fui a la 8M de marzo con mi contingente universitario, entonces, la mayoría eran jóvenes universitarias. A diferencia de otros años, esta vez traje mi cámara, así que inmediatamente comencé a tomar fotos. Un poco después de las dos de la tarde y emprendimos nuestro camino hacia el Zócalo.
En este momento estás lleno de tanta adrenalina que lo único que quieres hacer es cantar. La marcha parece una celebración., porque te acompañan bailarines, músicos y artistas. La manifestación es un espacio en el que te sientes bien, seguro y acompañado.
En general, agradeces estar allí y ser parte de una multitud tan decidida a cambiar el orden de las cosas. Te sientes, por supuesto, orgullosa de ser mujer.
exigir justicia
Marchando y gritando, todos las emociones se te suben a la cabeza. Te sientes extremadamente feliz y empoderado, pero por un segundo también puedes sentirte extremadamente triste.
¿Por qué debería exigir que me dejen vivir? ¿Por qué debo trabajar el doble para lograr la mitad de lo que se le dio a un hombre? ¿Por qué debo marchar para demostrar que soy capaz de salir solo y trabajar?
No estaba lista para recordar esa realidad. Sabía que en ese momento no podía llorar, por lo tanto decidí gritar.
enfrentar el miedo
A medida que avanzábamos hicimos muchas paradas. Nos tomó horas llegar a Bellas Artes y en la entrada al Zócalo vimos por qué. Resulta que habían puesto vallas por todas las calles hacia la Plaza de la Constitución para que no pudiéramos pasar. El único acceso era por la avenida 5 de Mayo. Lo encontré muy sospechoso, pero No podía permitirme parar por miedo.
Entonces las chicas frente a donde él se dirigía comenzaron a patear, empujar y golpear las cercas. Ella nunca había visto algo así. De la nada, unos latigazos silenciaron todos los gritos. Las mujeres lograron derribar las vallas.
Había un cartel que decía: “Nos quitaron tanto que terminaron por quitarnos el miedo”. Traté de pensar en eso mientras continuaba por la calle 5 de Mayo.
cansado de gritar
Al entrar al Zócalo, todos empezaron a callarse y levantaron los puños simbolizando el silencio como una forma de respeto por los que ya no están. Ese fue el momento en que Apagué mi cámara y no tomé fotos el resto del camino.
Empezaron a llegar más grupos y seguían desaparecidas miles de personas más. Las mujeres con las que venía y yo no hacíamos mucho, así que decidimos que era el momento perfecto para ir.
Tardamos horas en llegar al Zócalo. Tardamos aún más horas en volver.
Todo el mundo tiene una razón para ir a la marcha. fui porque Necesitaba un espacio para gritar. Gritando que no puedo vestirme libremente, gritando que cuando tomé prestada una computadora un tipo me preguntó si sabía encenderla, gritando que me llevó 18 años poder salir sola. Me encanta ir a la marcha, pero ya me cansé de gritar.
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