LA HABANA.- Lo llaman el zar. Es un tipo regordete que viste polos pulcros y zapatos italianos relucientes. Le gustan los relojes automáticos caros y, aunque siempre lleva un maletín negro, es un jugador incorregible. Cuando llega al ‘burle’ (casino de apuestas ilegales), ubicado en una mansión habanera donde el humo del cigarro intoxica el ambiente, el dueño inmediatamente le busca asiento.
Antes de sentarse a la mesa a jugar a las cartas, Guillermo, de nombre ficticio, saluda cortésmente al gerente y al resto de jugadores. Luego, con una llave, abre el misterioso portafolios, saca un fajo de billetes de 1.000 pesos (40 dólares al tipo de cambio oficial) sujeto por una goma elástica, y los coloca frente a él. Pasa las primeras horas jugando una variante del póquer llamada viajar, tirando dados en la mesa o apostando grandes sumas en el baccarat. “Es un VIP, pierde miles de pesos sin pestañear y regresa a los días con otro fajo de boletos”, dijo el dueño del “burle”.
Una tarde de primavera, mientras bebía tranquilamente cerveza importada en un bar privado, Guillermo le contó a DIARIO LAS AMÉRICAS cómo corrupción institución y su modus operandi: “Es un cartel mafioso. Cada empresa, organismo o ministerio tiene su propia estructura. Roban dinero, artículos o alimentos que les permiten mantener en funcionamiento el lucrativo mercado negro».
Y relató: “Soy inspector nacional. Tengo permiso de la contraloría para inspeccionar almacenes y centros de servicios en cualquier parte de la isla. Los directores de empresas y centros gastronómicos me tienen terror. Para callarme la boca, me pagan con dinero o mercancías El hurto, que en la jerga de la burocracia se denomina “desvío de recursos”, nació el mismo día que las empresas se privatizaron y pasaron a ser estatales. En nueve de cada 10 tiendas, fábricas y establecimientos dedicados a la gastronomía, El robo es Hay leyes no escritas sobre cómo debe ser su funcionamiento, aunque no hay ningún documento que lo permita, los gerentes de un restaurante saben que puedes llevarte dos piernas de cerdo y un saco de arroz siempre y cuando cumplas con el plan de ventas diseñado. por la empresa La gama de trucos contables es amplia”.
Luego continuó: “En una cafetería que inspeccioné hace unos días, por ejemplo, tenían sus papeles en regla. Pero desde hace dos años no venden pan con tortilla ni helado a la población. ¿Qué hacen? Venden a la izquierda, a precios muy altos, cartones de huevos, harina, queso, salchichas, cajas de pollo, aceite y galones de helado. Luego ingresan el dinero como un ‘plan de ventas mensual’. En teoría cumplen, pero en la práctica el administrador y sus secuaces se enriquecen vendiendo a precios hasta veinte veces más caros en el mercado informal.
“Ese dinero no es solo para repartir entre ellos. Tienen que dar algo a los trabajadores y, sobre todo, garantizar un sobre semanal para el director municipal de gastronomía. La cantidad de dinero depende de los productos que han recibido y vendido. Cuanta más mercancía reciben, más dinero tienen para entregar a los de arriba. Esa cadena no termina ahí. Los del municipio tienen que dar boletos a la provincia y esta, a su vez, al ente nacional. No se firma ningún documento. Los gestores más cautelosos no reciben el dinero directamente. Tu conductor o un hombre de confianza son los que recogen el dinero. A veces se les paga en especie. Ese encadenamiento funciona y nunca tiene baches».
Luego agregó: «Claro que no vas a llegar personalmente al escritorio de un ministro con una mochila llena de pesos. Cuanto más importante es el cargo, más indirecto y discreto llega el dinero. Esa corrupción crea compromisos. Hay que cumplir». con las actividades del partido y los factores políticos del municipio, para las movilizaciones políticas ciertos centros de procesamiento de alimentos deben entregar x cantidad de refrigerios y almuerzos para los dirigentes movilizados ese día, pero a veces no entregan los víveres, hay que conseguir sacarlos de tu bolsillo. Los altos mandos saben que estás ganando dinero y cuando te piden que contribuyas, no puedes decir que no».
“A veces, un gerente o un militar de alto rango llega a un hotel o restaurante con amigos o su amante, y la cuenta de lo que ha consumido va para la casa. Siempre tienes que fingir que eres un revolucionario y apoyas al sistema. Si rompes alguna de esas reglas y empiezas a hacerte demasiado rico, te vuelven los ‘perros’: te hacen inspecciones sorpresa y te envían a la policía económica. Los administradores inteligentes roban en pequeñas cantidades y no son llamativos. El bisne (negocio) da para tener coche, que no te falte la comida y llevar una vida placentera”.
Guillermo señaló que el poder de la burocracia en Cuba es enorme en Cuba. “La mayoría de las veces son ellos los que ponen las reglas del juego. Ha habido desvíos, como en 2012, cuando el gobierno decidió limitar el precio de los frijoles negros. Desapareció la venta libre en las tiendas estatales y los frijoles fueron entregados a particulares, quienes los vendieron a precios libres. Asimismo, dice, es alarmante el descontrol y las irregularidades en las empresas y almacenes estatales. “Antes pertenecían a GAESA -un grupo que nadie controla-, yo inspeccionaba los almacenes de Habaguanex donde no había tarjetas de entrada y salida de productos. Unos gerentes anotaban en una libreta la mercadería que entraba y salía. Cuanto más descontrol, mejor para mí, porque para que no los denuncie, me ‘mojan’ con una suma mayor de dinero”.
“Hablar de valores cívicos, después de 64 años de robos, desvíos y deshonestidades, es de mal gusto entre quienes dirigen estas organizaciones. Ha habido casos de gente honesta que todavía cree que el modelo es reformable. Entonces, le hacen la vida imposible, le pagan a sicarios para que lo golpeen y al final, si no pide que lo liberen, termina en la cárcel, acusado de corrupción. Por eso, cuando ves que todos a tu alrededor roban, tú también robas. Las estructuras de las entidades estatales, ya sean productivas, de servicios o políticas, están enfermas”, concluye Guillermo.
Conclusión: mientras apoyes a la dictadura y tengas en el bolsillo la tarjeta roja del Partido Comunista, la única permitida, tienes licencia para robar en Cuba.