El miércoles 31 de octubre de 1973 se disputó un partido único en el Camp Nou. Organizado por la FIFA y denominado Primera Jornada Mundial del Fútbol, enfrentó a las selecciones de Europa y América, dos selecciones estrella que ofrecieron un espectáculo de juego abierto y goles. El presidente de la FIFA, el inglés Sir Stanley Rous, asumió la dirección del comité organizador y durante un par de días quiso explicar que Barcelona era el centro mundial del fútbol, aunque en realidad, además de la presencia de algunas estrellas del balón, Todo se redujo a un par de conferencias y a la exposición, en el Palau Blaugrana, de la colección de sellos del entonces presidente de la Diputación de Barcelona, Juan Antonio Samaranch.
Rous consideró que un partido con fines benéficos y con grandes estrellas en acción puede ser el mejor vehículo para mostrar un fútbol espectacular, lejos, dijo, de “la violencia del “asesinos” (asesinos) que se estaba extendiendo. De poco sirvió, como se pudo comprobar apenas unos meses después, en el mítico choque de Copa de Europa entre el Glasgow Celtic y el Atlético de Madrid. Y todavía en 1977, en el histórico encuentro entre Yugoslavia y España, con la clasificación para el Mundial de Argentina en juego, disputado en el Pequeño Maracaná de Belgrado.
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La imagen de las gradas vacías del Camp Nou difundida por Eurovisión y la OTI
El partido festivo del Barcelona se disputó en un ambiente de euforia futbolística en la ciudad, apenas tres días después del debut de Cruyff, y fue ampliamente promocionado en la prensa. Las imágenes televisivas llegaron a medio mundo a través de Eurovisión y la OTI, se ofrecieron asientos a precios muy asequibles y se difundieron ampliamente los nombres de las estrellas seleccionadas, aunque luego surgieron las inevitables y muy notables cancelaciones de última hora. Quizás por eso la asistencia de público fue escasa y la imagen desoladora de un Camp Nou mucho más que medio vacío (alrededor de 15.000 espectadores) también dio la vuelta al mundo.
Finalmente, el once inicial europeo, con Kubala en el banquillo, era poco más que una mezcla de futbolistas de la Liga española, algunos elementos ilustres y jugadores ya bastante olvidados. De salida, Viktor (Checoslovaquia), Krivokuka (Yugoslavia), Sol (Valencia), Fachetti (Italia), Asensi (Barcelona), Pavlovic (Yugoslavia), Bene (Hungría), Keita (Valencia), Cruyff (Barcelona), Eusebio ( Portugal) y Jara (Valencia). Luego entraron Iríbar, Pirri, el sueco Edström, el suizo Odermatt, el portugués Nené y los griegos Kapsi y Dimitriu. Con los jugadores anunciados y nunca antes vistos se habría formado un bloque mucho más atractivo. Madrid y Atlético, que se enfrentaron el sábado siguiente, reclamaron malestar por no ceder a Netzer y Ayala. Y también faltaban estrellas promocionadas como Jennings, Bobby Moore, Beckenbauer, Müller, Krol, Gigi Riva, Neeskens, Hulshoff…
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La selección estadounidense estaba dirigida por el argentino Enrique Omar Sívori (también debía aparecer el brasileño Mário Zagallo, pero no apareció). Alinearon los argentinos Santoro, Wolf y Brindisi, los brasileños Pereira, Marco Antonio, Paulo César y Rivelino, el uruguayo Escárrago y los peruanos Cubillas, Chumpitaz y Sotil. Luego ingresaron Carnevalli, Caszely, Arrúa, Fernando Morena, el mexicano Enrique Borja, el colombiano Willington Ortiz y el ecuatoriano Félix Lasso.
Donde no hubo bajas de última hora fue en el palco del Camp Nou, éste con el cartel de lleno. Los líderes del fútbol mundial pudieron disfrutar de un partido espectacular, con juego ofensivo desenfadado y acciones individuales destacadas. Terminó con un empate a cuatro goles. Sotil (0-1), Eusebio (1-1), Keita (2-1), Cubillas (2-2), Asensi (3-2), Jara (4-2), Brindisi (4-3) y Chumpitaz , de penalti (4-4). Para determinar quién se quedaría con el trofeo, obra del joyero barcelonés Puig Doria, se lanzaron penales, en los que los estadounidenses ganaron 2-3. Se anunció que la segunda edición se realizaría en 1974, en Lima. Pero no hubo otra dia Internacional del fútbol.
El legado
Mas que un club
No hubo público, pero la primera Jornada Mundial del Fútbol dejó un legado trascendente para el Barça: la consolidación del lema “Más que un club”. Lanzado por Narcís de Carreras en su discurso de llegada a la presidencia (1968), se convirtió en el eje de la campaña promocional del partido, por iniciativa del publicista Javier Coma. Precisamente con este epígrafe, “El Barça es más que un club”, se afirmó así: “La historia, la proyección y la actividad del Barcelona siempre han colocado a esta entidad no sólo muy por encima de las situaciones que ha atravesado su equipo. del fútbol, pero también a un nivel emocional y cultural muy superior al que podría ser lógico en una asociación deportiva”.