Tres días en los que las naciones del mundo intentarán llegar a acuerdos para reducir la impacto del cambio climático. Tres días, miles de propuestas y muchos sacrificios que se consideran necesarios para generar resultados a favor de la Tierra y sus habitantes, pero sin afectar los ingresos de las personas. Equilibrio difícil que es posible alcanzar.
La COP28 se desarrolla en Dubái desde el 30 de noviembre; Concluirá el 12 de diciembre, aunque para llegar a esta cumbre se han celebrado desde hace tiempo numerosas reuniones en las que se han planteado medidas, seguimientos e iniciativas. Jefes de Estado, expertos de renombre, incluso Premios Nobel. En total se reunieron más de 80 mil personas, la gran mayoría verdaderamente conocedores de la situación y los problemas que rodean el cambio climático.
En tan importante foro, la delegación de México está encabezada por el Subsecretario de Relaciones Exteriores, para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos, Joel Hernández García. Acompañado por el Secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Manuel Villalobos Arámbulaademás de funcionarios de las secretarías de Medio Ambiente, Energía y Marina.
La COP28 es fundamental para fijar la agenda climática ante el alarmante incumplimiento de los objetivos establecidos en el Acuerdo de París (2016); entre ellos, por ejemplo, mantener la temperatura de la Tierra por debajo de un aumento de 1,5°C. Todo parece indicar que ya lo hemos superado y que las consecuencias son enormes y evidentes (ahí está Otis en Guerrero); Se predice mucho peor, especialmente en países con alta vulnerabilidad geográfica como el nuestro.
Por eso es lamentable y vergonzoso que México, como Estado, en los últimos años haya pausado (de hecho desacelerado) la transición energética, aumentado la quema de combustibles fósiles para generar electricidad, impulsado procesos de combustibles en lugar de beneficiarse de las energías limpias ( especialmente por la cantidad de energía que México podría obtener de nuestros abundantes vientos y luz solar).
Por parte de México hay organizaciones no gubernamentales y académicas que aportan mucho al diálogo, a posibles mejoras y soluciones; Pero la culpa es de quién debería implementarlas y garantizar la seguridad climática y ambiental de la población: el gobierno federal. Lo que es peor, parece que busca profundizar el daño al medio ambiente (que incluye debilitar las instituciones autónomas, pero también las gubernamentales, encargadas de velar por la ecología, la flora, la fauna y el medio ambiente en su conjunto).
Estos, con el poco margen de acción y voz que todavía se les permite, demuestran que el gobierno mexicano muchas veces no hace lo correcto en la materia y que esto tiene consecuencias que afectarán a las generaciones venideras.
La deforestación de la Península de Yucatán ya está impactando uno de los ecosistemas más ricos y diversos del planeta. Los millones de árboles talados, el impacto en las cuevas y cenotes, además de la desaparición del hábitat de cientos de especies, aún no se han medido del todo. Sólo en el apartado 4 de la Tren maya que va desde Izamal a Cancún y el tramo 6 que va de Tulum a Chetumal, se han deforestado más de 2 mil 900 hectáreas de selva. Millones de árboles talados.
Pero esta obra no es sólo emblemática; también Dos Bocas al dañar zonas acuíferas bajas y algunas regiones de manglares, uno de los ecosistemas más frágiles y que más ayuda a evitar inundaciones y la proliferación de enfermedades.
O impulsar el Programa “Sembrando Vidas” sin monitorear la adecuada plantación de árboles ni su crecimiento y desarrollo, lo que ha logrado incrementar la erosión del suelo a un ritmo acelerado.
Es fundamental que los equipos de trabajo de los candidatos a distintos cargos de elección popular en México escuchen los planteamientos que se harán en la COP28, que avalen los reclamos, pero sobre todo las propuestas más coherentes y exitosas para revertir el cambio climático y los daños. causado por esto.
POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
COLABORADOR
VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM
MAAZ
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