La Penya no es sólo un club de baloncesto, es una forma de vivir
Zeljko Obradovic
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–Y me sacaron en hombros –me cuenta Joaquín Broto (99).
Este hombre casi centenario se remonta a los años cincuenta para contarme historias en blanco y negro. Pocas imágenes quedan de aquella época, pocas fotos, pocos vídeos. No hay TikTok ni Instagram ni celulares recopilando tiros, en las canchas tampoco hay líneas de tres puntos ni juegos de cuatro cuartos. Las cifras muestran resultados austeros: resultados a cincuenta o sesenta puntos. A veces, rara vez, a los setenta.
¿Llegar a cien?
Eso no es común.
¿La NBA?
¿Alguien ha oído hablar de Bill Russell? Dicen que en las universidades crece un chico único que anda por las pistas con una cinta en el pelo. Su nombre es Wilt Chamberlain.
En España, la dictadura cabalga cómodamente sobre el país. El Madrid es el maestro del deporte, lo es en el fútbol y también en el baloncesto.
Joaquín Broto me recibió en su casa de Terrassa, a un paso de la Masia Freixa. Antes de entrevistar al hombre, ocupé un banco en el parque de Sant Jordi. Estuve un rato contemplando la masía.
Es acuático, puro Art Nouveau.
Joaquín Broto se las arregla con esfuerzo, 99 años lo contemplan. Se sienta en el sillón grande, sostiene la pelota de baloncesto en una mano, le sonríe a Cristóbal Castro, el fotógrafo, que es popular en la casa como lo es en el pueblo.
Joaquín Broto me dice:
–Ganamos el Campeonato de España de 1955 en Barcelona, ganamos al Madrid (59-44), y mis jugadores me cargaron a hombros. aun tengo la foto en la vanguardia!
Señala el abanico de publicaciones que descansa a sus pies. Su nombre aparece en algunos de ellos.
Su nombre aparece en Historias Joventut, de Santi Escribano. Y en La Penya en 75 parámetros, de Toni Soler. Y en Historia del baloncesto en EspañaPor Carlos Jiménez Poyato.
Pedí un tiempo muerto y les dije a mis hombres: ‘Sólo un milagro puede hacernos ganar’”. Y llegó el milagro.
Nos acompañan en la charla María Gloria, su esposa, y Chan, uno de los cinco hijos del matrimonio. Ninguno de los niños era jugador de baloncesto. A Chan le agradaban el resto de los hermanos. Se dedicó al hockey sobre césped, deporte nacional en Terrassa. Siete de los once nietos siguieron los pasos de sus padres y madres: jugaron en División de Honor. Algunos ganaron Ligas y Copas del Rey. Glòria Comerma Broto, nieta, participó en los Juegos de Pekín 2008 y Río 2016. Joaquín Broto ha sido algo raro en su propia familia, el único amante del baloncesto en un linaje de pegatinas .
(…)
Joaquín Broto ha sido raro por muchos motivos, empezando por sus orígenes en Barbastro, hijo de comerciantes exiliados en Burdeos durante el franquismo, niño criado por su tío Antonio en Zaragoza y, luego, por su prima Victoria en Burgos y, finalmente , navegante en pensiones múltiples en Barcelona, adonde había llegado con una pluma estilográfica y cinco duros (25 pesetas: 0,15 euros).
También tenía un tío médico, y con él entró de prácticas en la Clínica.
Joaquín Broto trabaja de día, estudia Medicina de noche.
–Y mientras estudiaba y trabajaba, jugaba al baloncesto. Lo jugaron cuatro gatos, lo jugamos porque nos gustó.
Me habla de Roberto y otros amigos. Impulsado por su pasión, compite por el puesto de seleccionador nacional de baloncesto. Se gradúa como número 1 de su promoción.
En 1953 la Penya lo fichó.
Tiene 32 años.
–El Joventut nunca me pagó un sueldo. ¡Entonces no se pagó! -Ella me dice.
Pues el Barça sí pagó. Lo pudo comprobar él mismo, en 1955, cuando los blaugrana fueron a ficharle.
–Me dieron 50.000 pesetas (300 euros). Llegué a casa y tiré los billetes al aire. Se fueron volando. Lo que pasa es que el proyecto del Barça no funcionó. Me ofrecieron unos fichajes que no se hicieron.
Pronto regresó a su casa, La Penya, y con ella consiguió otro título, la Copa del Generalísimo de 1958: volvió a derrotar a los blancos (74-69, en Zaragoza).
–Perdimos 62-51 faltando dos minutos. Pedí un tiempo muerto y les dije a mis hombres: “Sólo un milagro puede hacernos ganar. “Si lo logramos iremos a poner una vela en la Iglesia de La Pilarica”.
(Ganaron, aunque la familia vivía de la medicina del padre).
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