xavi no le alcanza para los 90 minutos. Sólo así se explica por qué en los dos últimos tramos de cada mitad el dominio cayó y el Napoli pudo estirarse. En ese sentido, el técnico sólo hizo tres cambios y todos a partir del minuto 80 en adelante. El primer suplente fue Lamine Yamal, mientras que De Jong y Gündogan completaron el duelo.
La Champions es un torneo de momentos, de aprovechar los tramos favorables y de saber superar los baches, que siempre los habrá. Hay que ser maduro para no darle alas al rival. Sin embargo, el Barcelona -que obligó a Meret a realizar grandes paradas- no pudo cerrar el partido en su buena primera media hora de juego. No es novedad porque sólo en un tercio (12) de los 37 partidos disputados el Barcelona se fue al descanso con ventaja en el marcador. Y en sólo tres lograron una diferencia de dos goles al descanso, todos en Montjuïc (Betis, Amberes y Shakhtar).
Los tres más creativos.
Falta una mayor conexión entre De Jong, Pedri y Gündogan, que sólo combinaron 36 veces de los 438 pases buenos blaugranas
Con Christensen al frente de la defensa, los mediocampistas pueden concentrarse en construir, inventar cerca del área y no temen arriesgar pases para encontrar a Lewandowski. Pero falta una conexión mayor entre De Jong, Pedri y Gündogan, el timón más creativo. Sólo combinaron 36 veces de los 438 pases buenos blaugrana. El alemán afirmó en este diario que hasta la fecha los tres han podido jugar poco juntos y que ese sentimiento irá en aumento. Con el olfato recuperado del nueve, ese podría ser el salto que impulse al Barça a cuartos de final. La afinación es el primer paso para aspirar a llegar a la sinfonía.
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