Aunque la mayoría de los países occidentales han luchado durante siglos por la defensa de las libertades individuales en todos los sentidos, ya sean religiosos o políticos, en marcos de convivencia, ha habido y hay otras sociedades, antidemocráticas o con democracias iliberales (autocracias), que restringen la derechos individuales y subyugar a sus ciudadanos.
A lo largo del tiempo, ambas posiciones han generado imperfecciones en mayor o menor grado, aunque también existen democracias o autocracias que no se han corrompido y han logrado desarrollarse en sus marcos de actuación jurídica. En el primer caso, y durante mucho tiempo, la práctica totalidad de los países miembros de la Europa Occidental y Estados Unidos aplicaron el modelo democrático, desarrollaron sus pueblos y obtuvieron mejoras sustantivas para sus ciudadanos.
En la mayoría, los niveles de analfabetismo eran muy bajos, lo que les permitió madurar como sociedades y adaptarse a las decisiones de la mayoría, que se reevalúan a través de las elecciones. Muchos otros países, también guiados por pautas democráticas pero con altas tasas de votantes analfabetos, han sufrido elecciones amañadas, sesgadas por oscuros intereses; son democracias ineficientes que solo han beneficiado a ciertos sectores y empobrecido a la mayoría, como en varios países latinoamericanos.
Por otro lado, muchos de los países que optaron por el socialismo estaban gobernados por líderes autocráticos ya veces altamente corruptos que nunca lograron sacar a sus poblaciones de la pobreza. Ha habido otras fórmulas autocráticas represivas, como en países asiáticos como Corea del Sur, Singapur y Taiwán.
En este último se establecieron regímenes militares que suprimieron prácticamente todas las libertades, impusieron grandes sacrificios laborales –semanas de 60 a 70 horas de trabajo–, y pusieron en práctica estrictos programas educativos y de investigación que han dado grandes frutos. Efectivamente, esos países sacrificaron dos o tres generaciones, pero ahora disfrutan de altos niveles de vida, al tiempo que abren cauces democráticos y mayores libertades.
Nuevos ejemplos de estas experiencias se viven hoy en Vietnam y Ruanda en África Central. En el primer caso, se trata de un país de estilo comunista que actualmente crece a tasas en torno al 7%. los El caso de Ruanda es similar: su gobierno castiga severamente la corrupción y restringe las libertades, pero les proporciona las herramientas necesarias para un trabajo intensivo.
Ambos países han llevado a cabo reformas educativas, elevado la productividad y promovido la inversión extranjera -con un caudal de nuevos proyectos que los convierte en países emergentes-.
POR AGUSTÍN GARCÍA VILLA
ANALISTA POLÍTICO
MAAZ
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