La oscuridad brilla a pesar de todo, alguna brasa o destello se cuela en sus entrañas, por lo que podemos afirmar que en las peores circunstancias brotan destellos de optimismo de que las cosas tenderán a mejorar. En ausencia de tal confianza, los espíritus y las voluntades se paralizarían. Ahora, eso significa renunciar a la contemplación y comprometerse con la realidad. Somos, pues, hacedores de nosotros mismos, de nuestra historia; dueños, lo sepamos o no, de nuestro futuro entendido como destino. Por momentos parece que la actualidad en México contradice esto y colectivamente nos sumergimos en la tontería de tirar adjetivos como si fueran dardos envenenados, renunciando a lo que nos hace ser lo que somos: la capacidad de pensar para analizar y comprender, para construir direcciones. de acción.
La relevancia de los clásicos radica en que nos ayudan a comprender, nos acompañan en el esfuerzo de interpretación de nuestra inserción en la realidad. Asi que Aristóteles, quien nos recuerda que: «Sólo el hombre, entre los animales, tiene la palabra… (que) existe para manifestar lo que es conveniente y lo que es perjudicial, así como lo que es justo y lo que es injusto» (Política, I, 1553 a). Agotemos el lenguaje para explicarnos, compartiendo nuestras ideas, convicciones e incluso intereses, hablando y debatiendo, incluso argumentando, pero no para anidar mentiras destinadas a desprestigiar a esos otros que son, en todo caso, adversarios y no enemigos.
No nos dejemos cegar por nuestras preferencias, incluso los delincuentes gozan del beneficio del «debido proceso» y la «presunción de inocencia». Agotemos las instancias legales y reconozcamos la vía jurisdiccional como base del proceso de deslinde de responsabilidades. Prescindamos de las picotas y la horca. Y exhortemos, tal vez exhortemos y obliguemos a que las instituciones cumplan con su papel y revisen sus procedimientos con un mínimo de autocrítica.
La reciente identidad entre la UNAM y Poncio Pilatos es inaceptable. Patético el lavado de manos del Rector Graue. el caso de la Ministra Yazmín Esquivel Mossa Es vergonzoso para todos los involucrados, el promotor de la candidatura, el Ejecutivo federal, quienes la eligieron sin un severo escrutinio de sus credenciales, el Senado de la República, y los tirios y troyanos que desencadenaron el escándalo confunden a la opinión pública esperando que la La SEP dirimirá un galimatías entre la cancelación de un título y la invalidación de un certificado o patente para el libre ejercicio de la profesión, que no son sus facultades sino las de un juez mediante sentencia.
El Estagirita no dejará de asombrarnos cuando afirma con pasmosa naturalidad: “La esperanza es el sueño de los despiertos”, lo que para materializar su intención última requiere un matiz: “A Dios rogando y dando el mazo”. Lo que sólo sucede a través del recurso de la razón, poder que requiere de un vehículo de expresión específico: el lenguaje, considerado por Martin Heidegger como “la casa del ser”. El ser humano se convierte así en un animal solitario provisto de la palabra: “Zoon lógon éjon”. Afirmemos el carácter, renunciemos al temperamento. Pensemos con argumentos, desechando insultos e injurias.
POR LUIS IGNACIO SÁINZ
COLABORADOR
SAINZCHAVEZL@GMAIL.COM
MAÍZ
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