Javier Milei Había querido hablar desde antes de escuchar el discurso de Cristina Kirchner. Lejos de irritarse por alguna frase o de que fuera una reacción inoportuna a las duras críticas del ex Presidente, el presidente planeó pacientemente la estrategia comunicacional y solicitudes de entrevista activadas que tenía pendiente para el fin de semana cuando aún no había comenzado el evento en Quilmes.
El caso es que la reaparición del expresidente vino precisamente en ayuda del Gobierno, tras la semana más compleja e intensa desde que Milei asumió el poder, con una multitudinaria marcha universitaria que por primera vez le quitó la iniciativa al oficialismo.
El jefe del Estado no quiso perder la oportunidad de confrontar el discurso de Cristina porque entiende que sale con más fuerza frente a la cara más emblemática de un «movimiento político que tanto daño le ha hecho al país».
La falta de profundidad que atribuye a Cristina en su análisis (“Una notoria pobreza intelectual”, la calificó) y la falta de argumentos sólidos para cuestionar el rumbo de la economía Terminaron de envalentonar a Milei aceptar la entrevista con radio Rivadavia y limitarse a la primera respuesta en redes sociales que dio la noche del sábado.
Si a su regreso Cristina se esforzó en cuidar las formas para intentar que su mensaje permeara en sectores no K, Milei se mostró aún más tranquila, pese a abordar temas espinosos.
En la nota, de poco más de una hora de duración, el Presidente se mostró tranquilo al buscar derribar los argumentos del vicepresidente de Alberto Fernández desde el punto de vista económico y mantuvo un tono monótono a vecesaunque no faltó la ironía en su repertorio: “Al menos necesitaríamos que se volvieran más racionales, y que no trataran de sostenerse aferrándose a una economía del Planeta de los Simios, por decirlo cortésmente”, dijo.
En el ámbito económico, su especialidad, Milei no tuvo problemas en replicar las consideraciones de Cristina desde el punto de vista técnico.pero al final de la entrevista dejó claro que la polarización entre ambos modelos es una idea que le seduce: “Sería maravilloso enfrentar a Cristina y poner fin al período más oscuro de la Argentina desde la dictadura”, dijo entusiasmado. Imaginemos la campaña presidencial de 2027.
Su vínculo con los periodistas
Aunque hubiera preferido que no le preguntaran sobre su relación con periodistas y medios de comunicación, y se sintió más incómodo, no se desvió de su objetivo inicial y se mantuvo templado con su interlocutor. No hubo inhabilitaciones personales pero se mostró firme en defender su derecho defenderse “de la mentira”.
Un momento de tensión similar ocurrió cuando respondió a la postulación del juez federal Ariel Lijo a la Corte Suprema de Justicia. Destacó que fue el magistrado que “Metió preso a (Amado) Boudou”Explicó que su nominación es parte de “una estrategia para tener una Corte que tenga un formato más respetuoso con la Constitución”, y pidió no entrar en “detalles puristas” al evaluar su propuesta.
Allí, en el fragor del debate, había un resbalón: Consideró “antirrepublicano” que lo consultaran si hacía “ruido” que las causas por corrupción contra funcionarios kirchneristas no avanzaran. “Somos el Poder Ejecutivo, no tenemos que involucrarnos en el Poder Judicial, lo que tenemos que intentar es darles la mayor libertad posible (a los jueces), no interferir”, se defendió con los dientes apretados ante una ataque que no había sido tal.
Sin embargo, la respuesta le permitió salir de la trampa y no comentar sobre el letargo de los jueces en los casos en los que se investiga a funcionarios públicos de administraciones anteriores, incluidos aquellos que se iniciaron a partir de denuncias de su propia administración.
La postura, al menos en este caso, no parece tener que ver con una actitud cómplice de la impunidad de los corruptos sino con su estrategia de Se centran en polarizar con Cristina y que el mensaje no se diluyera. Un detalle que lo refuerza: sugerentemente, el Presidente se preocupó de resaltar un dato que recibió de la consultora aresco, que determinó que, de haber elecciones hoy, obtendría el 54 por ciento de los votos. La misma cifra que cosechó Cristina en 2011, que por su alta imagen negativa aparece como la enemiga perfecta del oficialismo.
Con información de: Telam, AF News y OpenAi