En la entrega anterior me referí a los dos escándalos políticos que sacudieron a México, pero sobre todo, al interior de Morena y la 4T. Sin embargo, repasemos ahora los momentos en los que la actual administración mostró algunas grietas en el exterior, ante la opinión pública, pero mucho más simbólicamente, campo en el que el Presidente es un experto. Pues bien, más allá de los reveses recibidos en cuanto a las reformas constitucionales en materia energética y electoral, en este año que está por terminar, hubo movimiento —algo— en las correlaciones de fuerza al interior del Poder Legislativo.
En el caso de la Reforma Eléctrica, la oposición en la Cámara de Diputados se hizo presente de manera inédita en lo que va de esta legislatura, echando atrás la iniciativa presidencial, que contravenía la competencia económica, la distribución y optimización del servicio eléctrico, además de ir en contra de las recomendaciones realizadas por los respectivos comisionados en la materia por parte del T-MEC. Fue la primera vez que los partidos de oposición, la iniciativa privada y un amplio sector de la sociedad civil encontraron un punto en común para llegar a una amalgama contra el oficialismo.
La otra victoria del año del bloque opositor fue sin duda la marcha ciudadana en defensa del Instituto Nacional Electoral (INE), otro símbolo que estremeció profundamente al inquilino de Palacio Nacional, pues si algo caracteriza a López Obrador es la muestra de poder. en las calles, del lado del pueblo y en esta ocasión, le tocó observar de lejos a las miles de personas. Si bien cada partido político, sector social o ciudadanía tomó como propia esta manifestación, la realidad fue que, una vez más, quedó claro que sólo juntos habría oportunidad de algún cambio de rumbo en las decisiones públicas del país.
En ambos casos —como era de esperarse— López Obrador desestimó la actuación de sus “adversarios” y los tildó de “traidores a la patria” en el caso de la reforma eléctrica y, de “cómplices del conservadurismo”, en el caso de la marcha y, posteriormente, en votar por el rechazo a la Reforma Electoral. También por parte del gobierno cuatriteísta hubo respuestas, tanto en la calle como en las Cámaras, presentando el famoso Plan B de la Reforma Electoral, haciendo algunos ajustes para poder “pasar” la iniciativa con la suficiencia de un mayoría simple.
En este sentido, estos dos ejemplos realizados en 2022 deberían servir para lo que resta del sexenio, así como para un 2023 que se prevé complicado en materia económica y política. Si la oposición quiere ser tenida en cuenta seriamente por la ciudadanía, deberá mostrar un rostro suficientemente unido a las causas sociales y los intereses nacionales, más allá de partidos o figuras políticas. Mientras tanto, para lograr sus objetivos, Morena tiene que arreglar sus divisiones internas, su liderazgo dentro de las entidades federativas y volver al origen que le dio la popularidad que aún mantiene: estar cerca de la gente, algo que ha perdido en el pasado. . últimos meses. Por el lado de la sociedad, también tendremos una tarea para el próximo año, analizar a profundidad los beneficios y perjuicios que hemos tenido con el actual gobierno.
POR ADRIANA SARUR
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CAMARADA
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