La primera semana de trabajo después elecciones paraguayas comenzó en Asunción bajo un cielo plomizo y llovizna. Una fina pero persistente cortina de agua que convirtió los tramos cubiertos de la acera en áreas de congestión. Oficinistas, peatones y vendedores ambulantes se apiñaban bajo un alero viendo caer el agua.
Se escuchan quejas sobre el trabajo. Los problemas generados por la falta de una niñera. La expectativa por un partido de la Copa Paraguay.
Ya sea por el clima, la semana corta después del feriado del lunes o la resaca postelectoral, el comentario político de la semana pasada ha desaparecido de la conversación diaria. Como si la vida cotidiana se reanudara después de una pausa momentánea.
Imágenes de la enfrentamientos la noche anterior entre policías y seguidores de Payo Cubas en las inmediaciones del Tribunal Superior Electoral. Las protestas, que comenzaron por la tarde después de que el candidato presidencial denunciara un presunto fraude en las elecciones, terminaron con incidentes de madrugada y la detención de más de 70 personas.
En Ciudad del Este, la región de donde es Cubas, también hubo protestas y cortes de ruta. Aunque algunas empresas de transporte interurbano suspendieron sus servicios por los problemas, por la mañana la situación en Asunción se había normalizado y el tráfico y los servicios operaban con normalidad. En algunas partes del interior del país aún se mantienen cortes de ruta.
Expectativas, resignación y salud pública
Adriano tiene un puesto de periódicos frente a un café en el centro de Asunción. Le entrega una copia de un periódico que tiene imágenes de los incidentes de la noche anterior en la portada. Dice que no cree que haya habido fraude. Que en Paraguay no recuerda que haya pasado algo así, pero que si protestan es porque a lo mejor saben algo. Más que nada, lo atribuye a un momento singular en la vida.
“Son jóvenes enojados, nada más”, dice con una sonrisa.
El vendedor de periódicos tiene la esperanza de que las cosas puedan mejorar con la presidencia de santiago peñaquien se impuso el domingo en las elecciones por un amplio margen.
Contrariamente a las encuestas que auguran una disputa muy reñida, el candidato del histórico Partido Colorado ganó con el 42,7% de los votos, frente al 27,4% de su principal rival, Efraín Alegre. El antisistema Payo Cubas quedó tercero, con el 22,9%.
Pero sus expectativas no son muy altas. “Si hace el 50% de lo que prometió, vamos a estar muy bien”, explica sobre su razonamiento, alegando que el listón que pone la política en este momento no es muy alto.
Consultado sobre por qué cree que muchos paraguayos siguen emigrando a la Argentina a pesar de que la situación económica de su país es mejor, Adriano afirma que es porque son personas que quieren recibir salud y educación gratis.
“No creo en los gobiernos de izquierda. En la vida hay que trabajar para conseguir lo que se quiere”, afirma golpeándose una palma de la mano con el puño. Admite, sin embargo, que la salud pública en su país es muy mala, y que es una de las cosas que espera que el gobierno de Peña pueda solucionar.
A unos pasos del quiosco hay una mesa con cinturones y carteras de cuero. Francisco, el dueño del puesto, emerge de debajo de una manta plástica colocada para proteger los productos. Sin esperar una consulta comienza a mostrar los productos. Arriesga una medida y desenrolla cinturones negros y marrones. Con varios acabados y hebillas plateadas. Ofrece un «precio amigo argentino» antes de estirar el plástico sobre su cabeza para protegerse de la llovizna, que no amaina.
Francisco votó por Santiago Peña. Muestra con orgullo su dedo aún desfigurado por el tinte utilizado para sellar su voto. Dice que es la primera vez que vota por alguien del Partido Colorado, y lo hizo porque le gusta Peña. Un profesional preparado que demuestra que sabe lo que necesita Paraguay.
“Es alguien que viene de fuera de la política, y eso ya es algo que se valora. Aquí los políticos nos robaban todo”, explica con un dejo de pesar, aunque con ilusión por lo que percibe que puede ser otra cosa.
Como muchos paraguayos, Francisco tiene familiares que se han ido a Argentina. La gran mayoría se fue a trabajar en la construcción. En Argentina siempre hay más trabajo en este campo. También sabe que valoran la salud pública, aunque últimamente le parece que no tiene mucho sentido.
“Antes, cuando podían trabajar y enviar dinero, valía la pena. Pero ahora, el peso no vale nada. Se quedan porque aquí es caro enfermarse, pero por la plata ya no funciona”, explica, mientras él va a su carro a buscar el cambio para darle un cliente. Vende un cinturón y una billetera a una pareja, quienes le agradecen en español forzado y se van con una sonrisa.
un deseo de tranquilidad
Aunque en algunos estratos parece haber una leve expectativa con respecto a Santiago Peña, también existe la preocupación sobre si realmente será presidente. Es la preocupación de Héctor, un pequeño empresario de 43 años. “Peña va a ser un títere de Cartes, la verdad que no veo que se pueda despegar de él”, lamenta.
Héctor está muy preocupado por el estado de Paraguay. Dice que si pudiera emigrar lo haría, pero tiene a su mamá que es mayor, y una niña de 5 años. También tiene otros 22, que actualmente están en la universidad. “No es un país muy atractivo para formar una familia”, explica.
Para el empresario, la economía ordenada de Paraguay es una moneda de dos caras. “La macroeconomía está ordenada, y uno puede ganar para sobrevivir y estar dentro de todo. Ahora, te caes en la acera y Dios te salve. El Estado no va a hacer nada por ti, y si no tienes dinero para pagar la salud privada, lo tienes muy difícil”, explica al arriesgar una hipótesis de por qué todavía hay una emigración importante de paraguayos. a Argentina
La misma opinión tiene Edgar, un hombre de 43 años que dirige una empresa constructora. La economía está en orden, pero el ciudadano común sin apoyo económico familiar está desamparado.
“Aquí la clase alta emigra a Estados Unidos o España, la clase media a Brasil y la clase baja a Argentina o ciudades fronterizas brasileñas. Aquí el trabajo muchas veces es muy precario, y si te enfermas tienes que ir a un sistema de salud privado, que es muy caro, porque en el sistema público está todo roto”, explica, antes de señalar que no espera nada de santiago duelo.
“Va a ser más de lo mismo”, comenta resignado, señalando el endémico tema de la corrupción y las acusaciones que asolaron a Horacio Cartes ya los dirigentes del Partido Colorado durante la campaña.
Para Edgar, sin embargo, la situación es más trágica porque las expectativas no son muy altas. Con un par de cosas bien, todo podría estar en orden.
“La mayoría de los paraguayos quieren estar tranquilos y trabajar honestamente sin tener la angustia de pensar que si tienen un problema de salud se les va a acabar la vida. Si tuviera eso, la corrupción sería un tema secundario, e incluso de poca importancia”, concluye.
Asunción, enviado especial
antes de Cristo