De niño comí un burrito y fue una de las mejores experiencias de mi vida. Desde muy pequeño me encargué de llevarlo a pastar a la cima de la montaña. Muchas tareas, como acarrear agua y leña, las hacíamos juntos. Ese animal se convirtió en compañero de trabajo y hasta en confidente de mis secretos y sueños. Aún hoy sigo sin entender por qué hay mucha gente que usa la palabra «burro» de manera despectiva, pues lo que aprendí en mi niñez es que el burro es uno de los animales más nobles, trabajadores y leales que existen. y que sin esos Amables compañeros, muchas de las tareas en el campo serían imposibles.
Durante muchos años, me conté y conté historias y aventuras a lomos de mi burro. Para mí era un corcel de pura sangre, a veces incluso un pegaso mitológico capaz de extender sus alas y surcar los cielos. Incluso una vez soñé con volar lejos de Quiegolani montado en mi burro. Y esa fue mi manera de viajar más allá de mi montaña. Hasta que conocí el cine.
Primero y de forma muy sencilla, con los misioneros que exhibían viejas bobinas de cine en blanco y negro en funciones nocturnas alimentadas por una vieja batería de coche y musicalizadas por el sonido de grillos y cigarras que cantaban al unísono cada noche en la plaza del pueblo. . Y luego, cuando llegué a la universidad y vi por primera vez una sala de cine. Esa es una de las mayores experiencias y alegrías de mi vida porque aprendí a soñar con el cine.
Por eso me siento profundamente agradecido con la vida por tener la oportunidad de acompañar y abrir las puertas de la magia del cine a cientos de niños oaxaqueños que por primera vez tienen la oportunidad de recrear sus sueños a través de una pantalla. En Oaxaca la posibilidad de ir al cine se ha convertido en un privilegio para muchas familias, muchas de ellas su solvencia económica les permite tener acceso a sus necesidades más básicas y hay miles de niñas y niños que nunca han asistido a una función de cine. Por eso, desde el mes de octubre hemos iniciado nuevamente el programa “Vamos al Cine” en conjunto con la generosidad de Fundación Cinemex y la organización Todos y Todos, donde hemos invitado a estudiantes de escuelas públicas, familias de mi gran Oaxaca a que asisten a vivir su primera experiencia de soñar que hay más allá de su entorno, así como un día descubrí que había un aparato que generaba luz, aparte de mi Sol, el ocote de la estufa de mi madre o las velas de cera con las que a veces hacía mis deberes, cuando terminaba esa cotidianidad de trabajo duro con mamá, hacerles saber que a través de la magia del cine pueden construir sus propias realidades, destinos y sueños.
Lo más importante es que estos cientos de niñas y niños y familias sepan que existe una realidad más allá de sus adversidades, un mundo de sueños e imaginación que los motiva a estudiar y prepararse para vivir todas las experiencias y aventuras que se presentan más allá de la pantalla. en sus propias mentes inquietas y corazones valientes. Estoy bastante seguro de que entre ellos se encuentran los futuros científicos, docentes, ingenieros, abogados, economistas y artistas que cambiarán la realidad de nuestro país.
Porque una niña y un niño son capaces de llegar tan lejos como sus sueños e imaginación les lleven, vamos a seguir impulsando esta experiencia. He volado a lomos de un burro para perseguir los sueños de la niña de la montaña. Ellos y ellas podrían ir mucho más allá, todo es cuestión de dar alas a sus sueños a través de la magia del cine.
POR EUFROSINA CRUZ MENDOZA
ACTIVISTA DEFENSORA DE LOS DERECHOS HUMANOS
EUFROSINA.CRUZMENDOZA2021@GMAIL.COM
CAMARADA
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