No puedo evitar reaccionar ante las calumnias sobre la figura de mi abuelo Gustavo Martínez Zuviría (Hugo Wast).
La polémica comenzó hace mucho tiempo, cuando su nombre fue retirado de la hemeroteca de la Biblioteca Nacional, que dirigió durante décadas tras suceder a Paul Groussac, y donde tuvo entre sus sucesores a Jorge Luis Borges.
La hermosa calle Hugo Wast, en el Cerro de las Rosas de Córdoba, es un hito urbano y emblemático de la capital provincial. Han intentado muchas veces cambiar de nombre y los vecinos se han opuesto, con razón.
Ahora descubrimos, para nuestro asombro, que un concejal, que seguramente nunca leyó las obras de Hugo Wast, lo llama “nazi”, con una calificación perversa, tendenciosa e irresponsable que demuestra el desconocimiento de su carrera.
Hugo Wast, mal señalado como antisemita por sus novelas El Kahal-Oro, entre otros 60 que componen su vasta obra literaria, describe con verdadero encanto a algunos de sus personajes judíos –“nuestros hermanos mayores en la fe”, según el autor–. Las dos novelas son una ficción y no un tratado ideológico.
Lo nazi es nuevo e inusual. 61 años después de su muerte, alguien que seguramente no ha leído ni un solo párrafo de la extensa obra literaria de Wast se permite insultarlo públicamente con total descaro.
Hugo Wast, considerado en su momento el escritor de habla hispana que más libros había vendido en el mundo, fue Premio Nacional de Literatura Argentina, recibió el Premio de la Real Academia Española de la Lengua y fue dos veces Ministro de Educación y Justicia de la Nación. Su extensa trayectoria pública y literaria se puede consultar en la web, en todos los idiomas.
La obra de este escritor cordobés ha sido traducida a casi todos los idiomas del mundo y a varios dialectos, como el chino mandarín, entre otros. Sólo una vez fue rechazado y proscrito por un país. Fue precisamente en la Alemania nazi, que prohibió la difusión de su obra porque Hugo Wast consideraba al judaísmo una religión y no una etnia.
¡Qué paradoja! Hugo Wast, que era un ferviente católico, fue condecorado por el Vaticano en 1935, el mismo año en que se publicaron. el kahal y Oro; Recibió la Orden de San Gregorio Magno, otorgada por el Papa Pío XI, como premio al valor religioso, social y cultural de su obra literaria. Es inimaginable que el Santo Padre o la Iglesia Católica Apostólica Romana condecoren a un nazi.
El sacerdote jesuita Guillermo Furlong escribió días después de la muerte de este escritor: “Cuando la patria argentina, que ha perdido su rumbo desde 1884, regresa, aún después de las terribles crisis que ha sufrido en las últimas décadas y después de los días de amargura y hasta de desorden. que le espera, encontrar y seguir su camino tradicional, y que como Dioniso le dice la verdad a Clodoveo: ‘quema lo que has adorado hasta ahora, y adora lo que has quemado hasta ahora’, la gran nación sostenida por la verdad y la justicia , y no dudará en proclamar a Gustavo Martínez Zuviría el Maestro de América”.
La reacción de los vecinos es justa: los nombres de las calles y las instituciones no pueden estar arriba y abajo con ideologías.